Leonardo era un estudiante en el Seminario de la diócesis de Ciudad Juárez. Él fue ahí víctima de un ataque sexual de un diácono.
La diócesis de Ciudad Juárez no informa quién fue el diácono que atacó a Leonardo ni de su situación actual en la Iglesia Católica o si reportaron su conducta ante las autoridades civiles o ante sus líderes en Roma.
Los seminarios son lugares donde los jóvenes varones católicos buscan ser sacerdotes. Para lograrlo, los candidatos deben graduarse en filosofía y teología, cerca de seis o siete años de formación, además del equivalente al bachillerato en el sistema de educación mexicano o el High School en Estados Unidos.
Tristemente, además del plan de estudios formal, hay un “curriculum oculto”, que obliga a los jóvenes a aprender a encontrar su lugar en una compleja jerarquía orientada a discriminar, al mismo tiempo que crea una falsa sensación de superioridad entre los jóvenes que logran concluir los estudios y ordenarse.
El texto de esta semana regresa a un caso que Los Ángeles Press abordó el año pasado acerca de un caso de abuso en el Seminario de la diócesis de Ciudad Juárez, Chihuahua que, junto con El Paso, Texas, forman la mayor zona metropolitana de la frontera México-Estados Unidos.
El texto se centra en Leonardo Escárcega Velázquez, un exseminarista en Ciudad Juárez, uno de los pocos sobrevivientes de la crisis de abusos sexuales en esa diócesis dispuesto a ofrecer su testimonio de lo que ocurre en esa circunscripción de la Iglesia Católica en México.
A diferencia de las diócesis de Texas y de Estados Unidos en general, obligadas una mayor honestidad al tener que lidiar con un sistema de justicia más eficiente, las diócesis de Chihuahua y México, en general, pueden pretender que no pasa cosa alguna, mientras atacan a quienes se atreven a poner en duda sus palabras.
La Iglesia Católica en México lo logra al valerse de muchos de los mismos trucos que usan las organizaciones criminales que explican la crisis del sistema de justicia que el actual gobierno de México usa para promover el equivalente de un Golpe de Estado contra el Poder Judicial.
En textos previos de esta serie sobre abuso sexual a manos de clérigos, Los Ángeles Press publicó comparaciones de la diócesis de Ciudad Juárez en México y la de El Paso en Estados Unidos, que se vincula antes de este párrafo.
Una serie en dos partes comparó las diócesis del estado de California, Estados Unidos, vinculada antes de este párrafo, con las diócesis de los estados de Baja California y Baja California Sur en México, que se vincula después de este párrafo.
El texto que se presenta hoy permite comprender mejor los efectos de la violencia sexual en contextos religiosos, pero debe quedar claro que el asunto de fondo no es el que se trate de ataques sexuales entre personas del mismo sexo, como no lo es—de manera más general—para comprender la violencia que ocurre en los seminarios católicos.
El problema, no el chisme
Que la violencia sea entre personas del mismo sexo es un pretexto para el chisme, pero distrae de las verdaderas causas del abuso sexual de clérigos, como lo prueban los muchos casos de mujeres víctimas de ese tipo de violencia sexual.
En esta serie, Los Ángeles Press ha documentado suficientes casos de mujeres víctimas que descalifican la idea de que el problema es la frociaggine, la homosexualidad, para usar la palabra italiana que el Papa Francisco hizo famosa en un nuevo intento para distraer de la causa raíz de este problema.
Apenas la semana pasada, se dio cuenta del caso de Paulo Araújo, un joven sacerdote brasileño acusado de haber abusado de una mujer menor, de sólo 14 años, a la que embarazó y obligó a abortar para que su carrera no se afectara.
Es imposible ofrecer aquí una explicación definitiva del abuso sexual a manos de clérigos en general. Por el momento, debe ser suficiente con apuntar que la comprensión misma del papel del clero en la Iglesia Católica desempeña un papel clave en esa crisis.
La idea de los sacerdotes como tocados por una cierta forma de “cambio ontológico” que los hace a ellos especialmente diferentes del humano promedio e incluso del fiel promedio de esa iglesia, los separa, convierte la supuesta una vocación, un llamado, al servicio y al autosacrificio, en privilegio y en un arreglo institucional que favorece el abuso, sexual y de otros tipos.
Lo que Leonardo Escárcega Velázquez narra acerca de su experiencia en el Seminario de Ciudad Juárez, México, no es especial o único. Casos similares existen desde Alaska en Estados Unidos a la Patagonia, en Chile o en Argentina y a los otros lados del Océano Atlántico y del Pacífico. Cambian los nombres de los lugares, los depredadores y las víctimas, pero los problemas son los mismos.

