Athal Wolf / Circuito Frontera / Colaboraciones
«Más humanos que los humanos, ése es nuestro lema«
Eldon Tyrell en Blade Runner
“…Siempre pienso en su cabeza. Imagino abrir su hermoso cráneo, desenrollar su cerebro, intentar obtener respuestas… ¿En qué estás pensando? ¿Cómo te sientes?”, estas palabras en forma de pensamiento, divagan en la mente del personaje Nick Dunne en el filme Perdida (David Fincher, 2014), al momento de contemplar y acariciar la cabeza de su esposa Amy, quien le responde con una mirada enigmática, igual que el pensamiento humano (o no humano en el filme de Garland), misterioso y oculto.
Ex Machina (2015), primer largometraje del británico Alex Garland –quien es a la vez novelista, guionista, productor cinematográfico y ahora director–, nos cuenta la historia de Caleb Smith (Domhnall Gleeson, Frank, 2014), un programador informático que trabaja para la compañía Bluebook, una especie de Google ficticio, quien en un aparente golpe de suerte es seleccionado como ganador para visitar al genio detrás de la compañía para la que labora, Nathan Bateman (Oscar Isaac, El año más violento, 2014), un Eldon Tyrell moderno y excéntrico que vive como ermitaño en su mansión de diseño futurista en contraste con la naturaleza que lo rodea.
Al contemplar el primer plano que muestra al personaje de Caleb Smith es inevitable pensar en otro personaje de un filme que también es de ciencia ficción, Theodore en Her (Spike Jonze, 2013), quien al igual que Caleb, es solitario y absorto en su ambiente laboral, de hecho el diseño de producción, como los decorados y la ambientación, es muy similar en ambos filmes donde la tecnología está presente en todos los aspectos de la vida cotidiana.
“Si pudiste crear una máquina consciente, no sería la historia del hombre, es la historia de los dioses” le responde Caleb a su nuevo anfitrión, Nathan, al momento que éste le explica la verdadera razón de su presencia la cual es, por medio de un experimento, interactuar con una nueva forma de vida que posee inteligencia artificial llamada Ava (Alicia Vikander, Un asunto real, 2012), un androide sofisticado con apariencia de mujer.
Conforme avanza la trama, vemos cómo el director va trasformando su trama con un toque de suspenso muy bien logrado, al ir interactuando con Ava, un personaje que plantea, o vuelve a plantear una interrogante en el cine de ciencia ficción: ¿puede la inteligencia artificial sentir o simular emociones humanas? Algo que se acerca al misterio que sigue provocando filmes como Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o el personaje de HAL 9000 en 2001: Odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), al proyectar los miedos hacia el avance de la tecnología.
El triángulo entre Caleb, Ava y Nathan se conecta con el mito de Prometeo, donde el dios supremo (Nathan) posee la llama del conocimiento (Ava) y Prometeo (Caleb) la roba para entregársela a los mortales no sin recibir el castigo por dicha falta. En el filme, Caleb es un títere del dios Nathan, quien busca perfeccionar su invento sacando provecho de la interacción entre su huésped y Ava, algo inquietante que se torna en un juego perverso.
Es el rostro humano implantado en el androide Ava lo que inquieta a Caleb, quien poco a poco va perdiendo la noción entre su deber y las emociones que le invaden conforme se ve el progreso de su contacto con Ava, cuyo rostro es un enigma indescifrable que nos manipula a tal grado que la vemos como una persona y no como un androide, al igual que el joven programador, mientras Nathan parece ignorar el progreso oculto de Ava ya que para él es un simple objeto como todo lo que le rodea, incluido Caleb.
“¡No somos objetos!” gritan las fugitivas en el filme Mad Max: Fury Road (George Miller, 2015), un guiño que demuestra el desgaste en la representación de la mujer en el cine, y que intenta rescatar lo que ya se había logrado en filmes como Alien (1979) y Star Wars (1977) cuyos personajes femeninos se acercan a lo que la psicóloga Sandra Bem propuso en 1974, a saber, que los individuos podían contener aspectos masculinos o femeninos, no como una desviación sexual, sino como una combinación de roles sociales, de ahí los personajes Ripley en Alien y la Princesa Leia en Star Wars, quienes son el tipo de mujeres que toman el mando y las armas sabiamente además de tener más conocimiento y sabiduría que sus compañeros masculinos.
Tal como Ava en Ex Machina quien poco a poco se descubre a sí misma como un ser y no como una máquina-objeto; piénsese también en el personaje “the woman” (Scarlett Johansson) en el filme Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013), una forma de vida alienígena que cede al misterio de lo desconocido para convertirse en una mujer