La Reforma electoral tiene “claroscuros”. Tiene elementos positivos y negativos.
La primera gran Reforma en México en materia electoral fue en 1977 que daba partida al inicio de una transición a la democracia en México. Era para muchos autores y académicos investigadores el fin del partido hegemónico.
Ahora, la propuesta que se ha presentado para crear el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC) pues vendría a sustituir al Instituto Nacional Electoral (INE) y a lo que fue el Instituto Federal Electoral (IFE).
Pareciera que nada más es un cambio de nombre, pero hay una reforma en materia político-electoral que tendríamos que estar analizando.
El primer punto es la centralización en busca del poder. En la justificación y exposición de motivos del documento que obran en nuestro poder, pues se señala precisamente eso.
En las entidades federativas se buscaba siempre el poder, sin dejar la participación ciudadana, sin permitir las candidaturas independientes, pero, tal parece, que aquí hay un rompimiento entre el poder ejecutivo federal y las entidades federativas.
Estamos hablando de que el pacto del federalismo, el pacto federal pues no se está respetando. También en la uno de los principales puntos en la elección de las autoridades electorales.
Aquí, yo le pondré una “tachita” ese punto puesto que abra improvisación y se rompe con el servicio civil de carrera que ha beneficiado al país en muchos momentos.
Otro de los puntos interesantes es la representación política producto precisamente de la Reforma de 1977 de la denominada “Lope”, pues la eliminación de los 200 diputados de representación proporcional tendría una “tachita” y una “palomita”.
Es decir, sí son demasiados, pero creo que no se puede dejar a la oposición sin representación como un producto de los consensos para la integración nacional. Estaríamos hablando hoy en un estado totalitario.
La eliminación de 32 senadores, también del principio de
representación proporcional, todos se han eliminado, así serían elegidos de manera directa. Aquí pues sería un punto favor porque aún abonaríamos al adelgazamiento de esta burocracia legislativa, pero hay que tener cuidado con los candados que se pudieran poner por parte de los autores de la propuesta.
También hay otra propuesta que tiene una “palomita que es bajar el financiamiento público a los partidos políticos.
“Palomita” doble para el voto electrónico. Yo creo que ya es tiempo de cambiar las formas tradicionales. Es costoso y llevar a cabo el proceso, pero también como tiene una “palomita”, pero tiene que haber los candados y las seguridades totales de que podamos transitar para que no se caiga el sistema, para que no se vaya a manipular la base de datos, producto del voto de los ciudadanos.
Los tiempos en radio y televisión, yo creo que, al momento de eliminarlos, dejaremos de tener una presencia condicionada y abierta a los candidatos y las propuestas.
El estado mexicano ha establecido que no se puede tener espacios comprados y esto al final de cuentas se va a disfrazar en la práctica.
Redefinir la propaganda gubernamental, yo creo que se está yendo con todo y esa sí tendría doble “tacha” porque entonces no habrá esa sana distancia, entre gobierno y el partido en el poder. Llámese hoy MORENA y el presidente López Obrador.
“Tachita” para bajar el porcentaje de participación del 40 a un 33 por ciento. Creo que es negativo, puesto que por primera vez tuvimos un procedimiento de participación ciudadana. Los ciudadanos desean no salir y le estamos dejando a las minorías que gobiernan sobre las mayorías.
Si bien es cierto que son necesarios los ajustes, esta no es un no es una buena señal que se está mandando.
A manera de conclusión, podemos decir que la Reforma propuesta es un intento de reinstalar al nuevo partido hegemónico en México. No hay una línea divisoria entre el poder ejecutivo y el partido en el poder. Llámese MORENA.
Es necesario que marquen una sana distancia el poder ejecutivo, el presidente Andrés Manuel López Obrador y el partido Morena, ya que parece son la misma cosa y tienen funciones diferentes, pero obran como si fueran una sola y eso no abona a una democracia de participación ciudadana.
Es una Reforma “a modo” que tiene aspectos positivos, pero también muy negativos para la democracia y la participación ciudadana.