En 2023, Los Ángeles Press publicó una serie dedicada a la crisis de abusos sexuales en la diócesis de Ciudad Juárez, México. La serie eventualmente se publicó como libro con el título Miedo y asco en Ciudad Juárez. Historias de impunidad sacerdotal, disponible en Amazon por medio del enlace que aparece después de este párrafo.
Una de las partes de aquella serie fue el testimonio de una de las víctimas de esa crisis, un exseminarista en Ciudad Juárez quien abandonó sus estudios en esa institución. Primero, un clérigo que ya había sido ordenado como diácono le atacó para tratar de forzarlo a tener relaciones mientras se encontraba asignado a una parroquia. Luego, cuando se supo del ataque, la víctima fue revictimizada por sus superiores en el Seminario y la diócesis.
Luego de dejar el Seminario, Leonardo publicó un testimonio en un perfil de Facebook. Aunque autorizó el uso de su testimonio para la serie, rechazó una solicitud de entrevista.
Víctima mientras cumplía órdenes
A principios de agosto de este año, Leonardo Escárcega Velázquez, el exseminarista, se puso en contacto con el autor de estas líneas y estuvo de acuerdo en tener una conversación acerca de lo que pasó en el Seminario de Ciudad Juárez, Chihuahua.
Debe insistirse que fue víctima de un ataque sexual mientras estaba asignado a una parroquia de la diócesis. Sus superiores fueron incapaces de abordar el problema, de modo que luego del ataque abandonó el Seminario.
La conversación ocurrió el 14 de agosto y se grabó por medio de Google Meet, lo que se presenta es una transcripción editada de la conversación con Leonardo Escárcega Velázquez, sobreviviente de abuso sexual a manos de clérigos, exseminarista en la diócesis católica de Ciudad Juárez y quien actualmente estudia en la facultad de medicina de la universidad local de Ciudad Juárez.
Rodolfo Soriano-Núñez (RSN): Gracias, Leonardo, por tener esta conversación. Yo te haría un par de preguntas muy concretas sobre aquella experiencia, pero quiero darte la oportunidad de que tú inicies este intercambio como tú lo desees.
Leonardo Escárcega Velázquez (LEV): Bueno, la verdad todo empezó. Esta segunda intención de comunicarme con usted fue porque en mucho tiempo yo no tuve, ¿cómo se podría decir? Como el valor de leer los artículos.
En ese momento, más bien lo sentí como una catarsis, porque por mucho tiempo fue muy… Fue abrumador.
Fue una situación que me llevó incluso a abandonar la casa de mis papás. Que no los culpo. A ellos también les tocó vivir este proceso, les tocó sufrir también.
Y, obviamente, nadie está preparado para vivir algo así. Una vez que salgo de casa de mis padres, empiezo a volverme alcohólico. Siempre funcional. Obviamente debo seguir trabajando, debo seguir estudiando. Pero siempre hubo una especie de dolor, hubo una especie de rencor y siempre afloraba en momentos de debilidad.
Afloraba una especie de sentimiento de desprecio. Es como muy raro de explicar, pero se avivaba.

Entonces, poco a poco, fue que tratando de hablar con otras personas, de poner las ideas en claro, logré contactar con una psicóloga, que más o menos conoció desde antes todo el contexto de la historia. Y poco a poco me ayudó a superar traumas.
De hecho, ahora ha mejorado la relación con mis padres, ha mejorado mi desempeño con varios excompañeros, con los que había perdido comunicación.
Pero sí, lo que pasa es que ahorita sí me movió muchas, digamos sentimientos que me di recientemente la oportunidad de leer el artículo que usted escribió prácticamente hace como un año, me parece, sobre el caso.
Y también debo decir, obviamente, avivaron otros recuerdos, avivaron otras cosas que. Pude haber dicho otras que omití y otras fue muy, fue como otra vez no involucrarme en el modo de sentirme triste otra vez o sentirme aprisionado, pero sí se avivó la experiencia.
No sé si está ahí está todo claro.
Grandes expectativas
RSN: Sí, es un problema. Mira, es más difícil además porque uno ingresa al seminario con demasiadas expectativas.
Todo lo que te dicen en el seminario es siempre que tú estás apuntando a lo más grande o a lo más elevado, a lo mejor que puede sucederle a una persona. ¿No? Entonces, obviamente, la ruptura que tú viviste es traumática.
LEV: Y pues la verdad, obviamente ya hablando con amigos fuera el contexto religioso y tratando de hablar desde fuera del dolor, tratando de ser más objetivo. Es cierto que siempre hay señales, pero siempre se ignoran.
O las pasas por alto. Imaginas que no es como tú lo estás pensando o ni siquiera te das cuenta de ello. Entonces recuerdo que desde antes, aun cuando relativamente se puede decir estaba yo bien ahí, sí hubo eventos donde se notaba que había como una especie de selección.

