Mientras que los miradores en la mayoría de las ciudades son un referente para que residentes y visitantes acudan a ver desde las alturas la ciudad de día o de noche, en Ciudad Juárez lejos de ser un punto turístico son uno de los lugares más desolados y sufren el olvido de las autoridades.
Durante la administración municipal 2004-2007 de Ciudad Juárez se invirtieron aproximadamente 900 millones de pesos para cambiar el paisaje urbano de la Sierra de Juárez, construyendo el Camino Real y tres miradores.
En el 2006, los estruendos de la dinamita fueron parte del cantar diario de habitantes del poniente de la ciudad, de sur a norte.
En la primera década posterior a la inauguración de dicha megaestructura, miles de juarenses convirtieron como centro de reunión dominical a los entonces bellos e impresionantes miradores, donde vendedores de comida le ponían sazón a las fiestas ambientadas desde las bocinas de los vehículos.
Cientos de fotografías con espectaculares vistas captadas desde la zona más alta de la frontera circulaban en ese entonces por redes sociales.
A menos de dos décadas de su construcción, la naturaleza comenzó a tomar curso y reclamar lo que le pertenece; coloridas flores, así como mezquites, se han abierto paso entre las grisáceas placas de cemento para formar una especie de paisaje suburbano nuevo: el del abandono, el de los miradores de la soledad.
Las decenas de arbotantes con convertidores solares fueron instaladas en esta zona para mantenerla iluminada y segura, sin embargo, con el tiempo que ha transcurrido y aunado a la falta de vigilancia policial y mantenimiento, los delincuentes serrucharon las infraestructuras metálicas para convertirlas en su ‘subsidio económico gubernamental’, de tal forma que de un día para otro las luminarias ya no estaban.
La zona montañosa de la frontera tomó posesión de los accesos a los miradores Miguel Hidalgo y La Montaña, además con las lluvias que se han registrado y el abandono de las autoridades, las pendientes antes transitables para los vehículos han sido casi erradicadas, a tal grado que la entrada hacia el mirador La Montaña se encuentra bloqueada al paso de los vehículos.
En el caso de la Rosa de los Vientos, el amplio estacionamiento se convirtió en una pista de carreras acrobáticas, dónde de manera ilegal y peligrosa, conductores hacen las maniobras conocidas como “ceritos”; la explanada donde se encuentra un asta bandera se convirtió en un mingitorio público y las edificaciones arquitectónicas ahora son espectaculares con temas religiosos.
Esta zona abandonada de manera casi total por las autoridades, es un referente a hechos de violencia, donde se han perpetrado ejecuciones y se han localizado decenas de cadáveres como simiente del crimen organizado, lo que ha obligado a juarenses y turistas a dejar de visitar estos lugares para evitar sufrir un asalto o ser testigos de un acto violento.