Eran las 2 de la tarde cuando Carlos Alberto llegó a las instalaciones del centro de Rescate y Adopción de Mascotas del Municipio (RAMM), con el firme objetivo de adoptar a un cachorro, a quien ahora llamaría “perrijo”.
Con teléfono en mano, el joven le dijo a la recepcionista que había ido por su perrito, ya que luego de ver publicaciones en Facebook decidió realizar la adopción y procedió a mostrar la fotografía.
La médico veterinario encargada atravesó la zona de las oficinas para ingresar a las jaulas donde acorde con César René Díaz Gutiérrez, titular de la Dirección de Ecología del Municipio, hay 61 caninos resguardados, además de otros 14 en el Centro de Bienestar Animal, mismos que están en observación.
Tras de recorrer cerca de 20 jaulas, la joven doctora ingresó a la indicada, donde luego de una breve “persecución” logró capturar al cachorro de aproximadamente tres meses de edad y de raza mestiza, de color arena con manchitas café.

Durante el camino de regreso, la zootecnista relató que la camada de perritos a la que pertenece el recién extraído habían nacido sin colita y con una gran sonrisa, el “lomito” fue entregado a su nuevo responsable, quien mostró su identificación oficial y aportó sus datos de localización para llenar la forma con la cual se comprometía en proteger al pequeñín, ahora el nuevo integrante de la familia Rodríguez Espinoza.
Luego del papeleo, la doctora sacó la colchoneta con tinta verde con la cual impregnaría las patitas del can para que este también firmara su acta de nacimiento.
En un lapso de cinco meses, Carlos Alberto tendrá que regresar al RAMM para que el cachorro sea esterilizado, lo cual es un requisito indispensable para la adopción.
El rostro del nuevo padre estaba ilustrado de felicidad y relató que había elegido al cachorro porque le recordaba a una amiguita canina que había fallecido.
Un periodo papeleo de aproximadamente 10 minutos fue el necesario para cambiar la vida de un perro y pasar de la jaula del RAMM al interior de un hogar.
“En mi familia nos han inculcado que (las mascotas) son parte de la familia. Ahorita ya no es una mascota para mí, ya no es como que ‘ah un perro’. No, al contrario, ahora es un perrijo”.
Tal manera, ahora padre y “perrijo” se retiraron contentos de lugar para integrarse a una nueva dinámica familiar.