La falta de infraestructura adecuada en el sistema de drenaje está generando problemas que comprometen la calidad del agua destinada a la agricultura y, por ende, la producción agrícola de la zona.
Lo anterior, luego de que mil 850 hectómetros cúbicos de agua es la cantidad del vital líquido que Estados Unidos tiene el compromiso de entregar anualmente a México, según el Tratado de Aguas de 1944.
Esto equivale a 185 mil metros cúbicos de agua o 185 millones de litros, lo cual basta para el consumo diario de un millón 850 mil personas, ya que, acorde con la Organización Mundial de la Salud, una persona requiere 100 litros de agua al día para satisfacer sus necesidades tanto de consumo como de saneamiento.
El líquido brota desde las presas Elefante y El Caballo, donde hay retención pluvial, recorre el Río Grande, cuyo nombre cambia en la frontera a Río Bravo, el cual atraviesa gran parte del territorio fronterizo, desde Ciudad Juárez hasta desembocar en el Golfo de México.
El líquido es utilizado, principalmente, como agua de riego y beneficia a los agricultores de la zona del Valle de Juárez.
Sin embargo, la infraestructura del drenaje en la zona de la colonia Felipe Ángeles, Franja del río y Altavista es deficiente, tanto que una parte del agua residual desemboca en la ribera del Río Bravo.
Gran parte de la zona norponiente, la cual tiene una elevación mayor respecto a las demás zonas de la ciudad, tienen canales de desagüe que desembocan justamente en el río.
Lamentablemente, la cultura de muchos ciudadanos se ve reflejada en el mal cuidado y la sociedad de los diques y desagües pluviales.
En su momento, muchas de las estructuras que alguna vez fueron pasos naturales del agua de escurrimiento, desde la Sierra de Juárez hasta el río, ahora están llenas de basura.
El agua estancada y contaminada puede tener como características el mal olor y la coloración verdosa y son justamente estas características las que se pueden observar en los riachuelos y desagües del norponiente; agua que llega directamente a los campos de siembra del valle de Juárez.
Los desechos que dejan los pobladores van desde colillas de cigarro, animales muertos, basura doméstica hasta muebles.
El agua es capaz de intervenir en el proceso de descomposición de materia orgánica, la cual, acorde con un estudio presentado por el Fondo para la Comunicación y la Educación Ambiental AC, puede causar una disminución en el oxígeno de esta y causar la putrefacción, lo que representa riesgo para los organismos acuáticos.
Esto es debido a su necesidad de oxígeno y la competencia por su adquisición, así como la imposibilidad de evitar un área donde hay agua en putrefacción.
Pero este no es el único riesgo, ya que durante la descomposición orgánica hay aumento en la cantidad de microbios y bacterias en el líquido, las cuales representan un peligro para los seres vivos.