El 8 de marzo de 2020 ocurrió un hecho inédito en La Laguna: más de tres mil mujeres marchamos para exigir un alto a las múltiples violencias que día con día padecemos y que tienen en el feminicidio su máxima expresión.
Guardo en mi memoria una postal impresionista de un río negro con vivos en morado y verde fluyendo por los bulevares de las tres ciudades más grandes de la Comarca Lagunera, inundando el puente plateado con rabia, con dolor, con sed de justicia, pero también con esperanza. Escribo estas líneas en un intento de devolverle el brillo y la potencia que la pandemia y todo lo que vino después le han robado a esa instantánea mental.
Crestas de la ola feminista
Si bien la efervescencia mediática en torno a temas que suelen preocuparnos a todas indicaba que la conmemoración del Día Internacional de la Mujer de ese año sería diferente, pocas imaginamos que la cantidad de asistentes superaría los miles.
En febrero de 2020 los atroces casos de Ingrid Escamilla, asesinada y descuartizada a manos de su pareja, así como el de la niña Valeria, cuyo cuerpo fue hallado en una bolsa de plástico con signos de violación y tortura, acapararon los titulares de la prensa nacional.
Desde un año atrás los medios de comunicación habían encontrado una veta de clickbait en la ola feminista que crecía en toda Latinoamérica. En nuestro país, ésta se manifestó el 12 de agosto de 2019, cuando, en una protesta por los nulos resultados en la investigación del caso de una chica de 17 años que denunció a cuatro policías por violarla, manifestantes bañaron de diamantina rosa a Jesús Orta Martínez, Secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México.
Aunque muchas veces morbosa y revictimizante, en aras de ganar vistas, la cobertura mediática de la agenda de género sirvió para despertar la indignación de la gente en redes sociales y visibilizar los casos de otras ciudades. El resultado fue que cada vez más mujeres se sumaran a las protestas convocadas por colectivas feministas en todo México.
En la capital del país fue histórica la marcha del 16 de agosto. Ese día las mujeres expresaron su rabia contra un espacio público que no pueden transitar de forma segura y rayaron los monumentos de luchas y héroes que no han garantizado una vida digna para nosotras.
Hubo descalificaciones al movimiento feminista por parte del gobierno y de diversos sectores de la sociedad, pero también nuevas adhesiones. En un país con diez feminicidios diarios, en su mayoría impunes, y millones de casos de violencia de género que no se denuncian por desconfianza en las autoridades o por miedo a los perpetradores, resultaba cada vez más absurda la recurrente frase “esas no son las formas”.
¿Por qué es más indignante un muro rayado que una niña violada, una joven explotada por tratantes, una esposa golpeada o asesinada por su marido?
Las marchas continuaron cobrando fuerza. El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, tuvo lugar otra en el centro del país. Ese mismo día se viralizó en internet el performance participativo de protesta “Un violador en tu camino” del colectivo feminista chileno Lastesis.
En los días y semanas siguientes, la potente composición que denuncia la violencia sistemática y estructural que oprime a las mujeres fue replicada a nivel internacional y México no fue la excepción.
El 29 de noviembre miles de mujeres de diversas ciudades ejecutaron la coreografía simultáneamente. En Torreón, alrededor de 60 mujeres se reunieron en la Plaza Mayor en atención a la convocatoria nacional, coordinada en nuestra ciudad por la colectiva Aborto Legal.
Visibilizan feminicidio en Torreón
El activismo feminista en Torreón también cobró fuerza. Colectivas laguneras encontraron la manera de visibilizar los feminicidios ocurridos en la región mediante manifestaciones pacíficas.
El 27 de septiembre la organización Madres Poderosas, integrada por más de diez familias que han perdido a sus hijas por el delito de feminicidio, se manifestó durante una visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a la ciudad de Matamoros, Coahuila ante la ineficiencia de la Fiscalía del Estado de Coahuila.
Uno de los puntos clave que despertaron la indignación colectiva fue el feminicidio de Juana Mireya Fernández Martínez. La maestra de 50 años de edad fue asesinada el 17 de noviembre a plena luz del día y ante una nutrida concurrencia durante el desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana, en la Alameda Zaragoza de Torreón.
Dos días después, Aborto Legal colocó veladoras en el lugar del asesinato y escribió mensajes contra el “Estado feminicida” para exigir resultados en el caso y la no repetición de ese tipo de hechos. “Les vamos a quemar su pinche ciudad”, se leía en una de las pintas. “Violencia con violencia no se puede atacar”, dijo en respuesta el fiscal de Coahuila, Gerardo Márquez Guevara, al asumir el mensaje como amenaza.
El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, colectivas laguneras madrugaron para intervenir el espacio público con pintas y otro tipo de expresiones de protesta. Una fuente del Parque Victoria de Ciudad Lerdo, Durango, por ejemplo, amaneció con el agua teñida de rojo, mientras que en el piso aparecieron leyendas como “Las muertas no regresan” y “Ni una más”.
Ese mismo día, otras organizaciones feministas se manifestaron colocando una ofrenda simbólica a las afueras de la Fiscalía General de Coahuila en Torreón para que la dependencia no excusara falta recursos para investigar delitos contra las mujeres.
