Se presume que Marisela González Vargas, desaparecida el 26 de Mayo del 2011, se encuentra en situación de calle en la ciudad de Tijuana, donde a través de redes sociales aseguran haberla visto
Betty recuerda que un día de julio, revisando sus redes sociales, durante su descanso de la jornada laboral en la maquila, recibió un mensaje por Facebook en donde le aseguraban que habían visto a su hermana desaparecida… pero a mil 198.8 kilómetros de distancia.
Once horas y veintiún minutos es el tiempo que le tomaría, en caso de que el “pitazo” fuera cierto, ir desde Ciudad Juárez hasta Tijuana para encontrar a su hermana, quien tiene más de 10 años desaparecida.
No lo pensó dos veces y su decisión es contundente: ir a buscar a Marisela González Vargas, su hermana menor.
Sin embargo, el inconveniente no era sólo el dinero para el pasaje, que tampoco tenía, sino viajar en medio de circunstancias adversas. Un reto más durante un periodo en que miles de ciudadanos en el mundo sufrían por los estragos de la pandemia por Covid-19.
A pesar de ello, en medio de la crisis sanitaria, con medidas extremas muchos estados del país, había un motivo más fuerte para ignorar las precauciones que las autoridades solicitaron, narra.
Marisela desapareció el 26 de Mayo del 2011. Eran alrededor de las dos de la tarde la última vez que la vieron; afuera de las instalaciones del reclusorio estatal de esta frontera, en el Centro de Readaptación Social para Adultos (Cereso), cuando ella y una amiga acudieron a visitar a un familiar.
Pero ese día, que era jueves, Marisela no tenía la intención de entrar al penal, pues se quedó de ver con una persona afuera de las instalaciones para entregar un encargo, relata Betty.
“Lo que anduve investigando es que cuando Marisela desparece iba saliendo del Cereso. Un amigo del esposo la mandó a entregar un ‘cuadro’ afuera de las instalaciones y dicen que se la llevó un carro”, relata Betty.
El penal está ubicado en la calle Barranco Azul, una calle al sur de la ciudad, en una calle larga, donde hay algunos complejos maquiladores, en medio de la zona habitacional y el alumbrado público no funciona; sólo algunos postes alumbran el camino en la oscuridad. Inseguro para transitar de día o de noche y más para las mujeres.
“Ellas salieron juntas. Le dijo a mi hermana que no fuera tonta, pero ella nomas le puso una bolsa del Smart. Su amiga entró al Cereso, pero dice que cuando salió, mi hermana ya no estaba”, manifiesta.
Betty platica que después de días, cuando pusieron el reporte ante las autoridades, un testigo dijo que vio cómo subían a Marisela en un carro y nunca la volvieron a ver.
Camino por recorrer
Desde entonces comenzó un arduo camino para la familia Vargas. Marisela tenía cuatro hijos cuando desapareció: Edgar, Bryan, Kevin y Keyla. En la actualidad de 17, 14, 11 y 10 años, respectivamente, quienes quedaron a cargo de su abuela Irma.
La mujer de 60 años que el pasado mayo pasado se jubiló de su trabajo como soldadora en una maquila de la ciudad; ya estaba cansada de buscar a su hija sin obtener resultados. Ahora ya no da entrevistas.
Betty, siempre la estuvo acompañando en la búsqueda de Marisela. Como si hubiera heredado la responsabilidad, es ella quien ahora se hizo cargo de esta tarea, pese a tener sus propias limitantes: tiene cinco hijos y un empleo como operadora en “Lear”.
Refiere que ha utilizado el tiempo de sus vacaciones para emprender acciones de búsqueda o de pega de pesquisas de su hermana o investigando por su cuenta qué fue lo que realmente pasó y dónde está Marisela, ya que tampoco tienen un cadáver para enterrar por lo que presumen, aún está viva.
“Me mandaron una foto en Facebook. Salió en los últimos de julio del 2020. Las fotos que me mandaron las comparé con las que yo tengo. Las tenía mi mamá y cuando las vio se andaba desmayando, me dijo ‘es mi hija, ve por ella y tráemela”, comenta.
Sus ahorros eran apenas de cuatro mil pesos, mientras que el pasaje de Ciudad Juárez a Tijuana superaba los cinco mil. Tuvo que pedir un préstamo en la maquiladora y su madre consiguió el resto.
En total, pasó cinco días en Tijuana, pero no fue hasta el tercer día en que las autoridades de la zona la acompañaron con el fin de localizar a su hermana.
“Yo me fui sola por mi cuenta”, suelta un suspiró recordándolo. Hace una pausa y prosigue “Fui a buscarla a las calles donde me dijeron que la habían visto”.
