“(…) La muerte nada, nada guarda.
O el tiempo o la memoria
que me vivieron
me hacen llorar en desmedida
cada noche y cada día:
mejor es irme
y dejar cada cosa en su lugar
y permitir que las horas nos dejen (…)”
Fernando Salazar Torres
Este 13 de mayo de 2024 falleció Fernando Salazar Torres. Los amigos lo recordamos con nostalgia. Era un hombre con una curiosidad innata.
El 11 de marzo del presente año, me dejó una nota en el Messenger. Cuando preguntó por la salud de un familiar cercano. Me dijo: “Que vaya todo bien. Se necesita mucha fuerza, ánimo y ayuda”. El 15 de abril pasado le saludé por su cumpleaños. Ya sin respuesta.
Comparto algo breve del lado que no conocemos.
Fernando estudió Economía, pero no se tituló. Inició la carrera de Filosofía, fue ahí donde volvió a encontrarse con la poesía, ya lo había hecho a la edad de ocho años. Se consideraba un ser humano anarquista, contrario a la idea del reduccionismo. Crítico de que las ideologías y los dogmas limitaban al individuo.
Hace tres años, escuché una entrevista que le haría Florentino Díaz, en el programa Ciudad Poética, Educación y Cultura. Y a partir de ese encuentro, me acerqué a sus estudios y también a su labor como gestor cultural.
Fernando siempre se interesó en la lógica formal. Logró establecer una conexión entre la filosofía y a la literatura en dos momentos cruciales; durante su proyecto de tesis para la licenciatura en filosofía, cuando estudió al poeta alemán Holderlin y, más adelante, en su etapa de maestía, al realizar un análisis sobre el desplazamiento del campo semántico en la filosofía.
En su mente surgían varias preguntas: “¿Cómo el autor logra la construcción de un poema? ¿Qué pasaría si ese poema no era escrito en español, sino en otro idioma? ¿Cómo la filosofía basada en un pensamiento antropológico era vinculante con la literatura?”, esos son aspectos interesantes a considerar al formular una opinión o al desarrollar un ensayo.
La propuesta de Piaget sobre la interacción entre factores hereditarios y ambientales, así como la aplicación de una herramienta dinámica, como la filología, otorga un nuevo significado a las obras literarias, filosóficas y de investigación.
El 14 de abril de 2023 intercambiamos mensajes por Messenger y seguido por llamada mediante la plataforma de WhatsApp. Cuando le pregunte si él pensaba que se estaba gestando otro boom literario. Me respondió: “−No”. Y continuó: “(…) Lamento decir que las grandes editoriales solo miran libros comerciales; pero son las pequeñas, las desconocidas, quienes tienen en sus catálogos interesantes propuestas literarias”.
Mire diferente replantear a la revista delatripa, narrativa y algo más como un espacio en donde las “librerías, editores y editoriales independientes” puedan promover a sus escritores y poetas. Y esperar por un nuevo boom literario o por un cambio de paradigma.
Fernando Salazar Torres fue un joven innovador, investigador, filósofo, estadista, con su partida nos dejó una luz. Una Luminosidad que tenemos que gestar. No me imaginé que moriría y hasta el momento sigo sin creer que ya no está. Pero su voz y su luz seguirá en el recuerdo de quienes lo vimos compartir sus conocimientos. Su luz en el entorno filosófico literario del mundo.
¡Ah, el mirlo!
Ya no canta
Ya no…