27 de marzo de 2023, operativo de la Policía Municipal en contubernio con agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) por mandato del presidente municipal Cruz Pérez Cuellar, se encargan de “limpiar” la ciudad de migrantes en situación de calle.
Son encarcelados en las instalaciones del INM, lo cual genera una justa protesta de las víctimas, quienes, hasta donde se sabe, inician un incendio que causa la vida, hasta el momento, de 40 víctimas mortales y decenas más hospitalizados. Conclusión: las víctimas son responsables de sus muertes, evadiendo que estaban encerrados en un espacio reservado para su “protección” con garantía del Estado.
Esta tragedia se suma a otras que han hecho con el paso de los años fama internacional a Juárez como una ciudad peligrosa, sin ley, donde se matan mujeres y el crimen organizado asesina a placer.
El Estado policiaco somete a los débiles y disculpa a los criminales. Tanto el gobierno de la 4T, como el de Chihuahua y el municipal, son gobiernos de derecha, sometidos a los designios de EEUU aun en contra de su propia gente.
Sólo les interesa el poder, no hacer el bien. Son gobiernos asesinos, discursivos, mediocres e ineficaces, sumisos al poder empresarial, eclesial o gringo, pero no al servicio de la sociedad.
La política represiva
Juárez lleva 175 años de ser frontera luego de la invasión de EEUU a México (1848) con la pérdida de territorio anexada al primero. Una villa (Paso del Norte) que se convirtió en pueblo y luego en ciudad gracias a la migración, pues la cercanía con el imperio gringo se hizo un atractivo para personas en busca del engañoso “sueño americano”.
Si las ciudades por antonomasia se construyen a partir de población migrante, una ciudad fronteriza como Juárez es imposible imaginarla sin ella. Hasta la fecha, sigue siendo una ciudad de paso.
Conforme el imperialismo gringo se fue convirtiendo en la primera potencia mundial, su soberbia y arrogancia, alimentada por la avaricia y la ambición de poder, no ha dudado desde su fundación en el exterminio y la dominación por medio del racismo, el intervencionismo en otros países y la explotación de recursos de los mismos.
La Doctrina Monroe y su falso “Destino manifiesto”, ha alimentado por siglos el desprecio a la humanidad y envalentonado a regímenes brutales como el Nacional Socialismo en Alemania bajo la idea de la “supremacía blanca” que tanto daño hace a América, África y Asia.
En el presente siglo y a raíz de los enemigos imaginarios de EEUU, su política migratoria se endurece a partir del derribamiento de las Torres Gemelas de Nueva York el once de septiembre del 2001.
No es que les importe proteger a su gente; es el pretexto necesario para invadir países, vigilar a su ciudadanía y, como siempre, echar la culpa de sus desgracias a los extranjeros; por eso, qué mejor que ignorar el daño de su actuar en el mundo, ese causante de muerte, pobredumbre y migración a su país, no haciéndose responsable de sus actos, pero sí de su hipócrita necesidad de mano de obra barata disfrazada de invitación al “país de la libertad”, pero repleta de abusos sin remordimientos.
El discurso de odio
Durante el gobierno de Donald Trump (2018-2020) el crecimiento del discurso xenófobo, racial y antimigrante se expone como política de Estado e inicia una nueva ola de terrorismo blanco y una extensión de su frontera sur hasta Chiapas, México, con el consentimiento del Estado mexicano.
Durante el actual gobierno de López Obrador, el INM se convierte en policía persecutora de migrantes en tránsito hacia EEUU; en una “migra” mexicana que, junto al ejército, la Guardia Nacional y las policías estatales y municipales, roban, extorsionan, violan, golpean y matan a personas migrantes como lo hace el crimen organizado. Tanto el gobierno de México, como el de Chihuahua y el de Juárez, se afanan por complacer los caprichos despóticos gringos, violentando los derechos humanos.
Lo más terrible es el impacto negativo en las mentes y pseudopensar de la gente que, repite sin reflexionar las opiniones y reportajes de periódicos como El Diario o medios como Televisa y otros de ese nivel; apoya acríticamente la buena voluntad de la 4T, olvidándose de su ausencia de justicia hacia temas como la desaparición forzada, el asesinatos de ambientalistas, periodistas y defensores de derechos humanos, más los constantes e inacabables asesinatos de miles de personas “herencia” de los anteriores gobiernos.
A nivel estatal, las organizaciones criminales relacionadas con el narcotráfico controlan buena parte del territorio de Chihuahua, específicamente en la Sierra Tarahumara; mientras a nivel local, tan sólo en marzo van más de cien asesinatos en Ciudad Juárez, pero, “el problema son los migrantes”.
Aporofobia
Es inconcebible de una ciudad como Juárez, la gente olvide que es migrante o descendiente de migrantes y se sumerja en la vorágine de señalamientos, juicios a priori y maltratos a personas en tránsito al vecino país.
Sin embargo, es una práctica vieja, egoísta y mal intencionada. La sociedad juarense en particular y mexicana en general, olvida cómo la tratan cuando va a Estados Unidos; cómo y en qué condiciones llegaron sus padres y abuelos(as) a poblar las ciudades; se posicionan en una falsa plataforma de poder tan sólo por el hecho de haber llegado primero, de “proteger” su lugar del que viene de fuera.
En Ciudad Juárez, la situación que sufren hoy la gente de Centro y Sur América y el Caribe, ya la han sufrido antes connacionales de Durango, Torreón, CDMX, Chipas o Veracruz, por nombrar algunos.
Incapaces de ver las políticas de Estado; empobrecidos por una baja educación cívica y embrutecidos por los afanes diarios del trabajo y sobrevivir a la violencia, la enajenación popular descansa en marcar al otro, al desconocido, al de fuera, no alcanzan o quieren ver las situaciones que empujan la migración.
No es un actuar xenófobo, pues al migrante rico o de estratos altos, no se les toca (nunca he visto una manifestación o queja hacia los empresarios y muy pocas hacia trabajadores de alto rango de la maquiladora) es una reproducción manipulada desde el poder para ver enemigos entre nosotros mismos.
Migrar es un derecho
No se trata de ver todo en blanco y negro, en separar en “buenos” y “malos”, donde el local es el bueno y el de fuera es malo. La inmensa mayoría de quienes migran son personas pobres, de bajos recursos económicos y/o en situación de vida o muerte.
La mayoría no emigran por gusto, sino por las situaciones insoportables de vida en sus lugares de origen (lo cual aplica también para México, Juárez incluido) atravesar México es un peligro mayúsculo para ellos, pero necesario.
En lo más alto de la violencia en la ciudad, en el periodo del 2008 al 2012, durante la infame y todavía vigente “guerra” contra el narco, se estima que hasta cien mil personas salieron de la ciudad para salvar sus vidas, muchas de ellas sin nada más que lo que traían puesto. Migrar es un derecho.
Sin migración no habría humanidad ni civilización. Antes de ensuciarse la boca diciendo estupideces sin sentido y discursos de odio, recuerde que gracias a que humanos salieron de África hace cientos de miles de años, usted está vivo(a).
Alto a la violencia aporofóbica; el enemigo está en la enfermedad del poder político y la avaricia, de quienes cultivan el odio y la división para sacar provecho económico, político y privilegios a costa de la sociedad, que somos todos.