Pensar un título para este artículo de opinión ha sido complicado, intentar no desalentar la lectura desde el inicio es una tarea compleja y al ser novato en estos asuntos, es probable que el resultado sea al estilo de “mi primera chamba”, aun así “echando a perder se aprende”.
Así que procederé a entrar en materia sobre el asunto que motiva esta reflexión sobre el tema que más me apasiona: Los Derechos Culturales.
Y es que la inquietud surge desde un ciudadano constantemente involucrado en la agenda y desarrollo cultural local, que navegando el martes 20 de febrero por la red social de Facebook, encuentro una conferencia de prensa que se transmite desde la página de Comunicación Social del Municipio en donde se presentó el evento denominado “Chamizalero Fest”, actividad que el Instituto Para la Cultura del Municipio de Juárez (Ipacult) prevé realizar el viernes 23 de febrero de 4:00 a 11:00 pm en el Museo de Arqueología e Historia de El Chamizal (MAHCH).
Atendiendo el mensaje del video promocional que se proyecta, llama mi atención que se menciona que dicho evento involucrará “Un encuentro del arte y la cultura con actividades que van desde la música, danza, bazar, gastronomía, talleres y hasta recorridos nocturnos por el museo” y presentaciones en escenario de los Dj´s “Rodriga Rockmore”, “Laboratorios Camacho” y “Negro Santo”, además la comedia stand up de “La Avanzada”.
En dicha conferencia, Jazmín Gallegos, encargada del MAHCH detalla que participarán “La Avanzada Productions” que son standuperos de la ciudad e invita a que Julio García haga uso de la palabra, el cual inicia su discurso expresando estar emocionado por el inicio del vínculo de con este festival, agrega que “Avanzada producciones” es un movimiento que se ha ido fortaleciendo y en donde el talento local importa.
Mientras que Luisardo García menciona que tiene 8 años como comediante y refiere que la escena de la comedia ha ido creciendo en lo local de tal suerte que los más grandes comediantes de Ciudad de México siempre están buscando venir a Juárez.
Posteriormente, una persona de la prensa solicita una muestra de lo que los standuperos presentaran por lo que Julio García toma la palabra para mencionar que a veces hacen guerras de chistes de malos, luego enuncia lo siguiente: “¿Ustedes saben por qué los hombres de negro no le pueden resetear la memoria a un mexicano? ¡Por qué el día 2 de octubre no se olvida jóvenes!”
Anticipando los adjetivos peyorativos que de forma optimista espero lograr despertar, veo venir un “generación de cristal” ante los argumentos que partirán de externar mi preocupación por usar como recurso de comedia el lamentable hecho histórico que la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha resumido en la siguiente frase: “El 2 de octubre de 1968, en la Ciudad de México, ocurrió una terrible matanza en Tlatelolco, en la Plaza de las Tres Culturas, donde más de 300 personas fueron acribilladas”. Y es que continuando con dicha lectura es importante recordar que:
La frase “¡2 de octubre no se olvida!” es un grito en contra de la impunidad, el olvido y la amnesia colectiva.
Así, lejos de perder vigencia al repetirse año tras año, se ha convertido en un gran símbolo del impacto ejemplar que tuvo en México el movimiento estudiantil de 1968 por lo que cada 2 de octubre, por las calles se escuchan las voces juveniles de representantes de todas las escuelas, instituciones, universidades, normales, organizaciones y movimientos de la sociedad civil, quienes se dan cita en Tlatelolco para ir marchando y corriendo por la capital del país exigiendo sus derechos a la libre expresión, a la educación, entre otras demandas y derechos, con el grito unísono: “¡2 de octubre no se olvida! ¡Es de lucha combativa!”.
Entonces, asumiendo que la comedia en su generalidad se relaciona como señala la Real Academia Española con la “pieza teatral en cuya acción suelen predominar los aspectos placenteros, festivos o humorísticos, con desenlace casi siempre feliz”, mientras que el stand up es un estilo de comedia que implica la elaboración de textos con mensajes de tono cómico o irónico no deja de incomodarme el hecho de que un evento que incluya contenido de este tipo forme parte de las actividades avaladas por la dependencia descentralizada encargada de “diseñar y llevar a cabo políticas públicas en materia cultural en colaboración con la sociedad, mediante programas de trabajo que contribuyan al desarrollo comunitario”.
