Esta es una publicación original de Noro Mx que puedes consultar aquí
El jazz se aprende de otra forma en Ciudad Juárez, Chihuahua, una que no necesita de la vista, sino del oído y del tiempo que se toman estos músicos y maestros para que quienes no pueden ver también experimenten la música
En la escena musical de Ciudad Juárez, Chihuahua, se han creado espacios alternos para una comunidad de músicos con algún tipo de discapacidad visual. Dentro de este universo, existe todavía otra comunidad que ha logrado enfrentar los desafíos y abrirse camino en el nicho del jazz.
En este camino se encuentran historias de músicos y profesores universitarios como Karlo y Benjamín, quienes a pesar de vivir entre oscuridad y penumbras, iluminan el panorama cultural y musical de Ciudad Juárez con su pasión y talento.
Jazz para iluminar el panorama cultural
Tal es el caso del “Ensamble “Anthropos”, el cual pertenece a grupos representativos de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), en donde se brinda un servicio cultural a los estudiantes de cualquier licenciatura que cuentan con aptitudes o que han desarrollado aptitudes en su proceso de estudio y que deciden orientarse hacia la música jazz, explicó Karlo Mireles, profesor de la UACJ y director del grupo.
Platicó que desde 1998 ha navegado el mundo de la música, comenzando con un grupo de death metal cuando estaba en la preparatoria, pero que fue evolucionando gradualmente hacia el jazz, un género que capturó su corazón y alma.
“En mi primer grupo de rock en la preparatoria tocábamos death metal. Éramos rudos, rudos. Pero yo tenía, podría decirse una peculiaridad, yo no me podía aprender las canciones tal cual como están en los discos porque batallaba mucho. Pero para un músico de jazz podría ser una cualidad, porque te enfrentas al mundo totalmente cambiante. Te tienes que adaptar a lo que está pasando ese momento en el escenario, no hay una canción que sean dos tomas iguales dentro del jazz”, comentó.
El baterista dijo que a diferencia del rock, en el jazz aprendió a improvisar y a ejecutar la música de manera diferente, donde tenía la posibilidad de hacer nuevas adaptaciones.
“Empezó a funcionar una simbiosis entre mi forma de ver la música o de visualizar la música y el jazz. Conforme voy avanzando y voy entendiendo, me doy cuenta de que tenía mucho que ver con mi discapacidad, porque la mayoría de las personas cuando tocan instrumentos es una mimetización visual, o sea, vas siguiendo los pasos que vas viendo que hacen los demás”, explicó.
A pesar de su batalla personal con la retinosis pigmentosa, una condición que le ha llevado a perder la vista progresivamente desde su nacimiento, Karlo no ha permitido que su discapacidad visual limite su carrera musical.
Indicó que su primer acercamiento con la música fue en el Centro Municipal de las Artes (CMA), donde tuvo como profesor a Armando Maquiavelo, un baterista de la “vieja guardia” en Ciudad Juárez que tocaba en orquestas.
“Él me dijo ‘no te preocupes, yo te voy a enseñar. Yo sé que no vas a poder leer, pero yo me voy a encargar de que aprendas la música bien, que sepas qué es lo que está escrito y que aprendas a entender la música de la batería de una forma más orgánica’. Yo creo que precisamente ahí fue cuando dije ‘no, pues él es para mí”, contó.
Después continuó sus estudios como músico, pero ya encaminado en el género del jazz, hasta convertirse en profesor y hacer por otros lo que su primer maestro hizo por él: incluirlo en el ámbito musical.
Karlo encontró en el jazz un espacio donde su talento y capacidad de adaptación brillan con fuerza, por lo que desde el 2004 trabaja en la UACJ, primero como instructor de la Orquesta Infantil y Juvenil y como profesor en la primera generación de la Licenciatura de Música.
Es hasta el 2013 en que surge el proyecto de “Ensamble Anthropos”, el cual no es solo un grupo de jazz, sino que es un testimonio de la inclusión, en el que Mireles abrió una plataforma para que estudiantes de la UACJ, con o sin discapacidad, exploren y se expresen a través de este género musical.
Entre ellos, destacan también algunos músicos con desafíos visuales, auditivos y motrices, quienes, bajo la tutela de Mireles, encontraron en la música una forma de superación y expresión personal.
Pero más allá de las aulas universitarias, Karlo ha participado en múltiples proyectos como “Jazz en la Frontera”, “Jazz al Borde” y el actual grupo llamado “Petite Jazz Band”, todos ellos representan su compromiso con la difusión del jazz en Ciudad Juárez.