El 15 de febrero, tras la viralización del mencionado caso de Ingrid Escamilla, la colectiva Ola Feminista Laguna colocó un altar con fotografías de víctimas de feminicidio en la explanada de la Plaza Mayor.
Se acercaba el Día Internacional de la Mujer y ya se sentía el ímpetu de la ola feminista en La Laguna. Aunque también la animadversión a la causa seguía creciendo. Uno de los comentarios más lamentables que escuché ante una de las pintas en la infraestructura pública fue: “Idiotas, que las maten”.
‘¡Disculpen las molestias, nos están matando!’
Alrededor de las 8:00 de la mañana del histórico domingo 8 de marzo de 2020, decenas de mujeres comenzamos a agruparnos en la Plaza de Armas de Ciudad Lerdo. Yo llegué junto a mi hermana y mis compañeras del círculo de lectura feminista de la librería El Astillero, que coordina desde hace varios años mi querida amiga Ruth Castro.
A pesar de que los motivos que nos reunían eran dolorosos, la solemnidad no predominaba en el ambiente. Flotaba en el aire cierta satisfacción por alzar la voz, por rebelarnos contra un gobierno y una sociedad que nos quieren calladitas, bonitas y en nuestra casa, que nos prefieren muertas antes que gritando o rayando monumentos.
Mujeres de todas las edades fueron llegando en pequeños grupos y tomaron su lugar en el contingente que partiría rumbo a Torreón. Vi muchas caras conocidas, tanto de compañeras que se asumen feministas como de otras mujeres que jamás pensé ver ahí porque rechazan esta postura política.
A la necesidad de expresar no le era suficiente la voz. Cada una de las asistentes encarnó un mensaje y lo transmitió con pancartas, con pañuelos morados y verdes, con pintas en el rostro o en cualquier porción de piel visible.
Armadas con tinas, garrafones vacíos y algunos tambores, las integrantes de la batucada comenzaron a tocar el fondo de las consignas. Acomodadas sobre la avenida Hidalgo esperamos la indicación para partir rumbo a Torreón. Las ambulancias iban al frente abriendo camino, mientras que la organización Madres Poderosas apuntalaba el contingente. Detrás de ellas estaba la sección de mujeres que marcharon con sus hijas pequeñas o bebés, luego el resto de chicas. Nos seguían algunas chicas en sus coches para apoyar a las que por algún motivo se les complicaba continuar a pie y al fondo nos custodiaban algunos elementos viales.
“La policía no me cuida, me cuidan mis amigas”.
Mujeres que luchan por mujeres fue el nombre de la marcha y en la organización participaron representantes de diversas colectivas, como Feministas Independientes, Red de Mujeres de La Laguna, Madres Poderosas de La Laguna, De Morras para Morras, Ola Feminista Laguna, Acompañantes Laguna, Colectiva Olas, Círculo de Lectura Feminista, Aborto Legal Laguna, Inclusex, Feminismo Radical Laguna, Círculo de Mujeres Aquelarre, Mujeres que Luchan Región Laguna, Hermanas Ayudando a Hermanas, Feministas Anti-especistas, Feministas Independientes de Lerdo, Feministas Activistas de La Laguna.
Las más de 30 chicas que donaron su tiempo para organizar la marcha pensaron en todo, acordaron los lineamientos, entre ellos que fuera separatista, se dividieron las tareas, lanzaron la convocatoria y la promovieron a través de todos los medios a su alcance.
Cubiertas por un benévolo cielo nublado, comenzamos nuestra marcha alrededor de las 10:00 de la mañana, una hora después de lo previsto. Pronto estábamos en el bulevar Miguel Alemán y teníamos casi nueve kilómetros por delante antes de llegar a nuestro destino, la Plaza Mayor de Torreón. El plan era llegar ahí dos horas y media más tarde.
“¡Alerta, alerta! Alerta que camina, la lucha feminista por América Latina. Y tiemblen y tiemblen y tiemblen los machistas, que América Latina será toda feminista”.
El eco femenino de la primera consigna que resonó me quebró la voz y me humedeció los ojos.
No olvido la mezcla de emociones que experimenté durante todo el camino. Por un lado, la seguridad y la confianza que da estar rodeada por puras mujeres, sentir su compañía, su protección, su solidaridad, pero al mismo tiempo la tristeza y la rabia de saber que el hilo invisible que nos unió fue la indignación por la violencia de género que no cesa.
“Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”.
Gritamos con todas nuestras fuerzas y con el puño en alto ante los ojos curiosos o juiciosos de automovilistas y familias que nos topamos en la calle. Algunos nos grababan o tomaban fotografías. Recuerdo algunas señoras llorando al escucharnos. Levantaban el puño en señal de apoyo, pero no se atrevían a aceptar nuestra invitación de unirse.
No obstante, el contingente crecía y crecía a cada paso. Uno de los momentos más emotivos que guardo fue cuando descendimos el desnivel 11-40 de Gómez Palacio. La perspectiva nos hizo conscientes de lo numerosas que éramos y el eco de nuestros coros nos hizo sentir más poderosas. Pero aún había más por venir.
