Conocido en el mundo esotérico como el “Rey del Rayo”, Iván Rodríguez es un maestro, guía espiritual, brujo o chamán que ofrece sus servicios en el Barrio Alto de Ciudad Juárez.
Rodeado de figuras de Jesucristo, San Judas Tadeo, Malverde y la Santa Muerte, afirma que los fantasmas, los demonios y las divinidades espirituales que no somos capaces de ver o imaginar, sí existen.
Aunque creer en ellos es una elección, dice, están presentes a cada momento del día.
Su juventud contrasta con su conocimiento sobre la magia. Viste short gris y playera de color blanco, con un pañuelo rosa sobre la cabeza. San Judas Tadeo y la Santa Muerte cuelgan de su cuello, brindándole protección.
Su centro ceremonial está fincado en un viejo edificio de la calle Melchor Ocampo, junto a una vecindad de cuartos derruidos.
El sitio está inundado de veladoras, jabones, hierbas, inciensos y toda clase de figuras y amuletos para atraer el amor, el dinero o deshacer trabajos negativos.
Y es que, a los seres humanos le surgen preguntas constantemente: ¿Cómo esta mezcla de creencias, religiones y divinidades, catalogadas como buenas y malas, pueden cambiar el destino de las personas?, ¿Sólo vivo una mala racha o alguien me hizo brujería?, ¿Si no creo, nada me puede pasar?, ¿Qué puedo hacer para atraer a la persona que me gusta?
Las respuestas a estas interrogantes pueden generar más dudas y suspicacia, dependiendo de quién las escuche, pero sólo hay algo seguro: quien las ofrece está convencido de lo que sucede.
Una eterna dicotomía
Es común que las personas creyentes atribuyan colores a la magia, dependiendo de las actividades que se realizan.
Por ejemplo, si se busca el bien, es magia blanca; si se busca provocar el mal, es magia negra. Sin embargo, el chamán no está de acuerdo con esa dicotomía, pues considera que su base es otra.
“Nosotros tenemos que experimentar con esa dualidad… Por supuesto que hay voluntad para curar y hay voluntad para dañar. Cuando llamamos magia, realmente estamos diciendo energía… Somos energía en movimiento. Dependiendo de tu vibración, tu voluntad, tu energía, lo que está concretándose es para un fin bueno o un fin malo”, explica Rodríguez.
Agrega que en el mundo espiritual no se diferencia entre bien y el mal, sino que se trata de un todo, y el creador de todo es un dios, no importa si trata del dios cristiano, católico, hindú o yoruba.
Justifica además el uso de las diferentes figuras o deidades (arcángeles, la Santa Muerte, San Judas), diciendo que todas pueden actuar tanto para el bien como para el mal.
“Cualquier divinidad, dependiendo tu voluntad, va a actuar, porque al final ellos son solo intercesores”, dice.
Iván, preparado en Catemaco y Venezuela, además de estar protegido por deidades como la Santa Muerte, utiliza sus conocimientos para curar enfermedades de origen sobrenatural, para proteger a las personas de las energías negativas y para despojarlas de algún trabajo que afecte sus vidas.
Comenta que los casos más comunes que atiende son de personas enfermas y que la ciencia no ha podido curar, así como personas que pasan por un estancamiento económico y buscan una solución a su problema.
Sin embargo, amarres y endulzamientos no están en su repertorio, aunque podría hacerlos. Las peticiones para causar daño, como método de defensa o venganza, también son usuales.
“Nuestro trabajo como maestros es hacerle entender a la gente las consecuencias que se van a enfrentar al realizar un trabajo de tal índole. En ese momento nosotros nos deslindamos de la responsabilidad kármica, porque nosotros somos los ejecutores de la voluntad de otra persona… se nos paga por hacerlo”, explica Iván.
A pesar de que las personas conocen las consecuencias de los rituales, deciden continuar: “esa ya no es responsabilidad de nosotros, sólo seguimos una instrucción… somos trabajadores también de la gente”, dice.
Y cuando un trabajo no resulta como el cliente esperaba, viene el reclamo.
“¿Cómo se lidia con eso? El brujo no tiene el control sobre todo. El brujo, en su práctica mágica, es como el médico: sabe que hay un tratamiento para cada enfermedad, pero no todos los cuerpos van a reaccionar igual”, señala.
Dice que se reenfoca el ritual en espera de mejores resultados, aunque si la persona abandona el proceso, ya no se puede hacer más.
“Se nos ha planteado una falsa idea de que la magia es para que se cumpla tu antojo, más bien la magia nos acerca lo más posible a ese deseo si lo sabemos canalizar, pero también tú debes poner de tu parte y aprovechar las oportunidades que se te están presentando”, aclara el Rey del Rayo.
La conexión con el mundo sobrenatural
Para una persona conocedora del mundo espiritual y manejador de las energías como Iván, la actividad sobrenatural (la manifestación de espíritus desencarnados, demonios, fantasmas o divinidades) es real y tiene efecto sobre las personas en el plano terrenal, pero está muy alejada de lo que ha mostrado el cine y la televisión.