Mireles y su colectivo adaptan clásicos del rock a estándares de jazz, demostrando la versatilidad y riqueza del género, con las cuales no solo ofrecen entretenimiento de calidad sino que también educan al público sobre la profundidad y diversidad de este género poco valorado, indicó.
La escena del jazz en Ciudad Juárez
Dentro de este escenario se encuentra también José Benjamín García Arras, quien cuenta con una discapacidad visual desde adolescente.
A pesar de su debilidad visual, actualmente Benjamín es un jazzista y tecladista del “Ensamble Anthropos” de la UACJ y de “Petite Jazz Band”, ambas agrupaciones a las que fue invitado por Karlo.
Su viaje comenzó a los 12 años en la guitarra acústica, marcando el inicio de una trayectoria que lo llevaría a adentrarse profundamente en la música hasta llegar al jazz.
Inició en el Conservatorio de Música de Celaya en el 2006, pero no fue hasta su llegada a Ciudad Juárez, en diciembre del 2015 que encontró su verdadera vocación en un género poco escuchado.
Aunque se encontraba en Ciudad Juárez, es hasta finales del 2016 en que Benjamín conoció a Karlo, con quien mantuvo una colaboración que perdura hasta hoy.
Esta unión no sólo fortaleció su compromiso con el jazz sino que también lo llevó a formar parte de una creciente comunidad de jazzistas en la ciudad, influenciando y contagiando a otros músicos locales con su pasión por este género.
“A partir del 2017 ya me quedé colaborando con Karlo y desde entonces estamos juntos (…) Él como apasionado del jazz ha contagiado a muchos músicos aquí en Juárez, aunque no ha sido su objetivo así como tal fundar una comunidad, sí lo ha logrado. Por ejemplo, prueba de ello soy yo, porque me contacté con él y desde entonces ya no toco otra cosa que no sea jazz”, dijo.
Benjamín describió al jazz como una búsqueda de libertad musical, una forma de expresión donde la improvisación y la variabilidad son elementos clave, pues al igual que Karlo, se alejó de géneros más rígidos como el rock y los boleros, para llegar a un género donde podía experimentar.
Esta adaptabilidad y deseo de innovar lo llevaron a sentirse plenamente identificado con el jazz, donde “nunca se sigue una partitura” en el sentido estricto, sino que se utiliza como base para la improvisación.
“El jazz es lo que andaba buscando. Desde mis 20, 21 años es que yo estaba queriendo hacer cosas que ahora son mi día a día. Cambiar melodías, cambiar acordes, cambiar ritmos. Eso es muy propio del jazz. Desde mucho antes de que conociera a Karlo quería hacerle cambios a las canciones y sabía que tenía que contactar con músicos, pero no encontraba en Celaya”, comentó.
Platicó que en sexto de primaria tuvo una dificultad en su ojo izquierdo y fue empeorando hasta perder visión, pero en el 2009 empezó a tener problemas para ver también con su ojo derecho.
Expuso que tras realizarse una operación en el ojo izquierdo que no salió bien, perdió la visión totalmente. Después le dieron la opción de trasplantar algunas células del ojo derecho al izquierdo, lo cual tampoco funcionó.
Actualmente no ve nada con el ojo izquierdo y en el ojo derecho cuenta con una visión del 40 por ciento.
Sin embargo, aseguró que esto no es una limitación, pues para él solo es necesario “estar doblemente atento”, para evitar cometer errores a la hora de tocar el teclado, el instrumento que actualmente domina, a pesar de que originalmente comenzó con la guitarra.
Dijo que desde su incorporación al “Ensamble Anthropos” y a “Petite Jazz Band” ha participado en numerosos eventos, tanto locales como fuera de la ciudad, representando a la UACJ y divulgando el jazz.
Expuso que ha trabajado en perfeccionar su manera de ejecutar las melodías, pero que también busca inspirar y ayudar a formar nuevas generaciones de jazzistas en Ciudad Juárez.
Tal es el caso que apenas hace dos semanas, en una de estas agrupaciones se incorporó Jessica, quien ocupa el puesto de flautista y quien también cuenta con una discapacidad visual.
Benjamín y Karlo han enfrentado sus propias luchas con la discapacidad visual, pero esto también les permitió unirse y crear un espacio donde el talento musical trasciende las barreras físicas.
En Ciudad Juárez, ambos son un ejemplo de que el jazz se ha convertido en un símbolo de esperanza y superación, ya que encontraron en este género una verdadera pasión y una forma de vida.
Datos sobre discapacidad visual en Ciudad Juárez
En la fronteriza Ciudad Juárez, una ciudad que supera el millón y medio de habitantes, existen al menos 30 mil ciudadanos que enfrentan desafíos diarios debido a discapacidades visuales, ya sean totales o parciales.
