En los últimos cuatro años, la Fiscalía General del Estado de Chihuahua abrió 98 carpetas de investigación por ataques sexuales en contra de personas adultas mayores.
Esto significa que, en promedio, mensualmente durante los últimos cuatro años, dos adultos mayores fueron violentados o abusados sexualmente.
En todos los casos se trata de personas cuya edad es igual o superior a los 60 años, así como en su gran mayoría son mujeres y 12 fueron hombres, de acuerdo con varias solicitudes realizadas en la Plataforma Nacional de Transparencia.
Los datos presentados por las autoridades revelaron que 48 carpetas de investigación fueron abiertas por violación y otras 50 por el delito de abuso sexual.
Las mujeres adultas mayores que sufren abuso sexual además son víctimas de discriminación, pues de acuerdo con la concepción del sistema machista, este tipo de mujer “perdió” su valor, comenta Celída Torres, coordinadora del Área de Interseccionalidad del Instituto Municipal de la Mujeres.
Expone que la violencia sexual es una de las que se presentan con más frecuencia en todas las etapas de vida de las mujeres, aunque en el caso de las personas en este grupo de la población se trata de una doble violación a sus derechos humanos, por edad y por género.
“La violencia sexual hacia las mujeres adultas mayores tiene mucho que ver con la violencia de género, porque la mujer, como ya no puede concebir ni generar dinero, se tiene la concepción errónea en el sistema machista de que ya perdió su valor”, señala.
Al igual que en el caso de otras víctimas de abuso que pertenecen a otros grupos etarios, la funcionaria refiere que los responsables suelen ser personas cercanas a ellas.
Según con los datos obtenidos por Transparencia, en el caso de las carpetas de investigación abiertas por violación en el 2019 se registraron 11 víctimas mujeres; en el 2020, nueve mujeres y dos hombres; en el 2021, 15 mujeres y un hombre, mientras que de enero a junio de este 2022 se abrieron ocho carpetas de mujeres y dos de hombres.
En lo correspondiente a casos por abuso sexual, en el 2019 se registraron 12 mujeres y dos hombres; en el 2020, 10 mujeres y un hombre; en el 2021, 13 mujeres y un hombre, así como de enero a junio de este año se han registrado ocho casos de mujeres y dos de hombres. Además, se suma un caso en dónde el sexo de la víctima no fue especificado.
Al respecto, Yadira Cortés, de la Red Mesa de Mujeres, refiere que en algunas ocasiones han acompañado a adultas mayores víctimas de violencia y que el número que reflejan las estadísticas es pequeño ante la cifra real.
Explica que a estos casos se deben incluir los ataques hacia mujeres que se dan en el seno familiar, especialmente por parte de cónyuges, los cuales son clasificados como “violencia intrafamiliar”.
“Muchas veces los hechos se dan por la pareja. Hemos atendido casos de esposos, con muchos años de casados, en dónde sufren de violencia familiar incluyendo la violencia sexual. La fiscalía desglosa y categoriza las violencias. Al cierre del mes de julio, tenemos carpetas abiertas por violencia familiar 4 mil 278, pero de estás no nos dice cuántas incluyen la violencia sexual”, explicó.
Para ejemplificar eso, relata el caso de una víctima que, tras casi 40 años de casada, decidió denunciar a su marido por atacarla y dejarla mal herida.
Tras atarla y golpearla, platica la activista, la mujer terminó con lesiones que en ocasiones anteriores no había tenido, lo que la motivó a denunciar, pero la cuestión sexual no había sido un detonante, pues entre parejas es algo normalizado.
“No identifican y no lo nombran y no queda asentado en la denuncia y por ende no es enjuiciado por ese delito y las sentencias no van con la carga suficiente”, añade.
Asegura que nada más en el mes de agosto, la organización civil a la que pertenece apoyó a dos víctimas de violencia intrafamiliar que fueron abusadas de diversos modos por sus maridos, incluyendo la vía sexual.
Señala que este tipo de violencia está por lo regular muy ligada a la violencia económica, pues sus victimarios suelen -además de agredirles físicamente- quitarles los apoyos económicos que reciben para subsistir, valiéndose de que sus víctimas, por la imposibilidad física de movilidad o la vergüenza de interponer una denuncia, se quedarán calladas.
“Las personas no denuncian ese delito primero por vergüenza y después porque sus agresores también son sus sobrinos o hijos y la cuestión filial pesa mucho. Denuncian cuando alguien se da cuenta y las lleva a denunciar, porque muchas de estas adultas mayores ni siquiera tienen como trasladarse o pueden moverse”, indica.
AGRESIÓN = PODER
Jesús Manuel García, psicólogo, gerontólogo y además coordinador el programa de Gerontología en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), apunta que la violencia sexual tiene relación con una situación donde el agresor busca ejercer poder, por lo que nadie está exento de ser víctima.
“Parte del ejercicio del poder y la sumisión de las víctimas, y tenemos que pensar en las personas mayores no como vulnerables sino vulneradas, porque no podemos hablar de una generalidad. Hay personas que son activas y autosuficientes, pero otras que no tienen acceso a oportunidades o recursos para mejorar su calidad de vida”, indica el gerontólogo.
Igualmente coincidió en qué al ser los abusadores personas cercanas a ellas, las víctimas prefieren no denunciar, especialmente los hombres, en quienes pesan más los estereotipos de género y el machismo.
“Estamos viendo una población que creemos intocable por los estigmas de la vejez, los vemos como personas que ya no son sexualizadas, cuando la identidad sexual se lleva hasta el final, por lo que se hace necesario también visualizarlos como posibles víctimas. Es parte del paradigma que tenemos que cambiar porque la violencia ataca a personas de todas las edades”, dice.
Debido a ello, también se hace necesario crear políticas públicas de prevención de abuso sexual que los incluyan y que los defiendan de todas las demás violencias de las que son víctimas, pues considera que las personas adultas mayores son las más olvidadas en cuanto a la defensa de sus derechos humanos y procuración de bienestar.
“Ahorita estamos hablando de un problema como el abuso sexual, pero muchas veces somos omisos de como se ignora y se atiende a la persona mayor sin importar el problema, y en contextos de inclusión, no se les considera”, concluye.