Según los relatos de los agentes del Ministerio Público, las personas migrantes capturadas y recluidas en las instalaciones de la estancia provisional tipo B recibían ofertas por parte de los oficiales para, a cambio del pago de mil dólares, dejarlos en “libertad”.
Esto se dio a conocer durante la audiencia inicial del delegado del Instituto Nacional de Migración (INM), Francisco Garduño Yáñez, donde se reveló este deplorable dato por parte de la Fiscalía General de la República, recabado mediante las entrevistas a los sobrevivientes del incendio registrado en la estancia provisional.
El testigo identificado como M. A. G. P. relató que ” si querían salir, tenían que pagar mil dólares”, aunado a un trato duro por parte de los guardias quienes no daban de comer. También relató que una de las frases comunes en su contra era: “Nadie les ha dicho que vinieran a México”, esto ante los malos tratos y humillaciones.
Los recluidos sufrían principalmente por la falta de alimento, que en algunas ocasiones la comida estaba podrida; también por la carencia de agua para beber y papel sanitario.
Los señalamientos en contra de los guardias tanto del INM como de la empresa privada CAMSA no concluyen aquí, ya que, entre sus fallas durante el ejercicio de sus labores resalta una fundamental que inició el siniestro: la falta de revisión corporal a los ingresados, lo que derivó que el venezolano señalado con el nombre de Jeison ingresara un encendedor, con el cual iniciaron el incendio de las colchonetas.
Los guardias llegaban a las instalaciones al comenzar su turno y colgaban sus mochilas en el área alrededor de 2 de los 4 extintores, por lo que estos quedaban cubiertos e imposiblitó que fueran localizados durante la noche del 27 de marzo.
Por otra parte, durante el 27 de marzo, ingresaron a la Instancia Provisional tipo B a un grupo de alrededor de 40 personas de procedencia venezolana, quienes no fueron procesados ni revisados corporalmente.
Este particular grupo se mostró agresivo e incluso acaparó todos los alimentos mientras que los guardias observaron el hecho sin tomar acciones; esto desembocó en el enfado generalizado de los demás.
Asimismo, los responsables contratados por el INM les vendían cigarros y encendedores, artículos estrictamente prohibidos en el inmueble.
Otra importante omisión fue el extravío de las llaves del candado que mantenía cerrada la reja de la celda donde estaban hacinados 67 hombres el día de la tragedia.
Una persona del sexo masculino identificado como S. A. M. mencionó que mientras las llamas consumían el inmueble, todos pedían ayuda para salir y escapar, sin embargo, los guardias no cumplieron con sus protocolos para resguardarlos y huyeron; también relató que durante la huida, uno de los custodios simplemente gritó “que les vaya bien” y abandonó el INM.
40 personas fallecieron en esta tragedia y 28 más resultaron lesionados.