Luego de que los rayos del sol comiencen a atenuar, cientos de familias juarenses acuden por tradición a convivir en el Parque Borunda.
Y es que este icónico sitio tiene 82 años en el corazón de los ciudadanos, ya que su inauguración data del 28 de febrero de 1941.
Situado entre las calles Vicente Guerrero y 16 de Septiembre, “el Borunda” ganó adeptos, pues era de los pocos espacios de su tipo, debido a la distribución geográfica de la ciudad en ese entonces.
Luego del “boom” de la expansión de Ciudad Juárez, continuaba como un sitio turístico en el que se podía pasar momentos de tranquilidad y convivencia.
Para la década de los setentas fueron instalados los primeros juegos mecánicos, lo cual renovó la popularidad de este ícono juarense.
Pero, ¿Y la comida?
Como parte de la tradición mexicana, los vendedores ambulantes de comida no podían hacerse esperar.
Durante las tardes y noches de aglomeración familiar, había quienes en sus carretas llevaban dulces y alimentos para deleitar a los presentes.
Poco a poco, los vendedores dejaron de ser ambulantes y quedaron instalados semifijos en el sector central del parque.
Lentamente había más puestos, con más variedad de alimentos para todos los gustos y necesidades de los asistentes.
El Güero y sus famosos elotes
Al momento de preguntar cuáles son los mejores elotes de la ciudad, puede haber discrepancia entre las opiniones.
Sin embargo alguien que está en la terna como el contendiente más famoso y más citado es “El Güero”, quien además de deleitar el estómago con su producto, te hace un momento ameno con su talento de dicharachero.
El personaje oferta elotes enteros y de vaso, pero con distintos niveles de picor, desde el chile suavecito, “masomenos” y el que pica mucho.
“Lo que observo es que a la gente le gusta comer puro mugrero. Es lo que he visto. No hay otra más que comer puro mugrero”, relató con ironía al señalar a quienes joviales comían su elote.
Al menos 40 años de tradición respaldan a El Güero que junto con sus empleados, diariamente dan atención a un gran cúmulo de consumidores a quienes no les importa hacer una larga fila para comprar su anhelado botín.
Sin preocupaciones ni consideraciones, El Güero hace alarde de su agudo sentido del albur para ponerte en apuros, mientras pides cada uno de los ingredientes para que el producto quede a tu exacto gusto.
Las preparación acompañada del dicharacheo es la combinación perfecta para pasar un gran momento.
Momentos
Desde la llegada por la calle Gregorio M. Solís, el paisaje es enervante. La primera vista te regala un oscuro paisaje arbolado, mientras que al fondo, las luces de los jueguitos contrastan en perfecto equilibrio a la vista.
Las bancas bajo los árboles son un perfecto lugar para los enamorados que buscan la penumbra para luchar por el ansiado beso.
Al avanzar rumbo al epicentro de las luces están los juegos clásicos de un parque: pasamanos, columpios y resbaladillas, donde niños juegan con alegría mientras son cuidados por sus padres.
Si el avance continúa podrás observar el teatro del pueblo donde el fin de semana hay música en vivo, shows de artistas locales e incluso un espacio para el baile y los concursos.
Ya en el corazón del parque encuentras los juegos mecánicos, los legendarios, los arraigados, los cuales son rodeados cíclicamente por el trenecito que, por cierto, siempre va lleno.
Música, dulces, antojitos, jueguitos y muchas risas son una pequeña porción descriptible de lo que puedes encontrar en el Parque Borunda, donde literalmente puedes deleitar todos los sentidos.