A pesar de que se ha hablado de los riesgos físicos y psicológicos que podría conllevar un aborto, ya sea voluntario o involuntario, el 95 por ciento de las mujeres que deciden interrumpir un embarazo no presentan secuelas psicológicas.
Así lo informó Luis Enrique Chávez, coordinador del programa de Violencia de Género de los Servicios de Salud en Chihuahua en el distrito de salud Juárez.
El especialista indicó que, de acuerdo con estudios de la Sociedad Americana de Psicología y universidades europeas, los factores que influyen en la salud mental tras un aborto están relacionados con el entorno social y cultural de la persona.

Mencionó que el 5 por ciento de los casos en los que se presentan síntomas como ansiedad, depresión o alteraciones en la conducta están vinculados a contextos donde persiste el estigma y la culpa.
También que factores como las creencias ideológicas, culturales y religiosas pueden influir en el impacto emocional de la decisión, por lo que se subrayó la importancia de contar con un acompañamiento adecuado durante el proceso.

Chávez explicó que el riesgo de afectaciones en la salud mental no es exclusivo del aborto, sino que también está presente en embarazos no deseados o en casos de violencia sexual.
En este sentido, la depresión posparto es un problema de salud pública con cifras altas a nivel nacional, particularmente en gestaciones no planeadas o en situaciones de vulnerabilidad.
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Indicó que, para garantizar la salud integral de las mujeres, los servicios de salud en Chihuahua cuentan con lineamientos técnicos para la atención del aborto seguro en casos de interrupciones espontáneas o legales.
Así como estos protocolos aseguran la intervención en instalaciones adecuadas, con personal capacitado y con tecnología actualizada, con el fin de reducir los riesgos asociados a la interrupción de un embarazo, tanto físicos como psicológicos.