En Soriana Las Rosas nos esperaban más chicas y al subir el paso elevado frente al teatro Alberto M. Alvarado, el contingente era de no creerse. Inolvidable es para mí la imagen del río que ya éramos inundando el puente plateado que conecta Gómez Palacio con Torreón. En el Parque Fundadores de esta ciudad aguardaba otro buen número de mujeres que seguiría nutriendo el caudal.
“No somos una, no somos cien, pinche gobierno, cuéntanos bien”
Tomamos el bulevar Constitución y nos dirigimos hacia la Juárez. Las distancias entre las participantes se fueron estrechando en el Centro Histórico de Torreón. Ocupábamos todo lo ancho de la avenida Juárez y mucha gente detuvo sus compras y actividades para mirarnos pasar.
Llegar al punto final más de tres horas después a escuchar el pronunciamiento y, por primera vez, la “Canción sin miedo” de Vivir Quintana junto a mi hermana y mis amigas, sentadas en la explanada de la Plaza Mayor, exhaustas, pero orgullosas y satisfechas de formar parte de esta jornada histórica de La Laguna fue el remate perfecto.
Las organizadoras esperaban 300 participantes, sin embargo, la cifra oficial fue de 3 mil 600 mujeres. Inédito.
Un grupo de manifestantes intervino con pintas y lonas el monumento a Benito Juárez de la plazuela homónima, contigua a la Plaza Mayor. En sus declaraciones sobre la marcha, el entonces alcalde Jorge Zermeño Infante dijo que el comportamiento ejemplar de las mujeres que asistieron merecía reconocimiento, pero llamó “desadaptadas” a las que rayaron el sitio.
Varias veces he reflexionado junto a mis amigas y amigos acerca de la exigua respuesta que solemos dar los laguneros a manifestaciones contra las injusticias sociales que padecemos. Entre las explicaciones que barajamos siempre aparecen el calor, las distancias, los horarios de trabajo, la falta de símbolos identitarios, la debilidad de los lazos sociales… Tal vez nos cuesta aceptar que es pura y llana apatía, que la indignación colectiva pesa muy poco y que sólo el Club Santos Laguna es capaz de disolver los pretextos que ponemos para salir a exigir una mejor realidad. He ahí la trascendencia para nuestra región de un momento como la marcha feminista del 8M de 2020. Fue sin duda un hecho sin precedentes en la construcción de cultura política en nuestra ciudad.
Después de la pandemia
El 31 de marzo se declaró la emergencia sanitaria por COVID-19 en México. Las restricciones por la pandemia amainaron la fuerza del movimiento, mas no lo apagaron por completo.
Las medidas por la contingencia recrudecieron la vulnerabilidad de quienes son víctimas de violencia de género al interior de sus hogares, lo que hizo necesario seguir exigiendo de otras formas que no pusieran en riesgo nuestra salud.
De acuerdo con el IMPLAN Torreón, el Centro de Justicia y Empoderamiento para las Mujeres registró un aumento de 50 por ciento de mujeres buscando apoyo durante el confinamiento. A nivel nacional, la ONU Mujeres reportó un incremento de 60 por ciento.
El 28 de septiembre de ese año se llevó a cabo una concentración, con medidas de sana distancia, por el Día de Acción Global por el Aborto Legal y Seguro. Durante la manifestación se abrió un espacio para visibilizar los feminicidios en Coahuila.
El 8 de marzo de 2021 cientos de mujeres se concentraron en la Plaza Mayor para conmemorar nuevamente el Día Internacional de la Mujer. Y el 19 de junio volvieron a recorrer los municipios laguneros de Matamoros, Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, luego de los feminicidios de Karla (31 años), Selina (16 años) e Ilse Ivonne (16 años).
Este año las mujeres volvieron a marchar el 6 de marzo en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. La convocatoria no fue la misma que en 2020. Alrededor de mil mujeres atendieron esta vez el llamado, según reportaron las organizadoras.
Sin duda la pandemia dejó estragos en el movimiento. Habrá que revertirlos, porque la violencia de género no cesa, al contrario. En 2020, el promedio diario de mujeres víctimas de feminicidio era de 10, ahora es de 11. Mientras que Torreón ocupaba el lugar 30 entre los 100 municipios con más feminicidios, en el último reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, correspondiente a octubre, escaló, ahora aparece en el 29.
JESSICA AYALA BARBOSA
Es originaria de Torreón, Coahuila (1988), donde ha desarrollado la totalidad de su carrera profesional. Periodista independiente, egresada de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Es socia fundadora y editora del portal Plaza Pública. Escribe la columna Lagunauta en el suplemento mensual M Laguna de Milenio.
#MEMORIA115
Es una serie de textos periodísticos del portal Heridas Abiertas en alianza con otros medios aliados. Su lanzamiento está enmarcado en los 115 años de la fundación de Torreón, una ciudad que a lo largo de su historia ha estado envuelta por diversos tipos de violencia que van desde el despojo del territorio en su nacimiento hasta la disputa de grupos criminales durante la llamada guerra contra el narcotráfico y sus consecuencias.