Por Frank Caballero
Es muy notable para el ojo agudo cómo sucede que, desde el desbaratamiento de la Avenida 16 de septiembre, por causas muy aplaudidas “entre unos cuantos” corruptos y avariciosos, en donde la bolsa para la codicia fue de 9 mil millones y 3 mil millones destinados para el ViveBús para el desarrollo de la obra del innecesario, inservible e ilegal BRT II.
En toda esa avenida, de forma peculiar y muy suspicaz, se adquirieron o adueñaron de muchas propiedades que se encontraban en el ocio y abandono, aparentemente.
La esquina de Avenida 16 de Septiembre y Paraguay, la esquina de avenida16 de Septiembre y Venezuela, donde anteriormente fue el Hotel Sylvias.
En la esquina Avenida 16 de Septiembre y Argentina, el vecindario que será demolido atrás de la gasolinera, también en el cruce con la Anáhuac y Constitución, Francisco Villa y Gregorio M. Solís.
En este último tramo donde ya hay excavaciones, muy probablemente para una gasolinera, frente a una escuela y para atorar más el tráfico de la zona.
Otros lugares aledaños a la Avenida, ya están siendo demolidos y algunos en proceso de edificación. Otros con la encomienda para “despojo” como lo es ahora el histórico ícono cultural del “Mercado Juárez”.
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¿Quiénes de los mortales comunes en esta ciudad pueden adquirir bienes y propiedades de alto valor económico en el ramo inmobiliario, en medio de una pandemia y la crisis económica que ésta representa?
Aparentemente, todos aprovecharon que se destruía la Avenida 16 de septiembre y todos esos compradores pensaron igual.
“Debemos comprar para invertir ahora, porque ya conocemos a dónde apunta el futuro de esta ciudad sin calles, sin alcantarillado, sin drenaje, sin iluminación suficiente, con muy poca seguridad, hasta con vertederos de aguas negras, imitando fuentes danzarinas y un río caudaloso de aguas residuales”, pudieron pensar.
Sería torpeza, un desperdicio, no comprar en una ciudad tan vibrante como ésta.
O bien será que aquellos que festejaron y planearon la destrucción de la Avenida 16 de Septiembre, donde el brillante pretexto fue el BRT II.
¿Será que hicieron todo un plan para con ese mismo dinero comprar y quedarse con todo “el rancho”?
Haría falta una investigación a fondo en donde participará la Secretaría de la Función Pública, obviando que no castigarán a nadie.
Tampoco se devolverá “un cinco” del dinero. Solo será para esclarecer, evidenciar quién o quiénes son los “felices compradores”.