No sabe cuántas calles recorrió y recuerda levemente los nombres, tan sólo algunas referencias, la calle Otay o la Gato Bronco, pero sí que fueron muchas horas de caminar en una ciudad desconocida.
Con las referencias que le dieron a través de Facebook, agradece a Dios que pudo llegar a los puntos en donde le dijeron que la habían visto: el primer punto eran unos cuartos por el Centro.
Presume que su hermana se encuentra en situación de calle, viviendo en casas abandonadas, en algún picadero o rentando cuando le alcanza el dinero. Las imágenes que le mandaron, al parecer de Marisela, son de una chica indigente.
Ahí fue a donde “supuestamente estuvo”, expone. Se enteró de que Marisela estaba rentando en una casa y fue a visitar a la señora que le mandó las fotos por mensaje instantáneo.
Cuando llegó a la dirección de su informante sólo se encontraba un niño afuera de la casa, su mamá era la mensajera, pero estaba ausente de la vivienda. Betty esperó durante casi una hora.
“Ya vino la señora y le expliqué que estaba buscando a mi hermana. Me dijo ‘yo sé dónde la puede encontrar. Está por el Gato Bronco, ahí estaba rentando, pero empezó a robar y la echaron”, indica con pesar.
Se dirigió al complejo habitacional donde al parecer su hermana estuvo viviendo, pero no tuvo éxito. Ella no estaba y los vecinos tampoco sabían nada de su paradero.
Aunque, el guardia del lugar la arribó y le dijo que la conocía, que él conocía a la mujer de la foto.
“Me habló un guardia. Me dio ‘santo y seña’ de lo que tenía mi hermana. Nadie me había dicho eso. Me dijo de la cesárea que tenía, de los tatuajes. Pero ya no sabía dónde estaba”, relata.
“¿Dónde anda loca?”
La última vez que Betty fue a solicitar apoyo de la Fiscalía Especializada de la Mujer (FEM) en Ciudad Juárez fue hace más de un año, ya que considera que la investigación está detenida y los trámites son lentos.
“Nosotros somos los investigadores y sí se dieron cuenta cuando fui a Tijuana, les avisé. Quedaron de mandar un oficio para allá, pero no mandaron nada. Ya cuando me fui, me hablaron a los tres días, me dijo la licenciada “¿Dónde anda loca?”, pero nomás”, señala.
Explica que, para ese entonces, acudió con un comandante de la Policía en Tijuana, de quien no recuerda el nombre.
Durante su estancia en Tijuana, Betty inició con una pega de pesquisas desde el primer día, por lo que al poco tiempo comenzó a recibir llamadas con información sobre su hermana.
Por ejemplo, una mujer le dijo que la habían visto en “Tacos Walter”, un establecimiento donde venden mariscos, a donde supuestamente Marisela acudía de manera regular cuando tenía hambre, ya que le regalaban la comida.
“Fui ahí. Me dijo la señora “aquí viene a comer como a las 4 de la tarde. Vengase y aquí la encuentra”. Pues les avisé a los comisionados y me llevaron a la zona y todo, y nunca vimos nada. Ahí estuvimos mucho tiempo”, relata.
Sin embargo, la ayuda por parte de las corporaciones de esa ciudad sólo le dieron acompañamiento durante el tercer día. El cuarto y quinto día siguió por su cuenta, como al inicio.
Betty interrumpía la entrevista de vez en cuando, ya que cuida de sus nietos y, en momentos, paraba para brindarles un abrazo y un apoyo maternal: “ya, ya bebé”.
Su historia resultó en una serie de eventos similares: recibir instrucciones, dirigirse a la dirección y preguntar con los colonos de la zona, con los comerciantes, incluso ingresar a espacios poco seguros, pues además entró a “picaderos” y casas abandonadas.
“Antes de venirme a Juárez me empezó a llamar mucha gente. Empecé a pegar pesquisas y venía mi número de teléfono. Anduve en la calle por todas partes. Hay mucha gente que marcó. Anduve también con los drogadictos, pero no”, lamenta.
El tiempo se le agotó. A pesar de que ella quería permanecer más tiempo en Tijuana, pues estaba segura que la iba a encontrar, pero se terminaban sus días de descanso y lo que tenía de dinero para permanecer allá.
Los números
Las desapariciones de mujeres en Ciudad Juárez, históricamente están relacionadas con los feminicidios, un municipio en donde se ha posicionado como los más violentos contra este género durante décadas.
Tan solo durante el 2020, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo de Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), 3 mil 723 mujeres fueron víctimas de feminicidio y homicidio doloso (940 y 2 mil 783, respectivamente), en el país.
Ciudad Juárez encabezó la lista de los municipios en donde más feminicidios se cometieron, con un total de 19.
Además, este municipio concentra el 46 por ciento del total de feminicidios que se registran en el estado, según información de la Fiscalía Especializada de la Mujer.