Había de hecho en algún momento le decíamos nosotros burlescamente dentro del seminario “La Élite”, porque había como un grupo selecto de seminaristas que tenían cierta cercanía con los padres que asistían a los eventos importantes.
Y lo raro fue que, desde el primer año, cuando yo no tendría ninguna relevancia aún. Sí me empezaron a invitar a esos eventos, me empezaron a involucrar con los padres que llevaban a cabo ese tipo de reuniones, por decirlo así.
Concretamente, en el servicio religioso, todos siempre querían ir a los servicios importantes. Dígase, por ejemplo, el 12 de diciembre, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, asistir en las misas con el obispo y pues se hace en modo “litúrgico”, se hace toda una procesión.
Es raro cuando involucran a alguien que no tenía ni tiempo ahí y que, de cierto modo, te encaminaban a ir con sacerdotes, que de cierto modo, de algún modo te habían dicho ya, que estaban ahí para refinarte, para enseñarte.
Lo que Leonardo describe en este punto de su narración no es exclusivo del Seminario de Ciudad Juárez. En enero de este año, una corte del Vaticano decidió el primer caso de abuso sexual a manos de clérigos juzgado ahí. El caso ocurrió en el Seminario de San Pío X, ubicado dentro de Ciudad del Vaticano.
Como cualquier otro seminario fue creado para preparar a futuros sacerdotes, pero sus estudiantes solían asistir en las ceremonias presididas en Roma por el papa, los cardenales, obispos y otras figuras de autoridad de la Iglesia Católica allá.
Corrupción de menores
El abuso en Roma ocurrió durante el papado de Benedicto XVI y un rasgo clave es que cuando Gabriele Martinelli, el sacerdote declarado culpable en enero de este año fue estudiante ahí, estaba a cargo de escoger a los seminaristas que asistirían en las muchas ceremonias celebradas en Roma por sacerdotes, obispos, cardenales y el papa mismo.
Como estudiante en San Pío X, Martinelli tenía alguna autoridad para decidir qué estudiantes asistirían a cada ceremonia y usaba esa autoridad para abusar de otros seminaristas que estudiaban ahí. Uno de ellos fue quien lo denunció y, eventualmente, más de diez años después, probó que era culpable.
Aunque el tribunal declaró a Martinelli culpable de “corrupción de menores” dentro del Seminario y mientras era él mismo un seminarista, sigue siendo un sacerdote porque, técnicamente, el abuso lo perpetró antes de ser ordenado y la Iglesia Católica parece incapaz de comprender qué tanto daño le hace el formalismo con el que actúa en casos como este.

Dada la laberíntica legislación que regula las relaciones entre los ciudadanos italianos y la Santa Sede, Martinelli sólo fue condenado a 30 meses de prisión, que todavía no se sabe si deberá purgar, pues todavía está pendiente un caso más relevante, el del papel de Enrico Radice, quien era sacerdote, estaba era rector del seminario y tenía autoridad sobre Martinelli y otros en el Seminario San Pío X entre 2010 y 2012 cuando el abuso ocurrió.
A Radice la víctima lo acusa de ser cómplice en el abuso y de no reportar el abuso a sus superiores. El juicio es más complejo porque aunque el Seminario San Pío X está en Roma, la administración recae en la diócesis de Como, ubicada 620 kilómetros al norte de Roma, en la Lombardía italiana.
El problema de usar la cercanía de figuras de autoridad dentro de la Iglesia Católica o de alguna manera vinculadas con esa institución es un rasgo frecuente en el abuso sexual a manos del clero, en la medida que la cercanía es vista como una suerte de acceso a la fuente misma del poder dentro de la institución. Como consecuencia de este escándalo, el papa Francisco decidió que este seminario saliera del Vaticano en 2021.
De regreso con Leonardo, él hace ver que “nunca fui una persona de urbanidades o a lo mejor bien comportada en cuanto a muchos modales y, precisamente, uno de estos padres, alguna vez, intentó hacerme aprender urbanidades.
“Pues ahorita no estoy en contra de ser, digamos, civilizado, pero en ese momento para mí era algo totalmente irrelevante, tendría yo 16, 17 años, era algo totalmente irrelevante y nunca me hallé bien con ese sacerdote”.
Un lugar en su mundo
RSN: Es una manera de integrarte a la jerarquía y de darte un lugar en esa jerarquía para ellos darse, a su vez, un lugar todavía más importante. Es un procedimiento que tú lo ves en otras estructuras jerárquicas: en los deportes, en la vida cultural, en todo. Lo que pasa es que ellos juegan con este bien trascendente que es la salvación y el papel que tú puedes tener como intermediario de la salvación de otros al hacerte sacerdote.
LEV: Sí. También siempre noté esa especie de elitismo, de preferencia, de sacerdotes y no solamente en seminaristas, sino también a las familias bien posicionadas les hablaran mejor que a las que eran de, digamos, de escasos recursos.
No digo que todos, pero sí había varios así.
Y bueno, eso pasó un año. No quedé yo bien con ese padre porque no se me pegó a mí nunca las urbanidades, la verdad. Y él, según sé, dio mala nota de mí.
No nos hacen públicas nuestras notas, pero sí hubo una especie ya de diferencia.

