La migración no sólo deja huellas en los caminos, sino también en la mente y en el alma, por lo que quienes cruzan las fronteras físicas, entre país y país en busca de esperanza, cargan algo más que mochilas: llevan cicatrices invisibles.
Así lo adviertió el doctor Alfonso Mercado, psicólogo y académico, quien describió la crisis migratoria actual como una “ola de trauma” que crece sin atención suficiente.
Durante su participación en el Foro Nacional “México y las migraciones en el siglo XXI: Voces que cruzan fronteras”, realizado en el Teatro Gracia Pasquel de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), señaló que los impactos dela migración no terminan al cruzar una frontera.

Declaró que el costo emocional para las personas migrantes es profundo, silencioso y urgente de atender, de acuerdo con su formación durante años en la investigación binacional entre México y Estados Unidos.
Los migrantes centroamericanos enfrentan un trayecto marcado por la violencia, la pobreza, la incertidumbre legal, la exposición constante al rechazo y la xenofobia, explicó el especialista.

Dijo que aunque muchas personas desarrollan resiliencia, el entorno hostil y las políticas antiinmigrantes suelen generar ansiedad, depresión y otros trastornos emocionales, así como gran parte del problema es la falta de atención institucional, debido a que no existen sistemas de salud mental enfocados en este fenómeno ni estrategias reales de contención emocional.
“El trauma no sólo lo sufre quien migra sino que también impacta a quienes los rodean, a familiares, vecinos, comunidades enteras”, añadió.
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Indicó que la discriminación es estructural, por lo que ya no importa si “fue Obama, Trump o Biden”, ya que las reglas cambian poco, pero el daño emocional se acumula y esa herida también es alimentada por factores como la trata de personas, explotación laboral y abusos por parte de grupos delictivos o “polleros”.
Como ejemplo mencionó que el retiro de tambos de agua del desierto, colocados por colectivos humanitarios en diferentes zonas de Estados Unidos por las rutas que atraviesan migrantes, reflejan el rechazo social y la deshumanización que enfrentan las personas en movilidad.
“No tienen las mismas oportunidades que los ciudadanos estadounidenses y, muchas veces, estas personas deben arriesgarlo todo para poder sobrevivir”, lamentó.
Por ello señaló que la salud mental debe considerarse también como un derecho humano en el contexto migratorio, pues si no se trata el trauma ahora, es una problemática que será arrastrada por por generaciones.
Mercado es profesor de Ciencias Psicológicas en la Universidad de Texas en la Costa del Golfo (UTRGV), es especialista en Salud Mental en contextos migratorios, por lo que trabaja en el desarrollo de nuevas guías para evaluaciones psicológicas en tribunales de inmigración y en la capacitación de psicólogos que atienden a personas en movilidad.