El colectivo Angeles Mensajeros encabezó un memorial por las personas migrantes fallecidas el pasado lunes 27 de marzo, en el incendio registrado al interior del Instituto Nacional de Migración de Ciudad Juárez.
Personas de distintas nacionalidades se dieron cita a las afueras de la fatídica edificación, en donde 40 personas perdieron la vida a raíz del incendio, a las que se unieron los mismos migrantes apostados en el campamento junto a la Presidencia Municipal.
El homenaje
Cuarenta veladoras fueron marcadas a modo de estigma; cada una de ellas con el nombre de una de las víctimas del fuego.
Uno de los asistentes, con solemnidad, tomó uno de los candiles de vaso transparente y cera blanca; cinco letras grabadas con pintura formaban en conjunto una palabra: Jesús.
Jesús no es un simple sustantivo, sino una historia inconclusa; una aventura que finalizó en el fuego y que dejó enlutada a toda una familia.
Un solo fósforo encendió el pabilo que dió la honra al ausente, cuyo nombre fue recitado en voz alta por un hombre, otro migrante, al cual, la congregación aglomerada en el sitio gritó la palabra «Justicia» al unísono.
Con distintas velas, con distintos nombres y con diferentes personas, el acto fue repetido 39 veces más.
La bendición y exigencia
Luego del acto protocolario, un pastor evangélico pronunció un breve discurso en el que llamaba a la unidad, a la hermandad, posteriormente repartió piezas de pan y vasos de vino a los asistentes, en representación de un acto religioso.
Luego del breve convivio, el pastor bendijo a los fallecidos, a los sobrevivientes, a sus familias y a los asistentes del tributo.
#Migracion | Las 40 víctimas fatales en el INM fueron honradas este miércoles afuera de las instalaciones por la asociación religiosa "Ángeles Mensajeros" 🧵
— Circuito Frontera (@Circuitofronte1) April 5, 2023
📷 Fabián Ramírez pic.twitter.com/P1cIxrFtKb
El pastor, quien encabeza el colectivo Angeles Mensajeros (quien tambien dirigió una esenificación del viacrucis en el bordo del Río Bravo, durante el lunes 2 de abril), pidió a las autoridades la destrucción de las instalaciones del INM y que en el sitio se erija un memorial para los migrantes.
Las pintas
La algarabía imperó cerca de media hora luego de la bendición.
Entre el tumulto, algunas personas trajeron una manta azul y botes de pintura blanca; el trozo de tela de alrededor de cinco metros de largo fue tendido sobre la banqueta y, al cabo de unos instantes, perdió la uniformidad del color, ya que con distintas caligrafías, fue impregnado con los nombres de todas las víctimas.
Hubo quienes imprimieron la palma de su mano con pintura azul clara, mientras que otros, dibujaron con calma las banderas de El Salvador, Honduras y Venezuela. Esta última enmarcada con una zigzagueante linea roja que dividía la manta en dos partes y representaba la sangre de quienes partieron de este mundo durante la vigésima séptima noche del tercer mes del año.