Lo anterior, según datos del Gobierno Federal, a través de la página Data México, donde de acuerdo con el último Censo de Población y Vivienda del INEGI en el año 2020, de la población total de Ciudad Juárez, 30 mil 210 personas padecían de alguna forma de discapacidad visual.
Mientras que, de acuerdo con información del subsecretario de Desarrollo Humano y Bien Común, Sergio Acosta Liceaga, los afectados por discapacidades visuales constituyen el 2 por ciento de la población de Ciudad Juárez.
Aunque, hasta el momento no cuentan con un censo fidedigno, ya que apenas el año pasado comenzaron con el levantamiento de datos en las colonias y centros comunitarios que corresponden a la jurisdicción del Estado, explicó.
Además, a pesar de que existen organizaciones civiles que promueven la inclusión social y atienden a personas con discapacidad visual, tampoco cuentan con estadísticas recientes, ya que se basan, de igual manera, en los datos proporcionados del INEGI.
En este sentido, la información que es accesible no solo subraya la magnitud del problema sino que también llama la atención sobre la necesidad de implementar políticas inclusivas y programas de apoyo para este grupo de la población.
Sin embargo, dentro de este oscuro panorama de poca información existen personas que han buscado crear un puente entre las personas con discapacidad y la inclusión a una comunidad interesada por la música y los instrumentos.
De los dedos a la música
En la UACJ existe también un profesor que se ha encargado de investigar cómo aprenden música las personas con discapacidad visual.
En el edificio del Centro Universitario de las Artes (CUDA), el doctor Roberto Prieto, profesor e investigador y especialista en educación musical, lidera una revolución en el acceso a la música para personas con esta discapacidad.
Con más de una década de experiencia ha dedicado su carrera a integrar proyectos sociales, musicales y de diseño para la inclusión social, tanto en la propia universidad como en el Centro de Estudios para Invidentes A.C. (CEIAC), donde coordina y dirige el programa de música.
Este programa además de ser una oferta educativa es también una puerta hacia la igualdad de oportunidades y la inclusión para personas con discapacidad visual, señaló.
Explicó que la música ha demostrado que puede influir positivamente en el desarrollo psicomotriz, la memoria, la atención y la coordinación de quienes tienen esta discapacidad, así como puede ayudar a superar las barreras que tradicionalmente los han segregado de espacios públicos y educativos.
Mencionó que el programa que lidera en la asociación civil reforzó la seguridad de niños y adolescentes, quienes han persistido en el camino de la música e incluso algunos continuaron sus estudios en la UACJ y se convirtieron en músicos profesionales.
Prueba de ello es que cuenta con cuatro estudiantes ciegos en la Licenciatura de Música de la UACJ, todos ellos guiados y apoyados por el propio Prieto, desde sus inicios en el programa de CEIAC.
Este camino data desde hace 10 años, cuando enfocó sus investigaciones para crear materiales y libros accesibles que permitan a las personas ciegas adquirir conocimientos musicales.
De tal manera que buscó incorporar en la docencia académica a personas especializadas en la musicografía y en el Braille, con lo que finalmente logró publicar manuales dirigidos a personas con discapacidad visual.
“Ya desde hace más de 10 años me di a la tarea de investigar, de crear materiales y libros para que las personas ciegas pudieran adquirir el conocimiento de la música, de la educación musical por medio de la musicografía. La musicografía es pasar partituras al Braille”, comentó.
El profesor consideró que México es un país que aún requiere de mucho trabajo, pues carece de espacios, lugares y programas incluyentes, así como la misma sociedad (tal vez de manera involuntaria) se ha encargado de segregar a personas con discapacidad visual.
Sin embargo, su trabajo ha influido en la creación de oportunidades equitativas para que los jóvenes puedan continuar sus estudios musicales a nivel profesional, ya que se trata de personas talentosas.
Esto fue lo que lo motivó, al igual que a Karlo y Benjamín, a apoyar a sus estudiantes para formar el cuarteto “Ensamble Música Braille”, conformado por Sebastián Quezada, Luis Castro, Missael Durán y Arturo Urrutia.
Manifestó que solo a través del trabajo en conjunto se podrá hacer un cambio significativo hacia la igualdad de oportunidades para jóvenes con discapacidad visual, no solo en Ciudad Juárez, sino en México y en el mundo.
La historia de Karlo, Benjamín y Roberto refleja que son parte de una comunidad de la escena musical en Ciudad Juárez, en la que han buscado a través del jazz y del Braille la inclusión para aquellos que viven en la oscuridad, pero que buscan brillar con los sonidos de cada instrumento que tocan.