La temporada del 2010 fue un año que marcó a la ciudadanía juarense; la violencia desmedida dejó 3 mil 39 víctimas de homicidio doloso, sin contar a los múltiples heridos de los que no se tiene estadística.
Esto provocó que se la movilización de las corporaciones policiacas de los tres niveles de gobierno, pero también de héroes anónimos que socorren a cualquiera que lo necesite, quienes incluso ponen su vida en riesgo para salvar la de su prójimo.
Así es como vivieron Magaly y Juan Manuel ese fatal 2010, quienes son técnicos en urgencias médicas y que, comúnmente, se les conoce como paramédicos.
Su labor comenzó desde hace más de 20 años, pero también este es casi el mismo tiempo que tienen juntos como pareja.
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Magaly Cárdenas tiene 24 años laborando en el área de Socorros de la Cruz Roja, pertenece al área de rescate urbano desde hace 19 años y, además, fue paramédico ciclista durante 17.
Mientras que Juan Manuel Ramos fue bombero durante 26 años, a la par que era paramédico por medio tiempo en la Cruz Roja; ahora que está jubilado se dedica a esta labor de tiempo completo.
Ambos platican que fueron compañeros durante años, pero no se conocieron hasta un congreso fuera de la ciudad, donde coincidió en que trabajaran juntos y desde entonces son pareja.
Los dos, al igual que los 21 paramédicos de la Cruz Roja, les ha tocado vivir situaciones complicadas, además de los accidentes, pues una época muy difícil fue cuando la violencia estuvo con más auge en esta frontera.
Magaly refirió que en ocasiones no podían llegar a ciertos lugares a atender a los heridos, pues los mismos integrantes de grupos criminales les impedían el paso.
«A mí me tocó cuando empezaron la guerra de grupos, de conflictos armados. Me tocó estar en medio de todo eso y llegar y ver hasta 12 o 15 lesionados en los centros de rehabilitación, en los bares, en los gimnasios, en los restaurantes y hasta en media calle. Pero nos tocaba llegar a trasladar a mucha gente en camiones públicos porque era tanta que para estar dando vueltas en las ambulancias no nos alcanzaba el tiempo», platicó.
Refirió que incluso les prestaban camiones las empresas y subían a las personas heridas y ahí mismo las iban atendiendo.
Comentó que desde el 2007 al 2010 fueron las temporadas más difíciles, aunque «la violencia aún no se termina», pero ya no son las circunstancias en que debían atender decenas de personas en un mismo hecho.
También que tuvieron que modificar su uniforme, para no ser confundidos con policías cuando se encontraron en momentos donde había personas heridas y que se encontraban integrantes de grupos armados.
«Hubo un momento en que nos amenazaban, pero la misma gente nos pedían que les ayudaramos. Andamos junto con los militares y resguardaban las zonas», comentó.
Mientras que Juan Manuel Ramos explicó que debido a esta situación, en Ciudad Juárez incluso se creó un protocolo de seguridad llamado «Acceso más seguro», precisamente por la inseguridad que había y que después se replicó en otras partes de la República Mexicana.
«Hubo un momento en que a las ambulancias de otras corporaciones no los dejan entrar porque traían equipo táctico y los veían más como policías. Entonces a nosotros nos pusieron estos petos, estos chalecos porque era visible desde lejos que era Cruz Roja y ellos tenían la conciencia de atendemos y se van. A lo mejor los demás compañeros hacían lo mismo, pero como traen mucho instrumental táctico, no los dejaban», agregó Magaly.
Los primeros años
El hombre contó que, debido a su labor como “apaga-fuegos”, si la ocasión lo requería, debía alternarse entre ser paramédico o ser bombero, por lo que tuvo que medir la prioridad en el momento de los accidentes.
Relató que una vez que cumplió los 21 años supo que ser paramédico era una de las labores en las que quería desempeñarse, aunque también se convirtió en bombero, unos años después.
«Entré aquí primero y estuve 26 años de Bombero. Una vez nos tocó un choque y empezó el incendio en el motor el otro muchacho nos decía ‘ándale vamos a sacarlo rápido porque va a explotar’ y le dije que no, vamos a trabajar primero con el paciente. Afirmativamennte, en lo que estabamos trabajando con el muchacho, llegaron los bomberos y contuvieron el incendio», dijo.
Señaló que la primera vez que vio a una persona muerta lo impactó, ya que se paralizó, aunque tuvo que sobreponerse en el momento, pues había más personas a su alrededor a quien tenía que ayudar.
Indicaron que como voluntarios de la institución altruista deben cumplir con 12 horas de trabajo, aunque se les da una remuneración solo por la mitad de esta jornada.
Sin embargo, este trabajo les gusta tanto que lo hacen con gusto, pues incluso, hubo ocasiones en que laboraron durante semanas sin días de descanso.
Juan Manuel señaló que para ser técnico en urgencias médicas deben completar estudios durante un año, aunque esta capacitación nunca es suficiente, ya que deben tomar cursos y talleres de manera constante para contar con mejores herramientas a la hora de atender a la población.
También que han asistido a congresos nacionales e internacionales en diferentes áreas, lo cual depende de la especialización que cada paramédico quiera tener.
Ambos coincidieron en que otra parte difícil de su trabajo que es atender a niños y adultos mayores, así como este tipo de casos son los que les han afectado.
«Lo más difícil siempre van a ser niños y adultos mayores, pero más niños», recalcó Magaly.
A pesar de algunas malas experiencias, los dos refirieron amar esta profesión, la cual piensan continuar desempeñando por el tiempo que sea necesario.