En esta frontera, la dimensión humana de la «muerte sin nombre» tiene un acumulado de más de cuatro mil almas, las cuales permanecen en la fosa común de Ciudad Juárez, luego de que nadie fue a reclamar sus cuerpos.
El dato rompe cualquier aproximación abstracta, pues la frontera carga con cuerpos que nunca volvieron a casa, luego de que, en muchos de los casos, fueron abandonados antes de fallecer, dio a conocer Javier Sánchez Herrera, titular de Servicios Periciales y Ciencias Forenses de la Fiscalía General del Estado.
Sin embargo, indicó que el número se ajusta cada año, conforme avanza la documentación forense. Mientras que, en el mismo periodo, Chihuahua capital suma cerca de 2 mil cuerpos y Delicias registra aproximadamente 800.

Dijo que la mayoría de estas personas no fueron reclamadas por sus familiares y muchas fallecieron en hospitales sin que nadie acudiera a identificarlas. En otros casos, se trataba de personas en situación de calle que ingresaron sin documentos o perdieron la vida en condiciones que impidieron conocer su identidad.
Aun así, señaló que también existen casos en los que sí se conoce el nombre de la persona, pero nunca se presentó alguien para solicitar el cuerpo.
Mencionó que en estos casos, el departamento realiza el proceso de identificación en donde se recaban detalles que faciliten reducir el universo de búsqueda cuando una persona fallece, como la edad aproximada, tatuajes, cicatrices, dientes ausentes, prótesis o cualquier rasgo individualizante.
Cabe recordar que la fosa común está localizada en el panteón municipal San Rafael, ubicado hacia la salida de Ciudad Juárez, pasando el Umbral del Milenio, donde se estima que descansan más de 180 mil personas.
En este lugar, cada cruz anónima es parte de una estadística que crece año tras año, pues según datos de la Fiscalía General del Estado, durante el 2022 al menos 144 cuerpos sin reclamar fueron enterrados en la fosa común, cifra que aumentó a 175 en el 2023 y a 200 durante el 2024.
Mientras que, en lo que va de este 2025, autoridades estatales informaron que suman 99 cuerpos los inhumados en la fosa común, luego de que no fueron identificados ni reclamados por algún familiar.
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El titular de SEMEFO indicó que, con estos datos, el equipo reconstruye rutas posibles que conducen a coincidencias dentro del registro histórico; información que se encuentra en el sistema de la Fiscalía, en caso de que se solicite información sobre una persona no identificada y que se encuentre en la fosa común.
Sánchez Herrera explicó que, si un familiar indica que su ser querido desapareció en 2010 y tenía entre 50 y 60 años, el equipo filtra sólo a las personas fallecidas en ese año y en ese rango de edad.

Después, rasgos como un tatuaje específico o una pieza dental distintiva permiten reducir aún más la lista hasta encontrar coincidencias verificables.
Esto es a lo que llaman entrevista antemortem, la cual es crucial porque orienta la búsqueda y evita revisar miles de casos sin una guía clara, pues cada detalle ofrece una posibilidad de reconstrucción, desde una amputación hasta una cicatriz quirúrgica o un accidente laboral previo.
Sin embargo, a pesar de que el Estado cuenta con información que abarca registros forenses desde el 2007, las cifras revelan una realidad social más compleja: cientos de personas mueren cada año y quedan sin nombre, sin ritos y sin un duelo.