RSN: Claro, claro.
LEV: Irónicamente, el año siguiente fue cuando otro sacerdote que fue mi encargado me mandó ahora a donde se narró toda la historia. Pero ahora, porque me faltaba ser más humilde y ser menos fresa. Y realmente me resultaba algo contradictorio.
Primero, me hacía falta ser más refinado y luego de la nada me van a mandar a un lugar porque ya soy demasiado fresa. Eso es. De cierto modo, eso siempre me pareció contradictorio.
RSN: Es el gaslaiteo, es lo que le llaman la luz de gas o lamparear. Generar esta situación de no saber cuál es tu lugar en la jerarquía para que ellos te den el lugar.
LEV: Y lo cierto es que estando ahí adentro realmente no cuestionas las órdenes que te dan, no las cuestionas. Hay cosas a veces que te sientes culpable.
Yo me sentía culpable porque nunca pude ser tan refinado como quiso uno; porque ahora piensan que soy tan poco humilde como dijo otro y fue tan…
Ni siquiera es como que en ese momento le encuentres lógica, solamente piensas algo estoy haciendo malo.
RSN: Eso es lo que buscan. Es un modelo orientado a generar ese tipo de reacción que tú tenías. Esa es la idea. Porque de esa manera ellos te pueden hacer como quieran. Y hay muchachos que están tan necesitados de afecto, tan necesitados de tener orden en su vida, que aceptan. Que si le dice un sacerdote “¡Brinca!”, ellos responden “¿qué tan alto?”.
Advertencias
LEV: No era mi caso. Es que últimamente después de estar en terapia, he querido. ¿Cómo se puede decir?
No tanto como entablar otra vez amistad con todas esas personas, pero sí de mi parte sentir que ya hay un perdón. No tanto porque ellos necesiten perdón o les interese; es algo que a mí me liberaría de rencor que, de cierto modo, sigo cargando.
De hecho, cuando publiqué ese texto, esperaba dar una alerta a los próximos chicos que fueran a entrar al Seminario. Pero, esa parte también habría sido importante involucrarla, aunque no lo hice entonces. En su momento ni siquiera se me ocurrió.

Aunque era la intención dar como una alerta, nunca hablé de esto. Y que se prendieran como esos focos, ¿sabe? Me preocupaba que, primero, te dan demasiada atención y luego, de pronto, te la quitan.
Y luego también durante el periodo en que yo estuve experimentando acoso después de lo ocurrido. Ya eran situaciones concretas, pero muy extrañas de gente que nunca me había hablado y, de la nada, me invitaban.
No sé, por ejemplo: “necesito que hoy vayas a mi cuarto en la noche porque quiero platicar contigo”. ¿Por qué iría a tu cuarto si ni siquiera he hablado contigo nunca?
Eso sí, no recuerdo bien si lo llegué a detallar en mi relato.
RSN: Sí, sí está, sí está.
LEV: Y también estaba la parte donde después hubo otros sacerdotes que incluso me llegaron a invitar a pasar fines de semana con ellos.
Lo malo fue que uno de ellos sí se ganó la confianza de mis papás y como mis papás no estaban en contexto de todo lo que había pasado, ellos pensaban que yo me resistía a ir otra vez a un lugar por rebelde.
Entonces, de cierto modo, esta persona también se quiso propasar conmigo.
Realmente fue algo, digamos, fue más bien ese como mi punto de quiebre, donde de plano no podía. Ya no se puede confiar en alguien ahí dentro y no puedo decir que todas las personas tienen ahí dentro malas intenciones, pero es muy difícil determinar quién sí o quién no.
RSN: No sé si al leer el texto viste que agregué algo sobre un estudio que se hizo en Estados Unidos en los seminarios allá. Una de las cosas que se deja ver en ese estudio de seminarios en Estados Unidos es justamente esto que tú señalas, que muchos seminaristas, que incluso siguen estudiando, no tienen claro en quién confiar dentro de los seminarios.
Cultura en el seminario católico
Lo publicó 2019 John Cavadini, un sacerdote y profesor de Notre Dame. Una traducción del título sería “Abuso sexual y cultura en el seminario católico”. El Center for Applied Research in the Apostolate de la Universidad de Georgetown desarrolló la encuesta que sirve de evidencia para el estudio.

El estudio está disponible aquí en el sitio de la Universidad de Notre Dame o también aquí.
LEV: Exactamente. Es así. Incluso había padres en los que realmente no puede decir que nunca me hicieron algo o que eran malas personas o se portaban mal. Pero siempre había como relación entre todos los padres. De cierto modo, había aprecio, había. Claro, es un grupo muy pequeño, muy reducido.
RSN: Hubo otro exseminarista de ahí mismo que me envió capturas de pantalla de grupos de WhatsApp en los que varios de los sacerdotes de ahí de la diócesis hablan de temas sexuales. El problema es que él nunca quiso tener esta conversación conmigo. Me envió las capturas de pantalla y yo no las puedo validar. Y luego, de repente, dejó de escribirme y ya nunca me volvió a contestar.
Entonces uno, al hacer este tipo de trabajo, no puede validar cualquier cosa. Si todo esto que envió es cierto yo tendría que confirmarlo con otras fuentes.
Pero se conocen, e intercambian y comparten mucha información acerca de los estudiantes. Eso es claro.
Un seminario es una institución totalizadora en la que ustedes están ahí 24 horas al día sometidos a algún tipo de vigilancia, algún tipo de observación. Entonces es obvio que va a haber mucha información sobre cada estudiante.
LEV: Pues sí, la verdad. Terminan sabiendo cuáles son nuestros hábitos, nuestros vicios y quiere decirlo así, a lo mejor virtudes. Pero al final estamos ahí 24 horas. Y es muy raro que un padre no sepa cuando uno habla mal de otro si uno alza la voz en una actividad. Eso siempre es demasiado raro.

