En Ciudad Juárez hay muchas historias oscuras sobre las pifias del sistema penal. Unas veces, parece que las personas con graves crímenes son exoneradas sin más, mientras que otras con ofensas menores, pero sin los recursos para una adecuada defensa, pagan por los primeros.
Hace más de 16 años en esta localidad se pudo constatar un ejemplo de lo anterior que ante la opinión público demostró que los “verdaderos delincuentes” no son el blanco de la justicia.
Adoptar o trasladar animales que se encuentra sitios naturales es una práctica que expertos señalan como riesgosa. Dependiendo del ejemplar, los riesgos involucran problemas sanitarios, pero también legales, de los que muchas personas no están al tanto.
Muy tarde se enteró de ello Manuel Cadena Villalobos, un hombre cuya vida fue sacudida ante la amenaza de cárcel, por el simple hecho de haber tomado una tortuga cuando se encontraba pescando en el Río Bravo.
El miércoles 27 de agosto del año 2008, Manuel, de entonces 35 años de edad y quien trabajaba como mesero en un bar de la localidad, se encontraba pescando en el Río Bravo, el cual, quedaba muy cerca de su domicilio en la colonia Altavista.
El hombre vivía con su madre, la señora María de Jesús Villalobos Sánchez, quien lo describía como una persona que siempre sintió mucha curiosidad y amor por la naturaleza.
Manuel estaba en el caudal aquella tarde cuando repentinamente descubrió una curiosa tortuga, muy grande, que le pareció bellísima.
Sin meditarlo y extrañado por el tamaño del animal, decidió tomarla para llevarla a su trabajo y mostrársela a sus compañeros.
No obstante, al caminar por la calle se topó con elementos de la Policía Municipal, quienes le cuestionaron por el animal y le informaron que tendría que ser llevado ante las autoridades por el delito de posesión de fauna silvestre.
En medios de comunicación quedaron registradas sus primeras declaraciones tras los hechos, en donde decía que al ser notificado de ello, fue puesto preso, sin que se le aclararan los detalles sobre su situación jurídica y sin permitirle comunicación con su familia o seres queridos.
En ese momento, el hombre expresó que su intención no era dañar a la tortuga o mantenerla en su casa, sólo quería mostrársela a sus amigos y luego regresarla.
Además, en el territorio del caudal no existe ningún anuncio que alerte a los visitantes sobre la presencia de animales como este y la prohibición de tomarlos.
Se trataba de una especie protegida, una tortuga Apalone. Según Wikipedia, esta especie se caracteriza por tener el caparazón rugoso y de color claro, aunque esta última varía a veces, puede tornarse amarilla o con pequeñas manchas o tonalidades.
Las hembras pueden medir hasta 50 centímetros, y los machos hasta 25. Su nariz tiene forma de trompa y tienen un cuello largo que les permite respirar sin tener que moverse del fondo del agua. Pero también está en peligro de extinción, siendo el Río Bravo su habitat natural.
En el momento de su estadía al interior del entonces Centro de Readaptación Social (CERESO), la principal preocupación de Manuel era que le habían impuesto una multa de 23 mil pesos.
Además había dejado sola a su mamá y que temía no volver a conseguir trabajo estableciendo este hecho como antecedentes penales en su currículum de vida.
El caso provocó la indignación de los juarenses, incluso, liderados por la familia, realizaron una manifestación con máscaras de los personajes de las Tortugas Ninja.
Los manifestantes marcharon desde la Catedral hasta la Presidencia Municipal con el fin de llamar la atención del entonces alcalde de Ciudad Juárez, José Reyes Ferriz.
La finalidad era que el edil intercediera por Manuel, pues había actuado sin dolo y la situación era risible, luego de que justo en aquellos años, la impunidad y la violencia en la comunidad se estaban exacerbando. El alcalde los ignoró.
Tras la intercesión de un abogado que se ofreció en su defensa y la colaboración económica de la fundación Telmex, así como la presión de los medios de comunicación, el hombre logró salir de la cárcel con un expediente limpio tras estar 28 días preso.
Algo curioso en este caso es que según archivos periodísticos, unas semanas después del hallazgo de esta tortuga, otros ejemplates fueron encontrados en unos terrenos desocupados en Hacienda de las Torres, muy lejos del Río Bravo.
Sin embargo, luego de saber lo que había ocurrido con Manuel, quienes las encontraron no las tomaron y avisaron a las autoridades cuanto antes, con temor de sufrir represalias legales.
En esa ocasión se trataba de dos tortugas, de 40 y 50 centímetros, halladas cada una por vecinas del sector.
La anécdota quedó en la memoria de la población juarense, por lo que a veces se bromea sobre este caso, pero también se aprendió una lección: No sacar a las tortugas del Río Bravo.
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