Ricardo Lagunes Gasca es abogado defensor de derechos humanos. El domingo 15 de enero del 2023 viajaba con el profesor Antonio Díaz Valencia, saliendo de una asamblea en la comunidad nahua de San Miguel Aquila, cuando su vehículo fue atacado y ambos hombres fueron desaparecidos.
Este dolor y rabia te ponen al margen de los rituales y alegrías sociales… Quisiéramos que todxs lo tuvieran presente, que no nos dejaran solxs, y a la vez, me alegra que lxs demás estén bien, que disfruten la vida. Creo en eso. Creo en la importancia de aprovechar la vida. Pero, ¿qué hago con todo esto entonces?
¿Cuándo será suficiente indignación para pararlo TODO? Me caga insistir. Me duele no lograr salvar a mi hermano, recuperarlo, hacer que el mundo cambie para que lo busquen, se haga justicia, y no se repitan más estas crueldades.
Pero la verdad es que no he podido. Esto es mucho más grande que mi deseo de proteger, cuidar, recuperar y reivindicar la vida de mi hermano y de las más de 120 mil personas desaparecidas.
Veo cómo siguen las fichas de búsqueda. Me conmueve que mis amigxs compartan… Yo siento, sin sentido, y me avergüenzo. ¿A dónde van tantas imágenes virtuales, tantas peticiones? Se me hace tan raro, me dan náuseas.
¿A quién le interesa esto que vivimos? Y ya que te interesa, qué, ¿qué puedes hacer? Algo podemos hacer, esa esperanza no se apaga en mi corazón. Sobre todo, con cada gesto de empatía y solidaridad.
Es evidente que el crimen organizado está conformado por el gobierno y empresas (legales e ilegales)… y que la cadena de consumo, de intereses, de beneficios, está bien compleja y ahí vamos implicadxs de una u otra manera la mayoría de nosotrxs.
¿Qué pasa si dejamos de buscar, si olvidamos, si nos rendimos? ¿Qué pasa si hacemos como si nada, y seguimos la corriente, de que todo va muy bien, “transformándose por pisos…”?
¿Qué pasa con esas ausencias? ¿A dónde se van? ¿A quién le pesan? ¿A quién persiguen?
Cada vez que queremos pronunciarnos, que queremos accionar, hacemos inmenso esfuerzo para no contribuir ni a la apología del sufrimiento o a la paz superficial. No quiero seguir dando lástima, quiero interpelar.

Me había imaginado hacer que lluevan semillas por toda la ruta de Aquila a Colima… Para que todxs se acuerden de que la búsqueda por Ricardo y Antonio nos está germinando muchos entendimientos de la vida, muchas emociones, muchas redes, muchas posibilidades de transformación…
Pero es un territorio en guerra, sobrevolar también es peligroso, ahí solo sobrevuelan drones para bombardear y avionetas con agrotóxicos… todo lo funcional a la guerra en la que vivimos.
Quizá lo único que puedo y quiero decir ahora, y ni modo, aguarles la ilusión a mi gente querida: estamos en guerra por todas partes. Esa alegría necesita ser consciente de eso, y forjarla en resistencia a eso… no indolente, no ignorante. Esa es la esperanza, como ejercicio activo de resistencia consciente de las crueldades y ahí, colocar la vida plena… encontrar grietas, entretejerse, elegir la ternura, la calma, la paciencia, la respiración, la sonrisa porque llueve, porque sale el sol.
Elegir sembrar y no cagar en el agua. Elegir no consumir ciertas cosas. Elegir a quién consumir. Elegir sanar, darnos cuenta de dónde viene tanto dolor, tanto resentimiento, tanto miedo… Elegir actuar ante los malos tratos, las desigualdades, las injusticias…
Nos perdemos entre papeleos, explicaciones, procedimientos, competencias por la atención, entre la innovación activista y el desgaste… no se trata de eso. Me confunde, me agotan las discusiones entre colectivos, familiares, ongs, instituciones… siento que vamos dando tumbos… haciendo lo que cada quien puede y cree que es lo mejor, con una cruel autoexigencia y dureza en los juicios a lxs otrxs…
¿En verdad ningún humano sabe nada de alguna persona desaparecida? En verdad, personas, ¿no se han dado cuenta de algo que le hacen a alguien más? Si es así, ¡no estamos poniendo nada de atención! Estamos viendo nomás el teléfono o hacia nosotrxs mismxs… y si sí, pero no dicen, ¿qué creen que va a pasar cuando le pase a alguien querido? Esto es fuego, que se corre velozmente… el silencio no nos ampara.
Ricardo, te nombro y siento cada día. Eso nadie me lo ha podido quitar. Sonrío con nuestras complicidades, descanso en la fortuna de ser hermanos. No puedo contra toda esta crueldad e injusticia. Solo ofrezco estas preguntas y sentires. Ofrezco mi escucha a quien esté en las mismas. Ofrezco tiempo, para buscar juntas formas de sostener la vida, hasta encontrarles.
Mi Ricardo, no soy tan audaz como tú. No soy tan valiente. Me siento muy limitada. Y con deseos de vivir, con deseos de que no te hubiera pasado esto, y que no le pase a nadie más.
15 de enero 2025, a dos años de la desaparición forzada de mi hermano.
http://www.adondevanlosdesaparecidos.org es un sitio de investigación y memoria sobre las dinámicas de la desaparición en México.
Este material puede ser libremente reproducido, siempre y cuando se respete el crédito del autor y de A dónde van los desaparecidos (@DesaparecerEnMx).