RSN: Además, tienes la confesión. Es otro elemento para conocer muchos detalles personales de los estudiantes. Que no digan que no comparten aspectos de lo dicho. Por eso hay tantos casos de “confesión cómplice”, es decir, cuando confiesan y absuelven a sus víctimas para que no digan a otro sacerdote qué pasa.
LEV: Eso sí, no tengo idea si lo hacen entre ellos o no, pero siempre nos enseñaron que eso era como un secreto tan sagrado que podría merecer hasta la excomunión el hablar de algo que se habló en confesión.
La crisis más brutal
RSN: Igual otros pecados ameritan excomunión. Ese es el problema y es lo que no se dan cuentas, lo que no reconocen como ellos están contribuyendo a una de las crisis más brutales en la historia de la Iglesia Católica por esas actitudes.
LEV: Pues sí.
RSN: Una pregunta, ¿tú entraste después de la visita del papa allá?
LEV: Fue el mismo año, pero sí después. Después de alguna vez. El papa me parece que llegó en febrero. Sí. Según recuerdo, vino aquí a Ciudad Juárez en febrero. Sí. Y yo entré en agosto de ese año. El mismo año.

RSN: Ahora tú de alguna manera respondiste o sentías que estabas respondiendo al llamado del papa Francisco cuando tú entraste en el seminario.
LEV: No, como tal, el papa Francisco no. Eso fue algo que se me criticó, pero yo nunca tuve como ideales por los papas, porque de hecho una capilla del seminario se llama Juan Pablo II, pero nunca tuve esa idea por los papas.
Cuando yo entré, traía yo otro tipo de motivaciones y de hecho cuando yo entré ya había tenido yo como dos años de proceso durante círculos vocacionales, jornadas de retiros y demás, que son un modo de jalarte.
RSN: En tu texto tú hablas de que tu familia tenía alguna relación con algún grupo…
LEV: Mis papás tenían ellos su reunión, ellos pertenecen a un grupo, pero no había algún formador del Seminario allí. Sin embargo, cuando mi caso ocurrió, el chisme ya era grande y los matrimonios ahí se enteraron así.
RSN: Ahora, ¿cuánto tiempo estuviste en el seminario?
LEV: Fue el último año de preparatoria, el año introductorio y dos y bueno un año y medio de filosofía, me parece. No recuerdo si terminé el segundo año de filosofía, la verdad.
RSN: Pero tú acudiste al mismo seminario todos esos años. No hay separación entre menor y mayor…
LEV: Sí, todo está dentro del mismo lugar. Preparatoria, introductorio, filosofía y teología.
RSN: Ah ya ok, o sea ya no hay separación entre menor y mayor.
LEV: Hay separación, pero todos los ciclos dentro del mismo predio.
Distinción
RSN: Ahora, algunas preguntas muy específicas. El rector del Seminario cuando ocurrió tu caso era el padre Juan Manuel Orona y fue quien te maltrató, ¿verdad?
LEV: Sí. Él era entonces.
RSN: Y, ¿él deja el cargo por tu caso?
LEV: No puedo asegurar eso. De hecho, todo pasó cuando yo pasé del último año de preparatoria al curso introductorio. Después, cuando salgo, él estuvo todavía un buen tiempo ahí y realmente ya no tengo yo noción de qué pasó después de que yo salgo, aunque sí sé que fue algo muy llamativo cuando hago la publicación.

RSN: Claro, es que es que cuando yo uso tu testimonio es cuando este otro exseminarista me manda las capturas de pantalla de WhatsApp y él me asegura que Orona efectivamente sale por tu caso. (El texto previo con el testimonio de Leonardo está enlazado después de este párrafo).
LEV: Eso realmente no lo puedo asegurar.
RSN: Sí, tú estabas con otros problemas en la cabeza.
LEV: Sí.
RSN: Ahora, cuando tienes esa esa conversación tan difícil con el obispo José Guadalupe Torres Campos, él es quien te dice “no le digas a tus padres”, ¿es así?

