Debajo del Puente Negro, donde se mezcla con el viento del desierto y lo que fuera el Río Bravo, la frontera volvió a encontrarse a través del color en “Under the Bridge”, un evento que reunió a más de 150 artistas urbanos, crews, colectivos, familias y visitantes.
Los pasados sábado 29 y domingo 30 de noviembre, la comunidad transformó ese talud gris en un corredor artístico de música, graffiti y bazares, pues lo que comenzó como un encuentro autogestivo ahora se perfila como uno de los festivales culturales más significativos de la región.
Yorch, uno de los organizadores, platicó a Circuito Frontera que esta fue la quinta edición y la tercera de manera consecutiva tras concluir el periodo de pandemia, en donde participaron más de 150 personas.

Aunque se podrían contar más de 500 en esta edición, luego de que hubo quienes pasaron a convivir, otros vendieron comida y artículos, además se presentaron eventos artísticos y culturales como «Norteño vs Cumbia vol 3».
Desde sus orígenes, él y Shuky Zapata han llevado el evento, pero este año la estructura creció, donde participaron personas con roles más definidos y con un equipo más sólido detrás, pues el área del bazar reunió a cerca de 20 expositores de arte y artesanías, mientras que unos 15 puestos de comida se acomodaron a un costado del puente.
Todo se coordinó a través de una convocatoria previa que buscó garantizar diversidad y evitar repeticiones, pero aunque registraron formalmente a unas 32 personas, la realidad fue otra, refirió Shuky, también organizador del evento.
“Pintando hubo entre 150 y 160 artistas, sin contar a la gente que llegó solo a dejar un tag, a convivir o apoyar a un compa. En total, fueron entre 450 y 500 personas participando en algún momento», dijo.
Under the bridge edición 2025 / Fotos: Francisco Servín y Daniel Ochoa
Yorch señaló que organizar un evento binacional implicó coordinación entre artistas de Ciudad Juárez, El Paso, Nuevo México, Oaxaca, Zacatecas, Torreón y otras ciudades, además que pasa por procesos de comunicación, seguridad, logística y, sobre todo, financiamiento.
“Ya merece ser un festival con apoyo. El siguiente año necesitamos una banda fuerte, alguien de renombre para cerrar. Esto ya tiene el tamaño para dar ese salto”, agregó.
Mientras que para Shuky, el primer reto siempre es el mismo: la autogestión, luego de que son una organización independiente y es complicado levantar todo con recursos propios, pues nadie cobra, pero los que participan acuden porque creen en el proyecto.
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“Juárez es dura, somos críticos entre nosotros. La gente espera calidad. Y eso nos obliga a ofrecer algo a la altura, aunque no tengamos los recursos de una capital”, declaró Shuky.
Aun así, ambos coincidieron en que la respuesta del público transformó lo que el festival significa, pues este año llegaron más familias, más crews ciclistas, más jóvenes que pintaron por primera vez y más mujeres.
Con este evento, la frontera se convirtió en una galería abierta donde se cruzaron activistas, artistas urbanos, emprendedores y espectadores que encontraron un espacio contestatario y creativo, un muro que tiene un diálogo visual, dijo Shuky.

Las metas para el futuro también están claras, pues buscan seguir creciendo desde la autogestión, extender el corredor hacia el oriente, para atraer a artistas nacionales e internacionales, con el fin de profesionalizar la estructura y mantener la esencia comunitaria.
Bajo el Puente Negro, “Under the Bridge” demostró que, incluso en un punto donde la frontera divide, el arte puede reunir, a través de la música norteña, la cumbia, el hip hop y la pinta de murales nuevos y viejos.
Por ello, se podría decir, que el pasado fin de semana Ciudad Juárez se apropió del espacio público que el muro intenta dividir y, aunque fuera por unas horas, la frontera fue un puente y una limitación.
**CON ENTREVISTAS DE FRANCISCO SERVÍN**







