Existe en la zona Centro de la ciudad un hombre que cuyo apodo se ha popularizado como “El Profeta de Juárez”.
Al transitar por ese sector, se le puede encontrar casi siempre por las inmediaciones del Museo de la Revolución, ya que es uno de sus lugares preferidos para predicar.
En este punto tan transitado, junto a la ex Aduana, en el cruce de las avenidas 16 de Septiembre Juárez es en donde se establece todos los días para recitar y proclamar los mensajes que Dios le dice.
Su nombre es Jesús Ramos, pero casi todos lo llaman por su apodo. Aunque no es originario de Ciudad Juárez, sino de Obregón, Sonora, tiene una década viviendo en esta frontera. Sin embargo, su niñez la pasó en Mexicali, Baja California.
“Yo fui a la escuela, no estudié mucho, yo estudié pues nomas la primaria, pero nunca aprendí mucho, casi no tuve estudios y leo, pero deletreo”, dijo.
Después de salir de la primaria empezó a trabajar en el campo; sembraba y cosechaba trigo, maíz, algodón. Usaba los tractores y cuidaba animales como borregos y vacas. Así fue su infancia.
A pesar de la grandísima fe que le manifiesta a todo aquel que se acerque a platicar o simplemente escucharlo, platicó que su familia nunca fue muy religiosa, mucho menos espiritual.
“Nadie, en mi familia nadie conocía de nada. Mi mamá era muy así, apegada a las imágenes, pues era católica mi jefa. Nosotros no teníamos religiones hasta que Dios me llamó y ya me vine para acá”, refirió.
El hombre llegó a Ciudad Juárez a los 40 años de edad, actualmente tiene 51, y comenzó a trabajar en la industria maquiladora.
Comentó que laboró durante un tiempo con maquinaria y llegó a ser director de componentes, en la antigua maquiladora “Blueberry” (la cual se incendió el pasado 2013) antes de que se quemara.
“Yo viví en Mexicali cuando fui enviado a predicar y Dios me trajo a este lugar. Me dijo que me iba a llevar a un lugar a que hablara para que la gente cambiara”, señaló.
A pesar de que la gente asocie sus predicas a alguna religión, como la católica, Jesús cuenta que no profesa ninguna religión.
“Yo nomas doy profecías que Dios me da, como unas revelaciones. O sea, por medio de estar predicando de estar predicando ahí todo el día me empieza a dar revelaciones, mientras estoy hablando, o no al instante, me la da en la noche, me la da después, cosas así que van a pasar”, expuso.
Jesús se levanta desde muy temprano, a las 3 de la mañana y comienza a predicar desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde.
Mencionó que la gente de Juárez es muy noble y que le gusta escucharlo.
“Hay personas que me dan (comida) y yo agarro, y sí viene mucha gente fiel que pasa por aquí y me brinda una botella de agua, una coca, un taco, pero es Dios a través de ellos”, agregó.
Después de las 6 de la tarde, cuando termina de predicar, se va a donde duerme, en la parada de un camión y en la mañana vuelve a la explanada del Centro a predicar. Así vive su día a día.
Su llamado fue curioso hace ya ocho años, pues él nunca se había puesto a buscar a Dios antes en su vida.
“Él me habló a mí, yo no lo busqué. Primero me estaba quedando invalido, y luego me puse en oración, le pedí que me ayudara y ayudó”, explicó.
La vida de Jesús se basa única y exclusivamente en su fe y en la importancia que tiene para él el predicar.
“Viviría predicando toda mi vida y … me gusta. Siento pasión por predicar, por hablarle a la gente. Que no sean tan rebeldes, que no se peleen, que no se maten. La vida es muy bonita, aunque vive uno así, vestido así y en la calle, pero que la vida es muy amable, muy hermosa, y ellos deberían de aprovecharla, porque lo tienen todo, uno no tiene nada, pero uno es feliz”, sentenció.