Es diciembre y, en la mayoría de los casos, las fiestas tradicionales obligan a las personas a convivir con su familia, amistades y colegas laborales. Esta situación resulta agradable, pero también para algunas personas, como Leonardo, resultan ser motivo de ansiedad y depresión.
“Voy a reuniones y puedo estar sentado en la misma mesa que el progenitor y actúa como si no me conociera, pero eso es mejor a qué me diga “hija’”, expresa.
Leonardo es un hombre trans de 37 años, su transición inició en el 2017, comparte que las primeras personas en saber sobre su decisión fueron amistades cercanas, quienes le aceptaron de inmediato.
“La mayoría de mis amistades ya se lo esperaban y es así como comienzo por cortarme el cabello y cambiar un poco mi forma de vestir pues nunca antes me vestí de forma abiertamente masculina”, relata.
Desde ese momento, convivir en las fiestas familiares o laborales le resultaba incómodo, pues su círculo cercano le comenzaba a llamar por su nombre, pero no así su familia y compañeros y compañeras de trabajo, a quienes temía decirles por vergüenza.
El pasado 2018 inició labores en una empresa con políticas de inclusión, en donde su nombre fue respetado aun cuando en su documentación oficial aún no había cambios.
“En esta etapa se lo comunique a las personas más jóvenes, primos y hermanos, quienes lo tomaron muy bien, solo preocupados que el proceso hormonal no fuera dañino. Tuve que dejar ese trabajo y comencé a experimentar discriminación por primera vez en mi vida, la gente hacia comentarios a mi alrededor y burlas”, cuenta.
No obstante, ese mismo año logra cambiar legalmente de nombre, cosa que le costó mucho esfuerzo, debido a que su trámite fue uno de los primeros en haberse realizado en el estado.
“Recuerdo que fue esa primera navidad, que ya tenía un nuevo empleo que tuve que decirles a mis tíos lo que pasaba, les mostré mi credencial y les expliqué que en mi nuevo trabajo nadie sabía que soy trans y si ellos me nombraban en público de otra manera me exponían.
Poco a poco algunos tíos comenzaron a hacer el esfuerzo de al menos no llamarme en femenino, nos tomó tiempo acostumbrarnos, pasaron dos años y el tratamiento hormonal avanzó de manera favorable”, dice Leonardo.
Sin embargo, tuvieron resistencia de respetar su petición uno de sus hermanos y su padre, por lo que “después de otra incómoda Navidad”, tuvo que confrontarlos y en enero del 2020 les dijo que podían respetarlo y aceptarlo o era mejor no volver a hablar.
Preguntas incómodas
Ana María Trevizo, psicóloga clínica y activista por los derechos humanos y de la comunidad LGBT, explica que estas fechas pueden ser especialmente complejas para las personas cuya identidad de género o preferencia sexual no coincide con la heteronorma.
Refiere que especialmente en estas fechas, además de traer depresión, también hay quienes pueden presentar ansiedad, sobre todo para las personas LGBT, porque existe esta situación de que no pueden pasar las fiestas con sus parejas.
“Sabemos que en nuestras familias, con mamá y papá, todas las personas heterosexuales llevan o presentan a sus parejas , aprovechan estas fechas para presentar a sus parejas en casa, y debido al prejuicio, pues no llevan a sus parejas o si las llevan los presentan como un amigo o una amiga. Esto también si puede representar un poco de ansiedad”, señala.
La situación puede ser más compleja ante preguntas incómodas, cuya respuesta pudiera revelar los detalles personales de la vida sexual de las personas, haciendo que prefieran simplemente evitar las fiestas o aislarse para no exponerse.
“Ya en familia, que te empiezan a preguntar si eres mujer ‘¿Y tu novio?’ Y tal vez no puedes decir ‘No hay novio, es novia’. Para mí sería importante tener en cuenta que necesitamos ser empáticos con las personas que nunca nos han presentado una pareja o que nunca han decidido llevar una pareja a la convivencia familiar y evitar este tipo de preguntas”, dice.
También que es necesario eliminar el paradigma de que todas las personas deben estar en pareja y con hijos. Incluso podría ser alguien heterosexual que acaba de perder a su pareja y al hacerle la pregunta puede ponerse triste”, señala.
