Cerca del 45 por ciento de los abortos a nivel mundial se realiza en condiciones peligrosas, mientras que el 97 por ciento de ellos se practica en los países en desarrollo, de acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según datos de la asociación, cada año se provocan cerca de 73 millones de abortos en todo el mundo, es decir, seis de cada 10 embarazos no deseados se interrumpen voluntariamente.
En su página oficial se indica que el aborto es un procedimiento médico habitual, así como es seguro cuando se utiliza un método recomendado por la OMS, lo cual resulta también adecuado teniendo en cuenta el tiempo de embarazo y si lo practica una persona que posee los conocimientos necesarios.
A fin de que la atención para el aborto sea integral debe incluir la prestación de información, la práctica del aborto y la atención posterior a este, abarcando la asistencia en caso de aborto espontáneo o retenido, aborto provocado (es decir, la interrupción voluntaria del embarazo por medios farmacológicos o quirúrgicos), aborto incompleto y la muerte fetal intrauterina.
Sin embargo, cuando una mujer que está embarazada sin haberlo deseado, encuentra obstáculos para que se le presten servicios de atención al aborto oportunos, seguros, asequibles, de calidad, respetuosos, no discriminatorios y a una distancia razonable se expone a riesgos si decide abortar.
De acuerdo con los cálculos, el 45 por ciento de los abortos provocados en el mundo entre 2010 y 2014 fueron peligrosos y, de ellos, una tercera parte tuvieron lugar en condiciones de gran peligrosidad, es decir fueron practicados por personas sin formación mediante métodos dañinos y cruentos.
La imposibilidad de recibir una atención para el aborto de calidad infringe varios derechos humanos de las mujeres y las niñas, como el derecho a la vida, el derecho a gozar del grado máximo de salud física y mental que se pueda lograr, el derecho a beneficiarse del progreso científico y de su puesta en práctica, el derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos y el espaciamiento entre los partos, y el derecho a no sufrir torturas ni tratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes.
Cada año, entre el 4.7 por ciento y el 13.2 por ciento de las muertes maternas se deben a un aborto peligroso.
De acuerdo con unas estimaciones realizadas en 2012, cada año se atiende en los hospitales a siete millones de mujeres para tratar las complicaciones causadas por un aborto peligroso, y eso solo en los países en desarrollo.
Los riesgos para el bienestar físico asociados al aborto peligroso son los siguientes:
- aborto incompleto (no se retiran o se expulsan del útero todos los tejidos embrionarios);
- hemorragias (sangrado abundante);
- infecciones;
- perforación uterina (cuando se atraviesa el útero con un objeto afilado); y
- daños en el aparato genital y en órganos internos debidos a la introducción de objetos peligrosos en la vagina o el ano.
Se ha observado que uno de los beneficios de la legalización del aborto es que, gracias a que reduce el número de embarazos no deseados y que, por tanto, aumenta la posibilidad de que los partos sean también deseados, los padres y madres invierten más en sus hijos, en particular en la escolarización de las niñas.