El domingo pasado, Ciudad Juárez fue testigo de una velada que quedará grabada en la memoria deportiva, pues esta frontera fue la sede de la penúltima lucha del Hijo del Santo, quien eligió esta ciudad para despedirse de los cuadriláteros.
La contienda se registró en las instalaciones del Gimnasio Municipal «Josué Neri Santos», recién remodelado y nuevamente convertido en punto de encuentro familiar, que recibió a miles de aficionados.
Desde temprano comenzaron a llegar familias completas: niños con máscaras plateadas, jóvenes emocionados por ver de cerca a sus ídolos y adultos mayores que han seguido la lucha libre desde sus mejores épocas.
El ambiente fue una mezcla de nostalgia y celebración, con el Neri luciendo renovado, pero con el espíritu de siempre, donde previo a los encuentros, el alcalde Cruz Pérez Cuéllar entregó al Hijo del Santo una placa de reconocimiento por su trayectoria.
En el mensaje leído, se destacó al enmascarado como “un icono indiscutible de la lucha libre mexicana” y se agradeció que haya elegido Ciudad Juárez como escenario de despedida.
El luchador, acompañado por su hijo, El Santo Jr., tomó la palabra visiblemente emocionado, recordando las batallas que dio en esta plaza y el cariño de una afición que lo ha acompañado durante décadas.
“Seguramente aquí hay tres generaciones. Muchos de ustedes eran niños cuando vine por primera vez, ahora vienen con sus hijos y quizá con sus nietos. Solo puedo decir: gracias Ciudad Juárez, es un honor despedirme aquí”, expresó ante el público.
La función continuó con un cartel lleno de talento nacional e internacional, pero la atención siempre regresaba a la figura plateada que marcó una era en la lucha libre.
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Su despedida en Juárez no sólo fue un evento deportivo sino un momento simbólico para una ciudad que siempre ha encontrado en el Neri un espacio de identidad y comunidad.
Con emociones a flor de piel, el público despidió al Hijo del Santo en una noche que reafirmó por qué la lucha libre sigue siendo una tradición viva en esta frontera.
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