Y es que no hay que olvidar que aunque el evento se anuncia gratuito, de fondo implica gasto del erario público del Municipio de Juárez y es entonces que entro en una profunda crisis existencial acerca de las libertades de expresión, que dicho sea de paso, en el argot de las personas defensoras de derechos humanos se relaciona a la máxima “la libertad de uno termina cuando comienza la libertad del otro”, frase icónica expresada por el filósofo Jean Jacques Rousseau, uno de los creadores de las ideas políticas de la Revolución Francesa.
Como persona defensora de derechos humanos, la(s) libertad(s) de expresión es una joya que se atesora y se defiende desde lo más profundo de las entrañas.
Como gestor cultural, mis banderas y armas son y serán la Ley General de Cultura y Derechos Culturales y la Ley de Desarrollo Cultural para el Estado de Chihuahua, en donde se establece que “la cultura es el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”, mientras que “el derecho a la cultura es el reconocimiento que tiene toda persona para participar en la vida cultural de su comunidad, a crear, expresar, acceder, proteger, asociarse y auto adscribirse libremente a la cultura.
Puede ejercerse de manera individual o en asociación con otros, dentro de una comunidad o grupo, incluye la relación con el lenguaje, la tierra y los recursos naturales”.
Tras lo cual, además de cuestionar si ya “no estoy en onda con la chaviza” por qué no, no me causa gracia lo que vi en esa intervención ante los medios de comunicación, por que me preocupan las condiciones paupérrimas con que heroicamente artistas y personas de la comunidad cultural intentan generar agendas culturales en esta ciudad.
Condiciones causadas por esas “tradiciones” abusivas de creer que es verdad la frase de “amor al arte” en donde desde ciudadanos, empresarios y hasta autoridades gubernamentales pretender obtener servicios culturales de forma gratuita, mientras se beneficia a quienes realizan actividades de “animación” a través de convocatorias previamente etiquetadas o adjudicaciones directas, sin realizar consulta, diagnóstico o estrategias que sean evaluadas cuantitativa y cualitativamente para conocer y medir la percepción, nivel de satisfacción y opinión de las personas sujetas de los derechos culturales.
Me pregunto, más allá de pretender imponer una verdad, una definición mágica que vislumbre la receta y los ingredientes infalibles para valorar “lo cultural”… ¿Será posible aspirar a una política cultural enmarcada en una perspectiva de derechos? ¿Será demasiado “aspiracionista” pretender que lo establecido como objetivos del Ipacult en su Reglamento Interno se aplique en un futuro inmediato?
Es decir, pensar en un ejercicio de una buena gobernanza, donde autoridades y ciudadanía trabajemos para hacer una realidad la preservación, difusión, investigación de las identidades, expresiones y demandas culturales que incluyan a grupos, comunidades sociales y colectivos que históricamente han padecido discriminación, exclusión, condiciones de marginación y/o pobreza, entre otras, promoviendo además el pensamiento crítico y científico.
Dice por ahí un eslogan publicitario que “el cambio ya se nota”, por algún momento quise creerlo, pero ante un panorama de ausencia de transparencia -recordando que el acceso a la información pública es una condición básica de la democracia-, ante el cierre de espacios a la sociedad civil y a las trabas a la participación ciudadana, ante la tendencia al manejo en opacidad de los recursos públicos y la toma de decisiones, cual sistema feudal bajo frases como: “Ya tome una decisión… quien decida aceptarla bien, quien no decida también”.
No me queda más que resguardarme en la “vieja confiable” de creer que “no hay mal que dure mil años” y soñar con que un día la clase política y el servicio público se dignificara y se alejara de las prácticas patrimonialistas en mi amada Ciudad Juárez, aquella de la cual el santo patrono Juan Gabriel creó el himno que sacude conciencias al entonar la frase “Juárez que viva por siempre, que viva su historia, que le hable con gloria, que viva su gente”.
Daniel García, derecho humanista, gestor cultural e historiador
Originario de Ciudad Juárez, egresado de la licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), estuvo a cargo de un museo de temática de la revolución mexicana. Ha participado en actividades de defensa de derechos humanos de la población
LGBT desde 2013 que funda su primer colectivo: LGBT SIN FRONTERAS. En 2014 fue parte del Comité Organizador de la Marcha 10 de las Diversidades Afectivo-Sexuales de Ciudad Juárez.