LEV: La verdad es que fue no fue así, que me lo dijera expresamente. Él me dijo no lo vuelvas a hablar esto con nadie y yo fui el que preguntó. Yo le pregunté si podía involucrar a papá y a mamá.
RSN: Y él dice que es preferible para no lastimarlos. Eso me interesaba tener muy claro porque él de tú eras menor de edad en ese momento, ¿no?
LEV: Cuando hablé que tenía 18.
RSN: Pero el ataque ¿qué edad tenías cuando el diácono te atacó?
LEV: Ya tenía 18.
RSN: Tú ya tenías 18 años.
LEV: Sí.
RSN: Porque, si tú hubieras sido menor, entonces había la obligación de que la diócesis presentara una denuncia ante la fiscalía del Estado.
En todo caso, era importante tener en claro si tú eras menor de edad al momento en que este diácono abusó de ti. Ahora, la otra cosa ¿qué pasó con ese diácono? ¿Tienes tú alguna idea?
Degradado al…
LEV: Tengo entendido que, según recuerdo, se llama “degradación al Estado laical”; lo que tengo entendido es que le quitaron todos órdenes.
RSN: Si, así le dicen.
LEV: Eso es lo que tengo entendido. Realmente no quise indagar sobre él. Otras versiones dicen que él después se fue a Tabasco, pero no me consta tampoco.
RSN: Sí, es un rumor pero con sustancia, pues hay sacerdotes con problemas en Ciudad Juárez que acaban en la diócesis de Tabasco, en el sur de México.
Eso yo ya lo tengo documentado por otras vías que efectivamente está ocurriendo. Entonces, no sería difícil que efectivamente el obispo allá quien es obispo luego de su paso por Ciudad Juárez y, sobre todo, de Nuevo Casas Grandes, que haya recibido al diácono y lo vaya a reciclar y eventualmente ordenar.
Gerardo de Jesús Rojas López es el actual obispo de Tabasco. Él fue sacerdote en la diócesis de Ciudad Juárez, aunque nació en Teocaltiche, Jalisco, en 1957. En 1983, el obispo Miguel Talamás Camandari le ordenó como sacerdote, de modo que cuando Juan Pablo II nombró a Juan Sandoval Íñiguez como obispo coadjutor en Ciudad Juárez él ya estaba en la frontera México-Estados Unidos.

Un año antes de su muerte, en 2004, Juan Pablo II nombró a Rojas López como obispo de Nuevo Casas Grandes en el estado de Chihuahua. Esa diócesis mexicana comparte la frontera con la de Las Cruces, en Nuevo México.
Rojas López pasó seis años en la frontera y luego, en 2010, el papa Benedicto XVI lo envió a Tabasco, una diócesis que comparte mismo territorio que el estado mexicano del mismo nombre en la costa sur del Golfo de México, como el mapa después de este párrafo muestra.

Desde entonces, a Rojas López la organización civil de alcance global Bishop Accountability le ha señalado por encubrir la transferencia a una ubicación desconocida del sacerdote Carlos Francisco Alejo Oramas, quien solía abusar de niñas, como se detalla en el texto enlazado después de este párrafo.
LEV: Sí, le digo la verdad, tengo yo muy poco contexto en el tema. Si me han contado obviamente varios rumores sobre sacerdotes específicos de Tabasco que llegaron aquí, pero no puedo afirmar nada acerca de esas personas.
Procedimientos
RSN: Ahora una pregunta. ¿Tú planteaste este problema con tu director espiritual, con un prefecto o qué procedimiento seguiste?
LEV: Bueno, la primera vez que hablé del tema no fue con ninguna autoridad. Yo lo hablé con un compañero de ahí.
RSN: Pero en el momento en el que tú lo hiciste ya público fue con un sacerdote común y corriente, un profesor ¿o cual fue la ruta que seguiste?
LEV: No, la primera vez que ya lo hablé, una vez que ya había estallado la bomba, fue cuando el rector y el obispo me mandaron llamar para hablar del tema.
RSN: ¿Ellos hablaron primero contigo?
LEV: Sí. Fue como yo supe que se sabía todo.
RSN: O sea, tú no hiciste una denuncia formal.
LEV: No, nunca. Nunca. Ellos fueron los que me buscaron.
Estaba, me acuerdo de que yo estaba en un rezo o casi creo que era el rosario. Íbamos caminando y me mandan a hablar. Ok. Que sí, que me estaba buscando el rector y realmente yo no tenía ni siquiera idea de por qué me mandaba a hablar el rector. Entonces el rector ya es donde me hace esa pregunta que siempre me pareció impertinente si yo habría tenido una relación homosexual con el diácono.
Luego, después de eso, ya le cuento toda la historia y esa misma noche yo hablo con, ahora sí mi director espiritual y le platico todo tal cual como pasó y le digo que eso ya fue algo que salió porque el mismo rector me habló.
Y de hecho esa noche yo no dormí. De hecho, yo no bajé ese día nada. No bajé a rezos, no bajé a desayunar, no bajé a clases. Estaba yo encerrado en mi cuarto.
Ciertos compañeros dijeron que estaba enfermo porque nadie supo de mí toda esa noche. Y al día siguiente me van a buscar a mi cuarto porque ya había llegado el obispo y quería hablar otra vez conmigo.
Y habló el obispo conmigo en presencia del rector y fue donde se volvió a hablar todo el tema. Y eso sí, el obispo sí me dejó hablar tal cual no me hizo preguntas estúpidas. Es la palabra. No me hizo preguntas estúpidas.
RSN: ¿Ellos te ofrecieron a ti algún tipo de ayuda psicológica, de atención?