“Suceden actos sobrenaturales todo el día, pero solo el que tenga oídos para oír y ojos para ver puede percibirlos. Me ha tocado lidiar con posesiones, que son similares a lo que vemos en televisión pero sin todos los efectos gráficos”, explica el chamán.
Agrega que en el plano espiritual, al que sólo el brujo tiene acceso mediante sus rituales y preparación, es donde ocurre el mayor movimiento de energías positivas y negativas.
En cambio, en el plano físico, las manifestaciones son menores, pero pueden ser perceptibles por algunas personas: ruidos, movimientos de objetos, posesiones.
Los casos de personas atormentadas por espíritus son comunes para el maestro. En su centro esotérico brinda ayuda para alejar a esos seres que de una u otra forma buscan mantener esa conexión con el mundo real. Las limpias y la utilización de amuletos son las opciones para frenar las manifestaciones.
“En varias culturas aún se sigue venerando a los difuntos, lo podemos ver en la cultura mexicana. La religión Yoruba, que es Santería, también cree mucho en el culto a los difuntos, ya que se considera que esas personas que formaron parte de nuestro linaje familiar siguen haciéndose presentes en el mundo de los vivos”, agrega.
Convencido por su experiencia, el guía espiritual dice que la ouija (güija) no es una simple tabla, sino que se trata de un oráculo que permite conectar con seres de otro plano, pero que para lograrlo requiere de un proceso y de la ayuda de una divinidad para tener una mejor comunicación.
“Un oráculo es un medio de comunicación con el mundo invisible… mediante símbolos y letras se hacen entender en el mundo físico. Para mí, la ouija (güija) ha resultado una experiencia escalofriante, con contactos muy reales y con respuestas severas. Mi tabla está curada, sellada y firmada… hay diferentes rituales para que esa tabla esté energizada para un correcto enlace con el más allá. Mi intermediario es la santísima Muerte, ella es la única que la puede abrir o cerrar”, revela Iván.
El brujo reconoce que también existen rituales oscuros que están fuera de su alcance, los sacrificios de sangre y los pactos con el Diablo, pero asegura que cuando una persona accede a estos sólo ve espejismos.
“La mayoría de los pactos con el Diablo son tratos ficticios, porque el Diablo es el padre de la mentira y nunca te va a conceder lo que tú pides, te va a poner una trampa y te va a hacer creer que te da lo que tú le pediste y al final se va a cobrar todo”, advierte.
Las fechas en las que cae Halloween y Día de Muertos hay un mayor movimiento energético, expone el chamán, por lo que esos días son utilizados para establecer conexiones, aunque en realidad se podría hacer en cualquier momento del año.
El problema de la charlatanería
En una sociedad aún conservadora y religiosa, las actividades relacionadas con el mundo espiritual son condenadas. Para quienes no creen en ellas, se tratan de rituales falsos cuyo único objetivo es sacar dinero a personas desesperadas.
La charlatanería, considera Iván Rodríguez, es un gran problema para los que dedican su vida al manejo de energías.
Expone que parte de ese problema se genera por lo que él llama “la prostitución del trabajo mágico”, es decir, que a través de redes sociales se venden milagros que se pueden conseguir sólo con prender una vela y decir el nombre de algunas divinidades.
“Esto se presta mucho a la estafa, a la manipulación, eso es verdad. Y si la gente nos tacha de esa forma es porque hay testimonios de personas que han sido estafadas. Aquí nos llegan mucho ese tipo de casos”, cuenta el guía.
Iván considera que un buen brujo no tiene temor a exponer sus secretos, es decir, la forma en que trabaja. Además, quien realmente trabaja con las energías hace a los clientes partícipes de los rituales, no sólo les pide dinero.
“Cuando un brujo te ‘desmenuza’ lo que te pasa sin preguntarte nombre u otros detalles, entonces hay apertura a la credibilidad”, expresa.
El maestro también deja claro que quien trabaja con el mundo espiritual debe firmar un pacto del que no se puede salir sólo por capricho o por haber alcanzado una estabilidad económica.
Y advierte que las consecuencias pueden ser graves, por eso insiste en que iniciarse y permanecer en este ámbito no es un juego.
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“Es un compromiso tanto de la divinidad contigo como tú con la divinidad y definitivamente no hay marcha atrás. Quien quiera jugarle ‘a creerse brujo’ y después arrepentirse, él lo verá. Regularmente un brujo es bendecido, tiene ciertas facilidades porque él sabe cómo remediar ciertas cosas, pero cuando tú no sabes y te crees brujo, ¿Cómo vas a dar algo que ni tú tienes?”, insiste.
Para el “Rey del Rayo”, el trabajo espiritual, la brujería, los pactos, la adoración a la Muerte y otros seres se ha descarado en los últimos años.
Ha habido cierta apertura de la sociedad, menos temor a esas expresiones, pero el rechazo y la condena a los actos que están fuera del canon siguen presentes.
A pesar de las limitantes que se ponen (o autoimponen), el brujo está convencido que el mundo espiritual está incluso más vivo que el terrenal, y quienes no creen en él son más susceptibles a ser atacados, sentencia.