Todo esto sin añadir el factor de que las festividades, por sí mismas, representan una constante presión social y económica para comprar regalos y acudir a fiestas.
“Uno puede notar que las personas se aíslan cuando ya sea el momento de la convivencia de la cena. Hay personas que prefieren quedarse en su habitación, conviven poco o definitivamente no conviven con el resto de la familia. Creo que existe una gran presión para el asunto material, de los regalos, entonces, a estas presiones sociales que usualmente existen en estas temporadas se suma también la presión de ser quien es uno”, apunta.
Un lugar seguro
Ignacio Díaz, activista y secretario ejecutivo del Consejo Municipal para Prevenir la Discriminación (Compred), explica que esta situación es algo frecuente, aunque pocas veces expuesto.
“Por años, las personas LGBT, en estas temporadas decembrinas, al momento de que las familias se empiezan a juntar para celebrar estas fechas, en muchas ocasiones, hemos tenido que fingir ser heterosexuales para no incomodar a algunos de los integrantes de la familia. Esta situación es solamente para quienes realmente no somos libres de expresar y de actuar conforme lo que somos”, expresa.
Trevizo recuerda que la decisión de dar a conocer la identidad de género o la preferencia sexual, es algo muy personal, que cada quien en lo individual debe considerar según su contexto.
“Para todos y todas hay su tiempo, nadie le debe explicaciones a nadie y por lo tanto, si no se siente segura o seguro de “salir del closet”, que no lo haga, que espere a que sea el momento donde sí sienta que está en un espacio seguro, que no se le va a juzgar, que se le va a respetar.
No hay ninguna presión porque para todas y todos nos llega el momento de una forma diferente y, también eso, si no quieren responder, por ejemplo, la pregunta de ¿Dónde está tu pareja?, pues puede responder que no necesariamente todos tenemos la necesidad de tener una pareja”, comenta.
Díaz expresa que esta situación también puede verse reflejada en ambientes laborales y que, para algunas personas, el acto de no estar presente es una forma de exigir respeto. En estas circunstancias, las amistades son un gran aliado.
Todavía hay una gran cantidad de personas que siempre buscan no tener ese tipo de conflictos y se aíslan, pero pasan por etapas de angustia, desesperación y depresión, agrega.
“Al no querer convivir con su familia biológica, optan por tener reuniones con su familia social, pues es con las personas que la mayor parte del tiempo tienen el apoyo desde lo económico y la vivienda hasta para cuestiones de salud”, cuenta.
Poco a poco
Díaz consideró que la sociedad ha evolucionado un poco en cuestión del respeto hacia las personas por la orientación sexual, especialmente entre los grupos etarios más jóvenes.
“Hay quienes en estas fechas ya tratan precisamente de ser quien son, sin importar realmente la aceptación o no, pues lo que se busca es el respeto por parte de algunos de los integrantes de la familia.
Por parte de estas nuevas generaciones es para aplaudirse porque realmente lo que estamos buscando es eso, el respeto”, señala.
Leonardo expresa que la dinámica entorno a su familia ha mejorado un poco con los años.
“Al inicio yo no iba a las fiestas por eso, por qué era incómodo que me llamarán por mi antiguo nombre, pero con los años la familia lo ha tomado bien; aunque cuando digo familia, hablo de mis 2 hermanos, mis primos y tíos y cada vez convivo más y está me ilusiona”, expresa.
Actualmente, sigue sin mantener contacto con su hermano y su padre, aunque señala que la vida es más sencilla cuando se percibe la seguridad que brinda el apoyo y acompañamiento familiar.
“Teniendo eso, créeme, la discriminación no pega tanto, fue complejo el proceso de aceptación personal y externarlo es sumamente difícil pero cuando es tomado a bien es lo mejor del mundo. Muchas personas dicen que ‘¿Cómo aceptar a quien no se acepta?’. Al contrario, el amor propio comienza cuando uno descubre lo que es y está dispuesto a hacer todo por ser una persona plena y feliz, aunque eso incomode a gente metiche que no puede soportar la valentía de algunas personas. Tenemos de luchar por nuestro derecho a vivir una vida plena y ser como somos”, menciona.