LEV: Sí, la recibí, la verdad. Me recomendaron. De hecho, es que en el seminario hay psicólogos de cabecera que atienden cualquier situación que tenga un seminarista.
RSN: ¿Y fuiste con ellas?
LEV: Sí, fui con una psicóloga, de hecho, de la que todo mundo me dijo que era de las mejores, estando ahí dentro del seminario. Sí, puedo decir. No voy a hablar mal de la psicóloga. Es una excelente persona y le tengo mucho aprecio.
¿Las manos de Dios?
RSN: O sea, si te ayudó, pues.
LEV: Me ayudó. El problema es que muchas de las situaciones que yo podía plantear, ella las planteaba religiosamente. Es cierto, que yo vivía en un contexto religioso, pero creo que la psicología como ciencia objetiva no debe abarcar aspectos religiosos. Eso es lo que creo. A lo mejor también estoy equivocado. No sé. Pero había cosas que yo le decía y ella llegó a hacer el comentario de “ponerlo en manos de Dios”.
RSN: El problema para muchas víctimas, sobre todo quienes no son clérigos, es que los obispos a fuerza quieren que sean atendidas por psicólogos leales a la Iglesia. Así presentan las terapias como parte de la reparación del daño. Sin embargo, tú tienes razón en criticar la manera en que mezclan las cosas. Lo que hacen es terrible en realidad. Deben dejar que las víctimas escojan la terapia que ellas quieran desarrollar.
LEV: Bueno, yo tuve que pagar la mitad del costo de cada sesión de terapia.
RSN: ¿Tú tuviste que pagar por la mitad del costo de tus terapias?
LEV: La mitad, sí.
RSN: Pero dado que tú fuiste a esa casa donde te obligaron a vivir con ese diácono atendiendo órdenes de tu superior, la responsabilidad era de ellos no tenías tú por qué cargar con la responsabilidad de pagar por las terapias. Pero qué bueno que lo aclaras, porque da una idea más clara de qué tan poco les importan las víctimas.
En la diócesis mexicana de Atlacomulco, Los Ángeles Press ha documentado cómo el obispo ahí niega a las víctimas de abuso sexual del clero la posibilidad de que acudan a terapia con quienes ellas deseen hacerlo. El texto se enlaza después de este párrafo.
Una posible razón para forzar a las víctimas de abuso sexual a acudir a terapias con profesionales que ellos prefieren es para mantener bajos los costos, pero también es posible que sea porque busquen terapeutas que asuman que hay que “dejarlo en manos de Dios”, para reducir la responsabilidad de la institución en estos casos.
LEV: Sí, pero así concretamente era mitad y mitad. Entonces eran 200 pesos que yo debía pagar de mi bolsa y el seminario otros 200 (aproximadamente 20 dólares de Estados Unidos en total).
RSN: Otra pregunta, ¿tú supiste de algún otro caso mientras tú estuviste ahí?
LEV: Antes supe del caso de un chico que pensé en mencionarlo, pero como realmente nunca tuve su consentimiento, no lo mencioné. Solamente puedo decir que yo sabía de otras situaciones similares en el Seminario.
Es cierto, sí pasa
Como que a mí me abría el foco de que entonces sí es cierto, sí pasa. Yo supe la versión que se manejó como chisme también. De hecho, procuré no juzgar a esa persona. Pero se decía que él sí era menor de edad, de hecho era menor que yo.
Había un padre que lo buscaba en el seminario, se lo llevaba a comer, se lo llevaba a su parroquia, le compraba cosas.
RSN: Era su juguete…
LEV: Básicamente. Y, se supone, que alguna vez le encontraron en una tableta mensajes muy inapropiados con el sacerdote que lo sacaba del Seminario. No sé hasta qué punto llegaban, porque la persona que tenía pruebas de eso creo que también en algún momento fue expulsada y tampoco nunca lo quiso compartir.
Pero un tercero fue el que se dio cuenta de todo eso y llevó como capturas de pantalla, fotografías y todo. Y también le dijeron que tenía que callarse y tanto expulsaron a este chico, al bueno, al que salía con el padre, como al otro que mostró las capturas de la conversación que tenía el otro chico con él.
RSN: Pero al sacerdote, nada…
LEV: No.
RSN: Y eso fue el único caso del que tú te enteraste…
LEV: De ese me enteré. Había otros rumores, pero eso sí; no me constan. A veces incluso eran como chistes. Digo yo fuera de lugar, pero que hacían sobre todo los que estábamos en el Seminario Menor. Se hablaba mucho de un sacerdote que era formador y que llevaba a seminaristas menores a jugar hasta muy de madrugada en su cuarto videojuegos. Y se comentaba mal de eso, obviamente, pero pues nunca se supo algo, algo concreto.
RSN Claro, claro. Sí, porque mira, el problema también es que la mayoría de ellos están en una situación similar a la tuya, ¿no? O sea, no quieren hablar.

