Día de la Independencia, de la Revolución, Batalla de Puebla y otras, son el pretexto perfecto para engalanar salones escolares y espacios públicos, y vestir prendas representativas de lo que creemos era la usanza allá por aquellos años en los que no nos tocó vivir.
Trenzas, faldones, sombreros y, por alguna razón, algunos hombres creen que la playera de la Selección Mexicana de Fútbol también es vestirse como mexicano.
Porque los otros días no nos veríamos como mexicanos, sino como personas normales.
Toda esta parafernalia impuesta desde décadas atrás ¿Qué significa para nosotros?
1810 y la Guerra de Independencia surge en el momento en que un grupo de pensadores con más privilegios que la mayoría del país, pero con menos privilegios que quienes gobernaban en el Virreinato tuvieron el coraje para abandonar su zona de confort y luchar por lo que creían era justo.
A ellos, por su puesto, también se unió la gente trabajadora, pero fue sin duda el apoyo de personas con apellidos de casta y con poder adquisitivo para actuar a espaldas de gobierno una gran ayuda para las fuerzas de los rebeldes.
La afrenta era contra el Virreinato, contra la imposición de un gobierno que veía a su pueblo como algo inferior y deleznable, como seres de segundo nivel o tercero.
Y como dicen, México es un pueblo aguerrido lleno de hombres que comen picante y toman tequila sin miedo a una úlcera péptica, nos alzamos en armas.
Y nos incluimos en la gesta, aunque no haya sido en nuestro siglo porque siempre será un orgullo ser valiente y nos proyectamos en aquello que consideramos “cool”, como la sirenita de pelo rojo y Henry Cavill (Superman).
Pero es 2022 y una fila de blancos mexicanos, privilegiados, frente a las cámaras de TV nacional, rodeados de adornos tricolor, en conmemoración al mes patrio se entristecen y lamentan la muerte de una reina que jamás les gobernó.
Porque a los privilegiados ahora no les importa la justicia, sino tener más privilegios ¿A alguien le importa algo relativo a los demás dentro de esta cultura de la meritocracia realmente?
Debayle llora en su programa de radio por una mujer que en el mundo la hace, gente famosa da su pésame en redes sociales, buscan en ellos cualquier cosa que los relacione, aunque sea vagamente, con Inglaterra, para así adueñarse del duelo del país extranjero.
Nadie en este mundo grito más alto “Diosito, sácame de Latinoamérica”, que la cúspide de la de la sociedad mexicana y dan mucha pena ajena.
Y en el mes patrio, llenos de banderitas por todos lados.
Porque no hay reflexión alguna en el vacío y la superficialidad que nos viste de personajes de la lotería dos o tres veces al año.
La nostalgia por los tiempos mejores, por la comida, por aquello que nos dicen una y otra vez que es nuestro país, la música tradicional que nada más escuchamos en festivales.
¿Así se siente México?
Como el país de la fiesta eterna y de la libertad, una fiesta que se interrumpe a veces a balazos y una libertad que no nos permite permanecer fuera de casa en la noche.
Fiestas huecas, dónde se bebe alcohol y se come platillos altos en carbohidratos.
Un placebo, eso son, al igual que tantas otras cosas que nos zampamos sin preguntar, y mientras, la militarización que no es militarización nos hace tener regresiones para nada nostálgicas, dentro de los hogares las familias se matan entre sí con un rango de alrededor de 12 mil llamadas mensuales recibidas al 911, un jueves negro en el que no vi a nadie vestido con sombrero y traje de mariachi cantando.
Un México que no es México, eso es lo que celebramos.
Un día como hoy, pero del 2010, un muchacho que soñó con ser fotoperiodista fue asesinado en Ciudad Juárez.
Así se siente México, porque solo así somos capaces de sentirlo, la realidad es indigerible.