Más allá de los peligros reales que se le han atribuido a la zona Centro de Ciudad Juárez, existen también en el imaginario local diversos fantasmas, apariciones y psicofonías que amenazan con acosarte por las noches.
Desde el fantasma de una novia que se volvió loca hasta los espectros de todo un batallón revolucionario que puede atacarte sin aviso a mitad de la noche, o los gritos de un hombre que enfrentó una de las muertes más dolorosas que puedas imaginarte.
Estas son tres historias de fantasmas que tienen en común el sitio de sus apariciones: El Centro Histórico de la localidad.
La batalla continúa en el mas allá
Se le conoce como Centro Histórico al área de la ciudad ubicada al norte de la localidad, cerca de la frontera con Estados Unidos, donde se pueden encontrar las primeras colonias y los edificios más antiguos en la historia de esta frontera.
Diversos historiadores y cronistas, como hubiera sido en vida Felipe Talavera, aseguraban que, al ser estos sitios en dónde se registraron los primeros asentamientos de la comunidad, estos mismos también fueros testigos de las batallas en las que esta comunidad se vio involucrada.
Una de estas sería la Toma de Ciudad de Juárez, durante la cual, como en cualquier batalla, un número indefinido de personas perdió la vida de manera violenta y súbita.
El historiador explicaba, por ejemplo, que en las calles Insurgentes y Perú existión una estructura que los soldados usaban como trinchera, y en donde, sin duda, muchos de ellos perdieron la vida ante ataques enemigos.
Otra esctructura abandonada que el historiador reconoció pudo haber sido un sitio de batalla fue las antiguas instalaciones del Canal 5.
Estas moradas se extienden en diversos sitios por las calles aledañas, como la colonia El Barreal, en donde hay registros de personas que en medio de la noche y sin previo aviso, fueron atacadas por un batallón fantasma.
En distinto tiempo, momentos y sitios, pobladores y visitantes de aquella área de la ciudad, han hablado acerca de apariciones de soldados, hombres armados dispuestos al ataque, así como el sonido de cosas rotas y agresiones.
La gente supone que se trata de aquellos soldados que murieron en cumplimiento de su deber, y cuya alma, debido a la naturaleza de su muerte violenta, esta encadenada a estos espacios.
Una agonía sin fin
Pero más aterrador que morir en combate, puede ser morir en acero hirviendo y, más aun, estar condenado s sufrir esta muerte una y otra vez por la eternidad.
Esto es lo que se presume le ocurrió a un juarense, quien hace varias décadas trabaja fundiendo metales, exactamente en una casa ubicada en lo que hoy se conoce como “La Plaza del Monumento a Benito Juárez”.
Este sitio, anteriormente, se trataba de los patios de lo que era la estación de llegada del ferrocarril y el terreno era utilizado por un grupo de personas que se dedicaban a fundir metales.
Por ello, ahí había un crisol en donde un día, uno de los trabajadores cayó por accidente cuando estaba encendido.
Desde entonces el fantasma del derretido del crisol se hace presente de dos formas: la primera es que puedes andar por el sector en la madrugada y, de repente, en el silencio de una ciudad que duerme, escucharás de forma aterradoramente y clara el grito de dolor de un hombre que murió quemado al caer en metal fundiéndose.
La otra forma es quizá más impresionante, pues no se trata de un sonido, sino de la imagen del derretido del crisol que se te aparecerá por este sitio, y sabrás que es su espectro por lo característicos de sus deformaciones físicas, que tiene dado la naturaleza de su muerte.
La espera después de la muerte
Pero no todos los dolores son físicos, existen también aquellos dolores del corazón, que casi en nada se diferencían a morir en medio de una batalla o fundido con el crisol.
Esta historia también se desarrolla en la Plaza del Monumento a Benito Juárez.
Según Antonio Ramos, historiador que da vida al personaje de “Don Chendo”, a inicios del siglo pasado el monumento no existía, era un kiosko.
Era muy popular y frecuentado por parejas de enamorados, que acudían con chaperones a caminar y tomar aire fresco.
Dos meses antes de que estallara la Revolución se edificó en ese lugar el monolito que ahora se encuentra ahí, el cual, fungió como una ventaja para los visitantes, pues el tamaño de la estructura suponía unos segundos más alejados de la mirada de los chaperones.
Una de esas parejas, de por aquellos tiempos, decidió casarse, pero antes, él le dijo a ella que se iba a su pueblo a visitar a su familia y avisarles que sobre la boda.

No obstante, jamás volvió. La muchacha, ilusionada, iba cada fin de semana en espera de su amor; en algún momento decidió incluso, ir vestida de novia, para estar lista al momento de encontrarse con el novio.
Esto último nunca sucedió y eventualmente ella murió. Desde entonces se dice que si das una vuelta al Monumento, es posible que sin razón aparente percibas un fuerte aroma floral, que no es más que la presencia de la novia del Monumento, que aun muerta sigue esperando a su prometido.