LEV: Y le digo yo no juzgo esas personas, no. Si guardan silencios por su razón y se respeta y todo perfecto. Por eso tampoco mencioné ese tipo de situaciones en mi publicación, porque tampoco se trataba de exponer o lastimar a otra persona.
RSN: Y, durante la formación, ¿a ustedes los hacían conscientes de ese tipo de riesgos? ¿Les decían que tenían que hacer si les ocurrían este tipo de cosas o era algo de lo que nunca se hablaba?
LEV: Hasta donde yo recuerdo, los directivos del Seminario nunca nos hablaron de algo así, de este tipo de situaciones.
Ahogado el niño
Fue que se empezó a tocar ese tema. Ya se empezaron a dar pláticas y se empezaron a dar. Pues ahora sí, cuídate de esto, cuídate del otro. Pero fue después de todo cuando ya era pública mi situación.
RSN: Ahora ¿cómo vivieron tú y tu generación en el seminario la situación de Aristeo Baca?
LEV: De hecho, cuando estaba uno de los juicios de Aristeo Baca ya estaba en mis últimos días en el Seminario, por irme. Y sí, recuerdo que también eso me molestó mucho.
Los formadores dijeron que era necesario rezar por la desacreditación de los sacerdotes, por las difamaciones, por esto, para el otro. Nunca se habló concretamente que él fuera culpable. Después resultó que sí era. O sea, no lo digo yo. No lo dicen los juzgados, lo dicen los juzgados.
RSN: Sí, es una cosa que está juzgada.
LEV: Era crear esta idea de que todos éramos parte de un equipo y de que era un ataque contra la Iglesia.
RSN: Eso mismo hacían en la arquidiócesis de Chihuahua con sus casos.
LEV: Le dedicábamos horas santas para rezar por las “difamaciones” contra los padres.

RSN: Por el caso de Baca.
LEV: Sí, cuando fue todo lo de Baca, sí. Había un ambiente difícil, muy denso.
RSN: Y eso lo viviste en las últimas semanas que estuviste en el Seminario…
LEV: Pero de cierto modo convencieron a varios de mis amigos de que, en efecto, yo había tenido contacto íntimo homosexual con otros seminaristas o con padres.
RSN: Claro culparte a ti, culpar a la víctima, que es una estrategia también típica. Si te fijas lo que hacen con Baca para defender a Baca desde la desde la diócesis, es desacreditar a la familia de la niña. Dijeron que acusaban a Baca porque se estaban robando las limosnas. Entonces es el mismo modelo, es la misma actitud de siempre: defender a la institución antes que a las personas.
Los Ángeles Press publicó el año pasado un texto dedicado al caso de Aristeo Baca, uno de los pocos sacerdotes efectivamente condenados en cortes penales mexicanas por abuso sexual. El texto está vinculado después de este párrafo.
LEV: Entonces, si te de hecho ahí viví yo un contraataque, perdí relación con muchos de mis amigos y de hecho puedo decir yo que también en mi dolor reacciono yo de forma muy reactiva. Y también dije cosas muy hirientes contra ellos.
RSN: Pero tú eras la víctima del ataque del diácono. ¿Qué esperaban que hicieras? Y ellos no cumplieron con procedimientos básicos. Tú me dices que no que no les que no les decía qué debían hacer en caso de un ataque de un clérigo o de otro seminarista. La crisis de abusos lleva 40 años, al menos. No es algo nuevo. Tendría que haber estado informándoles a ustedes por lo menos desde el 2007. El año previo, en 2006, Roma publica una instrucción sobre la educación en los seminarios.
Pues no sé si tú tengas algo más que me quieras decir.
LEV: Muchas gracias por su tiempo.
RSN: Gracias a ti.
Además del texto de Cavadini, la tóxica cultura que afecta a los seminarios católicos es clave en otro estudio reciente. El sociólogo filipino Vivencio Ballano publicó en abril un texto cuyo título traducido sería “Celibato, formación en el seminario y abuso sexual a manos del clero católico. Una exploración de los vínculos sociológicos y posibles alternativas a la formación del clero”. La página de la editorial con información sobre ese libro, está aquí.
El autor publicó algunos capítulos de ese libro como artículos en revistas académicas. Algunos de esos artículos están disponibles en las páginas del autor en Research Gate y Academia.org.
Antes de los textos de Cavadini y Ballano estaban los artículos y libros publicados, por separado, por Richard Sipe y Andrew Greeley.
Para ambos era claro, en la primera década de este siglo, que la educación en el seminario necesitaba desesperadamente de cambios.
**Este es un un texto de Rodolfo Soriano-Núñez publicado en Los Ángeles Press con su consentimiento. Aquí puedes consultar la publicación original.

Rodolfo Soriano-Nuñez
Es especialista en Sociología de la Religión. Egresado del doctorado en Sociología de la Universidad de Fordham, Nueva York. Autor del libro “Miedo y asco en Ciudad Juárez: Historias de abuso e impunidad sacerdotal”
Es especialista en Sociología de la Religión. Egresado del doctorado en Sociología de la Universidad de Fordham, Nueva York. Autor del libro “Miedo y asco en Ciudad Juárez: Historias de abuso e impunidad sacerdotal”