¿Dejarías de salir con el hombre que te gusta si el próximo presidente de la República Mexicana te confesara su amor y te propusiera matrimonio?
Muchas mujeres no desaprovecharían la oportunidad de ceder al amor y los favores de un hombre con dinero y poder suficiente como para vivir con “decoro” el resto de los días. Sin embargo, hubo una chihuahuense que, en su momento, sí lo hizo.
Se trata de Manuela Revilla Zubia, quien rechazó el interés del presidente Sebastián Lerdo de Tejada y, de este modo, en convertirse en la primera dama de México.
Esta es la historia de un hombre enamorado y obsesionado con la belleza de una jovencita, quien apostó por el amor y lo dejó solo el resto de su vida.
¿Quien era Manuela Revilla Zubia?
Manuela era la hija de Bernardo Revilla Valenzuela, un hombre acaudalado, quien en su momento fue dos veces gobernador del estado de Chihuahua, amigo muy cercano de Benito Juárez, rico y liberal.
Y aunque la historia suena muy romántica, lo cierto es que Manuela solo tenía 14 años cuando en una fiesta de su papá, Sebastián Lerdo de Tejada la vio por primera vez y, pese a ser 28 años mayor que ella, se encaprichó con poderla conquistar.
Era 1866 cuando este hombre tenía 42 años y no se le conoció otro interés amoroso; era el secretario del entonces presidente de la República, Don Benito Juárez.
Sebastian Lerdo de Tejada acompañaba a la Comitiva Presidencial durante su peregrinar en el estado de Chihuahua, donde Don Bernardo Revilla Valenzuela organizó una recepción a Benito Juarez y su equipo.
Don Bernardo realizaba constantes reuniones en su casa y tras varias veces de verla en los bailes y en la convivencia, Sebastian tomó valor para declararle su amor a Manuela y ofrecerle matrimonio.
Pero Manuela no titubió y dijo que no, pues en ese momento, la adolescente estaba muy enamorada de Adolfo Pinta, un hombre que se dedicaba a la sastrería.
Lerdo de Tejada no se dio por vencido y decidió hablar con Don Bernardo, intentando convencerlo de que intercediera por el y convenciera (u obligara) a su hija Manuela a aceptar su propuesta.
Sin embargo y aunque de una forma muy extraña debido a la época, Don Bernardo se negó a hacerlo, pues consideró que su hija podía tomar la desición de casarse con quien quisiera.
Pero el señor no se rindió ni siquiera porque en diciembre el presidente Benito Juárez tuvo que regresarse a la CDMX y él junto con su jefe. A la distancia, se hizo amigo de la hermana mayor de su amor, Antonia.
Antonia quien se encargaría de interceder por él ante su hermana, pues fue la encargada de recibir un promedio de seis cartas mensuales durante diez meses, recopilando en total 61 cartas destinadas a Manuela.
Las cartas eran recibidas por Antonia y ella se aseguraba que llegaran a Manuela, junto con todos los regalos que enviaba.
Hasta que finalmente Antonia se dio por vencida y a quien convenció, pero de desistir, fue a Sebastián, quien en 1976 se convirtió en presidente de la República Mexicana, convirtiéndose entonces en el mandatario número 32.
Jamás se casó y fue así como se convirtió en el único mandatario nacional soltero en la historia del país hasta ahora.
Esto a diferencia de Manuela, quien se casó con su sastre y formó su familia.
FUENTES
José Fuentes Mares, Don Sebastián Lerdo de Tejada y el amor, Fondo de Cultura Económica, México, 1972.
Frank A. Kapp, Sebastián Lerdo de Tejada, Universidad Veracruzana, 2011.