Hasta septiembre de este 2021, en la localidad se han registrado al menos 132 casos de mujeres víctimas de homicidio doloso, además de 9 fallecimientos tipificados como feminicidio, da a conocer personal de la instancia.
Mientras que, Yadira Cortez, integrante de la organización civil Red Mesa de Mujeres, confirma el dato de los decesos de mujeres en lo que va del año.
Julio Castañeda, vocero de la FEM, informa también que durante este año se han presentado 202 reportes de mujeres desaparecidas, de los cuales 12 continúan vigentes.
A su vez, Ileana Espinoza, responsable de proyectos y trabajo social del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, refiere que existen diversas razones por las que las mujeres son desaparecidas.
Explica que, en el caso de algunas mujeres, los motivos son porque son testigos o víctimas de un delito, porque viven una situación de violencia familiar o por amenazas de grupos criminales.
En los casos de los noventas, las mujeres desparecían por trabajar en la maquiladora, por su condición de clase y condición de edad.
También porque son víctimas de explotación o “trata de blancas”, tráfico de personas o porque son víctimas de delitos en situaciones donde está vinculada la Policía o la Fiscalía.
Además de que la falta de personal en las corporaciones ha reducido las líneas de investigación en estos casos o las búsquedas, pues hay ausencia de la correcta aplicación de los protocolos de búsqueda como el Alba, Amber y el Homologado.
Recalca que apenas hace algunas semanas Chihuahua se tipificó como un estado en alerta de género, sin embargo, aún existen muchas carencias.
Al respecto, existe un cúmulo de expedientes de carpetas de investigación por los delitos de desaparición de mujeres y feminicidios en la dependencia gubernamental, según señala Guillermo Asiaín, presidente de la Mesa de Seguridad y Justicia en Ciudad Juárez.
Comenta que se requiere triplicar el número de agentes de investigación con que cuenta la FEM, ya que existe una preocupación latente, debido a las miles de carpetas de investigación rezagadas por este tema, mientras que, de acuerdo a datos oficiales, sólo el 15 por ciento de los casos de violencia de género se resuelven.
Solicitud expresa a Marisela
“Si ella leyera esto, le diría que la estamos esperando con los brazos abiertos. Que mi mamá no va a descansar hasta encontrarla. Son las últimas esperanzas de encontrarla. Que venga con sus hijos y con nosotros”, pide.
Los niños también son huérfanos de padre, pues él, fue otra de las muertes registradas por homicidio doloso durante el 2010, año en que se reconoce cómo el más violento de Ciudad Juárez, con un total de 3 mil 39 casos.
Explica que su madre Irma se hizo cargo de los hijos de Marisela, pero no tiene la misma energía que hace diez años. Los más grandes ya se hicieron a la idea de que no la volverán a ver, pero los chicos la siguen esperando.
“La mera verdad, sí quieren encontrarla, pero los más grandes piensan que pues ya, ya se murió. Me dicen “Ya tía, ya. Ya no la busquen. No salió mi mamá, ya murió. (…)”, pero yo no dejo de ver las fotos”, expresa.
Las pesquisas
Hasta la fecha han transcurrido 10 años y 4 meses, o bien, 3 mil 776 días desde que los cuatro hijos de Marisela no saben de ella.
El día que Marisela desapareció vestía un pantalón de mezclilla y unos huaraches con una flor enfrente.
Como señas particulares, según las pesquisas boletinadas por la entonces Fiscalía General del Estado de Chihuahua, la mujer tenía los tatuajes de “LUPE” y “BEBE” en el pecho; un tatuaje de una hoja de mariguana y en el tobillo derecho otro con la palabra “Tiburones X”, así como tres puntos en la muñeca derecha.
Aunque su viaje a Tijuana no fue totalmente en vano, pues aun cuando las autoridades de Chihuahua no le brindaron apoyo, en Baja California la Fiscalía boletinó la información de Marisela, aunque con algunos meses de diferencia…
En diciembre del año pasado estuvo circulando la información sobre la desaparición de Marisela:
“La Fiscalía General de la República solicita el apoyo de la ciudadanía para localizar a Marisela González Vargas.
Media filiación: tatuajes en pie izquierdo, espalda baja y en el tórax a la altura del pecho.
El reportante manifiesta que desapareció a los 26 años en el Municipio de Ciudad Juárez, Chihuahua, el 26 de mayo del 2011. Tenía cuatro hijos al momento de extraviarse”, Nota de Ensenada publicada el 17 de diciembre 2020.
Beatriz González Vargas, “Betty”, continúa pegando pesquisas, juntando de sus ahorros y su aguinaldo para continuar la búsqueda y siempre deja su número telefónico, para en caso de que alguna persona que tenga información pueda contactarla: 656-3-53-67-94.