Las Hormigas es una organización que se incrustó en una de las zonas más conflictivas de la frontera para dar atención psicológica a las familias afectadas por la violencia y la carestía
Anapra es una tierra que se cuece aparte. Es un apéndice en el salvaje oeste de Juárez. El abandono gubernamental y la falta de infraestructura hacen de este polvoso paraje un caldo de cultivo para el narcotráfico, la violencia, el tráfico de personas y la pobreza crónica.
La violencia, el abandono y el maltrato doméstico aquí se dan al extremo, lo que genera una mayor vulnerabilidad psicológica para sus habitantes incluidos miles de niños que han quedado atrapados ente la violencia, la pobreza y la incapacidad de sus padres para manejar emociones.
En medio de esta tormenta, hace 22 años nació Las Hormigas, una organización que se incrustó en el corazón de Anapra para dar servicios psicológicos y rescatar las emociones y las mentes de padres e hijos.
Patricia Téllez es terapeuta del lenguaje en Las Hormigas desde 2011. Explica que la vigilancia policiaca es poca y la cercanía con Estados Unidos hace de este lugar un paraíso para la delincuencia.
Explica que este lugar es la única opción de vivienda para miles de trabajadores de maquiladora que ganan salarios precarios, pues es más barato.
Su centro de trabajo se divide en dos. Uno es un pequeño cuarto de 4 metros cuadrados donde da terapia a padres e hijos. A veces juntos, a veces separados caminan la senda de la sanación.
El otro es una sala grande de unos 100 metros cuadrados lleno de material didáctico estilo Montessori, con el que da atención a los niños y desarrollan sus habilidades emocionales, cognitivas y de comunicación.
Armada de amor y paciencia, Téllez se entrega a la pequeña “Rosa”, quien con mucha atención sigue sus divertidas instrucciones: lleva y trae tablas pintadas de colores que le ayudan a comprender los primeros números.
Otras 4 guías trabajan de cerca y de forma similar con una decena de niños, a quienes tratan con mucho amor y respeto. Es un trato que no siempre tienen en casa.
Téllez explica que en esta zona los padres de familia tienen que trabajar largas jornadas con horas extra para ganar más dinero y sortear los gastos que un hogar requiere.
La situación genera mucho abandono, con el que se complementa una tormenta perfecta para la psique de los niños.
En el corazón de muchas de las viviendas de esta zona, la violencia doméstica y el maltrato infantil, el abuso y el abandono en el mejor de los casos son el pan de cada día.
Las Hormigas surgió atendiendo a toda esta problemática. Se ubican en las calles Charal y Coahuila, a una cuadra de Rancho Anapra, 6 calles antes de salir de la colonia rumbo a Jerónimo-Santa Teresa.
Han ido evolucionando sus métodos y actualmente se basan en dos programas con los que atienden a una pequeña parte de esta población vulnerable.
Su programa educativo Sonrisas en el Desierto mantiene una atención constante de hasta 60 niños de entre 3 y medio y 12 años, a quienes se les fortalecen sus habilidades emocionales y sociales y a quienes se les apoya para mejorar el aprendizaje escolar.
En este programa educadoras y psicólogas ayudan a los niños a desarrollar sus habilidades emocionales a través de dinámicas y materiales didácticos con técnicas parecidas al método Montessori.
Además trabajan con sesiones terapéuticas de la mano de los padres o abuelos de los niños para lograr que los cambios se den desde el hogar.
“Si no hay cambios en sus casas todo lo que hacemos aquí no sirve de nada”, explica Téllez.
El otro programa, Historias de Sol y Arena pretende que las personas mayores obtengan mayor consciencia y sanación psicológica.
Cuando los adultos cambian, explica la terapeuta, los niños reciben otro tipo de atención y empieza un ciclo de mejora en el hogar, que se traslada a la comunidad.
Se trata de talleres en los que participan padres e hijos o tutores y niños, en los que aprenden a mejorar las relaciones entre ellos.
Ambos programas llevan a los usuarios a darse cuenta de la necesidad de tomar terapia. Las Hormigas cuentan con 2 terapeutas que dan servicio a cada uno de los participantes de ambos programas para sesiones hasta dos veces por semana.
Actualmente se encuentran en proceso de sumar a otros dos terapeutas, una tarea que se ha vuelto difícil porque son pocos los psicólogos y educadores que tienen la suficiente confianza para aceptar un trabajo en la zona.
Reciben salario completo gracias a la aportación de varias fundaciones, entre ellas la Fundación del Empresariado Chihuahuense (Fechac) Fortalessa y otros donadores independientes e internacionales.
Con esos fondos sostienen el equipo de 10 personas entre administrativos y operativos que manejan el lugar.
“Hemos visto que funciona”, explica Téllez. Tras más de 10 años trabajando en Las Hormigas, dice que ya le ha tocado impactar a varias generaciones.
“Hemos recibido al tío y a un sobrino en los que ya se notan los cambios, ya han cambiado la forma de manejar sus emociones, y el sobrino ya no carga con lo mismo que traía el tío”, agrega.
Dice que de no ser por una intervención de este tipo, muchos de los niños se mantendrían en el mismo ciclo de comportamiento, arrastrando los mismos problemas que les dejaron sus padres y transmitiéndolos a las siguientes generaciones.
Agrega que también se nota un impacto en la comunidad, que está alimentado por la llegada de nuevas fuentes de empleo, como un Smart.
Añade que el modelo de Las Hormigas está siendo tomado por una organización que abrirá un espacio similar en el suroriente de la ciudad, en donde se enfrenta un problemática similar.
Las personas que deseen contactarlos pueden solicitar información al número de teléfono 656-627-34-72. También por WhatsApp al 656-122-29-27.