Durante tres días, el Centro Histórico de Ciudad Juárez se llenó de color, aromas y música con el Festival de las Culturas Indígenas “Umuki”, un término rarámuli que significa “mujer” celebrado en el marco del Año de la Mujer Indígena.
El evento (en su 13va edición) comenzó con un ritual de purificación: líderes y representantes de comunidades indígenas encendieron copal y realizaron una limpia para purificar el espacio, un acto solemne que marcó el inicio de tres días dedicados a la lucha y resistencia cultural.
Las actividades se extendieron desde la explanada hasta el Museo de la Revolución en la Frontera (MUREF), donde la ceremonia inaugural estuvo a cargo del presidente municipal, Cruz Pérez Cuéllar.

El arranque del evento se llevó a cabo en la sala principal del MUREF, donde quedó montada una exhibición que reúne vestimentas tradicionales, piezas de barro y una selección de fotografías tomadas en las colonias de la sierra.
“Estamos a nada de mostrar de manera permanente la riqueza que tenemos, estamos trabajando para inaugurar el espacio de reconocimiento a la cultura de México, al tener en Juárez culturas de todo el país. Es una riqueza que quizás no hemos valorado lo suficiente, pero será una ventana para mostrar la riqueza al mundo”, comentó.

La muestra incluye paneles que detallan el significado de los bordados, la iconografía de los collares y aspectos de la cosmovisión de cada pueblo, así como entre las piezas figura un retrato que propone una mirada contemporánea sobre la mujer indígena.
El mandatario indicó que este tipo de eventos son de una gran tradición en la ciudad, luego de que se realiza dos veces por año, así como el festival contó con la participación de las comunidades: rarámuri, mixteca, mazahua, chinanteca, zapoteca, purépecha, náhuatl, otomí, wixarika, ndé, tzotzil, cuicateco, popoluca, mazateca, mam y chiricahua.
Adelantó que pronto se estará mostrando de manera permanente la riqueza de las culturas a través del Centro de Pueblos Originarios, un espacio que está en construcción y que una vez listo, albergará a las distintas comunidades que estarán ofertando sus productos a los juarenses, paseños y a todo México.
Mientras que la directora del Instituto Municipal de las Mujeres, Elvira Urrutia Castro, recordó que “Umuki” es un ejercicio intercultural que visibiliza a las mujeres indígenas y fortalece su autonomía.
“Cada vez son ellas quienes organizan la logística y deciden cómo presentarse, y eso es un avance significativo”, señaló Urrutia Castro.
Recorrido por el festival
La transmisión por radio hacia la Sierra Tarahumara permitió que las familias que no pudieron asistir escucharan saludos y vivieran el festival a la distancia, agregó la directora del Instituto Municipal de las Mujeres.
En el MUREF, las fotografías que documentan la vida en las colonias, por ejemplo, la obra titulada “Lorena Imparable”, muestra a la mujer indígena moderna que mira hacia el futuro sin renunciar a sus raíces.
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El recorrido por la explanada ofreció diversos puestos con textiles bordados a mano, sombreros de palma, collares elaborados con cuentas, figuras de barro y alimentos tradicionales como:
pinole y tamales de maíz azul.
Y es que, desde los años sesenta, Ciudad Juárez se fue llenando de nuevos colores y sonidos con la llegada de pueblos indígenas como: los mazahuas, chinantecos, purépechas, zapotecos, huicholes, nahuas, otomíes, mixtecos, n’dees y rarámuri.
Los vestuarios
La llegada de comunidades indigenas hacia la frontera estuvo marcada por distintas dificultades desde su lugar de origen, pero en esta ciudad encontraron un espacio para construir un mosaico multicultural, donde la vestimenta es una de las formas más claras en que cada comunidad comparte su identidad.
Los zapotecos bordan flores de intensos colores en sus prendas como símbolo de feminidad, mientras que su joyería se convierte en un amuleto de protección. Mientras que los huicholes, en cambio, plasman en sus bordados su visión del mundo.

En este sentido, cada diseño que complementa su vestuario honra a la naturaleza y establece un diálogo con sus deidades, al punto que sus collares y telas pueden leerse como mapas del universo sagrado.
Durante el festival, los vestuarios rarámuri atrajeron miradas por la riqueza cromática y la precisión de los bordados.
Xóchitl, una mujer rarámuri que participó en la muestra, explicó que cada prenda tiene un significado: “Cada bordado y cada color cuentan nuestra historia; no es sólo ropa, es historia”.

Refirió que, muchos motivos están ligados a la feminidad y a la protección, así como los collares que usan, además de ser ornamentales, son utilizados como defensa frente a las malas energías en el ambiente.
De tal manera que, cada grupo indígena que llegó a esta frontera, no sólo trajo sus tradiciones a Ciudad Juárz sino también un universo simbólico que sigue vivo en cada hilo, cada color y cada forma de vestir.
Información: Susly Márquez
Edición: Angélica Villegas