Pau tiene una certeza: ama la pintura y casi sin saberlo lleva ventaja sobre el mundo en general, donde navegamos sin timón o puerto al que aferrarnos, sin saber qué amamos sin saber que somos ni qué queremos ser; ella ama.
Paulina Mediana, Pau para quienes son sus amigos, lleva su nombre por el Papa Juan Pablo II quien visitó la tranquila ciudad de Durango en 1999 cuando su mamá estaba embarazada de ella.
Para su madre María fue un evento trascendental y esperaba ponerle a su siguiente hijo Pablo en honor al papa, pero Pau fue niña y por tanto Paulina.

En el estudio de pintura que comparte con dos amigos me recibe; la veo a ella entre caos controlado de cuadros terminados y sin terminar, de pinturas, de arte y de un caballete cargado con un cuadro en proceso y su amigo Paco pintándolo.
En un sillón su gato Amelio, un siamés café, dormita y hace caso omiso del estruendo de nuestras voces, acostumbrado a estar como los niños dormidos en sillas que esperan a sus padres que disfrutan de una noche festiva.
Hamburgueso, un gato gigante y peludo de color blanco con negro permanece escondido hasta que se resigna a que no me iba a ir temprano, por lo que sale cauteloso a cenar.
Soy recibida con apertura y la conversación es tan amena que vergonzosamente me olvido de momentos de los estrictos motivos que me llevan a este encuentro.
“Tauro es duro, terco, no le gustan los cambios; cáncer es muy emocional; capricornio está más enfocado en las finanzas, en ahorrar. Son dos tierras y un agua. Me gustaron los signos zodiacales porque cuando me dijeron el mío, dije: sí soy así”
“Pau es muy leal con la gente que quiere y muy apasionada con lo que hace. Te será fácil entrevistarla porque es también muy consciente de la pintura, de su trabajo y de todo lo que implica”
Este comentario lo realizó Diana Ruiz escritora y amiga cercana de Paulina. Fue modelo en una de sus obras más recientes con las que participó en un concurso de retratos.
La obra se tituló “Beata Diana de Ándalo” y me enterneció hasta los huesos.
Era un compendio de imágenes de Diana en diferentes momentos de su vida, no solo era interesante por la calidad y pulcritud técnica si no por la capacidad de transmitir tantas facetas de una sola persona, con la delicadeza que solo una amiga puede alcanzar a reproducir.
Y Diana tuvo razón, porque Pau fue la entrevistada ideal, abierta, sincera, dispuesta, consciente de sí misma y de las preguntas que se le realizaban.
Es más fácil reprocharme a mí las faltas que tuviera como entrevistadora que a ella, que tiene un corazón abierto dispuesto a sincerarse con apertura y confianza de su vida y sus procesos artísticos.

¿Por qué decidiste pintar paisajes urbanos?, le pregunto, a lo que me responde que era lo que ella veía, lo que estaba a su alrededor.
Sus primeras pinturas con las que destacó y se presentó en el mercado artístico eran eso, paisajes urbanos hechos a acuarela, técnica que tiene como su favorita.
En el estudio pude ver infinidad de cuadros pintados con ese método, unos grandes, otros pequeños, pero impresionantes todos.
“La acuarela es una técnica muy meticulosa, tienes que planear el cuadro antes de pintarlo, porque no puedes cubrir tus errores”, me confiesa Pau.
En un cuarto del estudio me enseñó toda su obra que tenía guardada y ahí estaba el último cuadro de acuarela que pintó, un concepto que ella percibía que al público le interesaba pero que a ella ya le hastiaba.
Es otro paisaje urbano, con la diferencia de que éste está cubierto con moscas que sobresalen en la imagen, como si en realidad infectaran la obra con sus patas.

El cuadro lo pintó luego de la pérdida de su padre, más por la necesidad de sentir que tenía que entregar algo, que por un gusto genuino. Después su técnica cambió queriendo adaptar su trabajo a la realidad que ahora siente.
Su madre María Lourdes Huerta era maestra y su padre Gerardo Medina camionero de ruta. Entonces, ¿De dónde viene la pintura?: “De estar mucho tiempo sola porque mis hermanos estaban haciendo sus actividades de niños. La soledad lleva a la contemplación y a hacer actividades que se pueden realizar en solitario, como la pintura, el dibujo, el ver películas…”.
En el estudio, me dijo, se encuentra el primer caballete que recibió de niña por una prima que estudiaba artes plásticas en un momento de su infancia en que les dio un curso de verano a Pau y a sus hermanos.
“Mi trabajo fue mi manera de desligarme del mercado del arte”
Su carrera de artista comenzó con ella como estudiante de la EPEA (Escuela de Pintura, Escultura y Artesanías, UJED), se relacionó con compañeros de grados superiores y ahí descubrió el proceso de crear cuadros para convocatorias, venderlos o postularse para becas.
Este camino es un medio que permite vivir de sus creaciones artísticas, pero representa también la atadura de crear para satisfacer el gusto del público y no necesariamente el del artista.
“¿Quiere ganar dinero o quiere pintar?”, son palabras que Pau recuerda casi como mantra.
Durante su desarrollo como artista ganó una beca PECDA (Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico), donde creó un conjunto de cuadros que eran su ruta de autobuses desde diferentes perspectivas y momentos: el camión por fuera, la gente que va adentro y el cuadro final, uno más pequeño que los demás, era el camión de la ruta de su padre estacionado a fuera de su casa.
Ella me dijo simplemente que los autobuses que pintó no eran necesariamente por seguir su ruta, sino una representación de su padre que veía en cada uno de ellos. Pensaba en llevarse su cuadro final porque era como un retrato de él, un momento en el mundo que lo representaba en su vida.
Este 2025 Paulina cumple dos años de trabajar como maestra de artes. Su trabajo le dio la posibilidad de poder desempeñarse como artista de la manera que le diera más satisfacción. Sus ingresos ya no dependían de que pintara, por eso su trabajo es algo por lo que está muy agradecida.

Su nueva faceta como artista, que ha desarrollado auspiciada de un trabajo estable, es una más personal. Varios de sus cuadros tienen como modelos a personas muy cercanas a su círculo y tocan temas íntimamente ligados al mundo interior de su autora.
Por ejemplo, en diciembre de 2024 Pau pintó una interpretación personal de El jardín de las delicias, de El Bosco. Cuando inauguró la exposición donde exhibió ese cuadro ella comentó que se sentía desnuda por lo personal que era esa pintura.
En lo personal, a pesar de haber visto una explicación de dos horas de la obra de El Bosco, aún me faltaba entender El Jardín de las Delicias de Pau Medina.
Ella me comentó que es una representación de las represiones interiores que tenemos como personas y que tiene referencias de la película llamada Narciso Negro, una película británica de 1947.

Me sorprendió su explicación porque siempre se ha asumido a los artistas como personas generalmente liberales, “al final soy Pablo por Juan Pablo II, fui a una secundaria católica, aunque no lo quiera eso ha influido en mí”, desveló Paulina.
Y es que Paulina Mediana es muchas: es maestra, es amiga, hermana, es hija, es una artista plástica en una tierra católica y conservadora, pero sobre todo es alguien que ama pintar y que encontrará la manera de vivir y expresarse con pinceles, lienzos y acuarelas.
**Esta información se produjo como parte de la Licenciatura en Periodismo Digital de la Universidad de Guadalajara (UDG)