Una joven deja el hogar familiar para entrar a la universidad. Lejos del amparo de sus padres, los ritos de iniciación y la libertad repentina abren la puerta a descubrimientos inesperados.
Bajo esta premisa, la cual podría pertenecer a cualquier relato sobre la adolescencia, es llevada al extremo en Raw (2016), la ópera prima de la directora francesa Julia Ducournau.
La historia sigue a Justine, una joven brillante y tímida que proviene de una familia de veterinarios estrictamente vegetarianos que, al ingresar a la escuela de veterinaria, Justine se enfrenta a un mundo hostil, marcado por rituales extraños, presión social y una convivencia feroz.
Pero pronto, lo que comienza como una transgresión alimenticia despierta en ella una pulsión que se vuelve cada vez más difícil de controlar; se destapan sus instintos carnales asociados con la ingesta de carne.
A través de una narrativa intensa y estilizada, Ducournau construye un relato de madurez con tintes de horror corporal. Las imágenes, a veces difíciles de ver, no están ahí para provocar por provocar, sino para profundizar en la transformación psicológica y física de su protagonista.
La cámara íntima, la iluminación cruda y la banda sonora minimalista completan un retrato brutalmente honesto sobre el deseo, la represión y la herencia familiar.
Presentada en festivales internacionales como Cannes y ganadora del Premio FIPRESCI en el Festival de Toronto, Raw se convirtió en una de las películas más impactantes de la última década, no sólo por su crudeza literal y simbólica sino también por la forma en la que explora la identidad, el deseo y los límites del cuerpo humano.
Lejos de los clichés del género, Raw no se limita a los sobresaltos del terror tradicional. Se trata de una película que confronta, que obliga a mirar más allá de lo evidente, y que, sin necesidad de mostrarlo todo, deja una huella difícil de borrar.
Para quienes buscan cine que incomoda, provoca y deja preguntas abiertas, Raw es una experiencia imperdible. No es una película para todos los estómagos, pero sí para quienes aprecian el horror con fondo y estilo.