Han pasado 30 años desde que Jaime salió de su pueblo en busca de mejores oportunidades para su familia. Actualmente tiene un negocio en Ciudad Juárez y, a pesar de que casi todos hablan español, se siente muy orgulloso de hablar la lengua mixteca, originaria de su región.
Platica que esta lengua es algo que se está perdiendo, sin embargo, trata, en la medida de lo posible preservarla.
“Como en mi pueblo no hay empleo (…) Se trabaja temporal lo que es este mes de junio a agosto se siembra, la cosecha se levanta en noviembre a diciembre, si llueve se levanta buena cosecha. Lo que se siembra es maíz, frijol, calabaza, pero no se vende es para consumo de la familia”, cuenta Jaime Nicolás Bazán.
Nació en San Simón Zahuatlán Huajuapan de León Oaxaca, tiene 50 años y vive con sus siete hijos y su esposa. Juntos tienen un negocio donde venden productos originarios de su región, como dulces típicos, mezcal de agave y de crema.
Dice que está muy orgulloso de sus hijos, pues tres de ellos están en la universidad cursando las licenciaturas de Administración de Empresas, Educación y Psicología. Mientras que los más pequeños están en la primaria y secundaria.
El hombre indica que tras la partida de su pueblo tuvo que dejar a sus padres y a sus amigos, pero la falta de oportunidades de trabajo y estudio para sus hijos lo obligaron a migrar hacia el norte del país, por lo que terminó estableciéndose en Ciudad Juárez.
Jaime señala que a su pueblo le hace falta más empleo para que la gente no emigre, pero también más escuelas de nivel básico, media superior y superior.
Tiene un pequeño puesto de los productos típicos de región que oferta en las instalaciones del Parque Central, donde se ubica todos los días.
“Yo en mis tiempos nomás terminé la primaria y después hice la lucha para terminar la secundaria, pero ya después, ya de grande porque no tuve la oportunidad de mi pueblo”, menciona.
Jaime cuenta con bonitos recuerdos de su lugar de origen, entre ellos, a su santo, el cual se festeja cada 28 de octubre; sus fiestas típicas, como la de labranza que se organiza por una mayordomía de 20 a 30 personas o la fiesta patronal, donde toda la gente va a comer y a disfrutar del baile.
Sin embargo, por el momento no puede regresar a este lugar que lo vio nacer, ya que sus hijos están en la escuela, pero no se olvida de sus familiares ni de sus amigos, a quienes espera volver a ver.
“Estoy muy agradecido aquí con Juárez porque me ha dado poquito para yo poder darle estudio a mis hijos (…) Me he sacrificado mucho cuando migre y ahorita ya estoy viviendo un poquito mejor”, platica.