¿Quién nos cuida de un abuso de autoridad? No lo sé, la noticia del secuestro del hijo de una amistad por policías nos tomó fuera de lugar. La familia se movió con personas conocidas, ministeriales, policías y cualquier persona relacionada con la autoridad para ver quién podía buscar que el joven no desapareciera. Al final la estrategia funcionó y ¿a la autoridad? No le quedó más remedio que presentarlo como si hubiera sido arrestado por estar insultando gente. Una nota en medios buscaba presumir que la policía mantiene el orden público, en una ciudad donde asesinan a tres personas al día.
¿Una extorsión o un secuestro que salió mal? No se puede saber, ahora, como castigo por no dejarse, tendrá que someterse a un muy lento proceso judicial.
Nos quedaron los nervios de punta y el miedo a flor de la erizada piel…
Pero así es esta ciudad, nadie sabe cuándo o a quién le va a tocar, no sólo viven en riesgo los delincuentes, alguna vez tuve que ir a rescatar mis hijos porque una patrulla quería llevárselos por andar en patineta. Ser mujer incrementa el riesgo, no llevar dinero no garantiza nada y tenerlo incrementa el riesgo… ¿Quién se siente seguro en Juárez?
Maldita costumbre de seguir con la vida. Brisa, había quedado de ir al festejo de cumpleaños de una amiga y fuimos… con miedo, buscando reponernos de alguna manera del sentimiento de impotencia de no saber qué hacer.
El festejo fue en un segundo piso de un “antro” de la Gómez Morín. Cuando era joven la palabra “antro” se utilizaba para referirse a un lugar donde servían alcohol y era de muy dudosa reputación. ¿Cómo decirlo? Un antro era lo peor de lo peor en cuestión de centros nocturnos. Pero al parecer hoy no es así. Un antro, es un bar, salón de baile… ¿o qué se yo?
A mi edad, suelo ir a lugares donde pueda platicar… ya estoy viejo.
No pasó mucho por la Avenida Gómez Morín. Pero puedo decir que ese sábado en la noche era un ejemplo de irregularidades y violencia. Se podían ver autos estacionados en las banquetas, parqueros cobrando cuotas por el uso que se hace del espacio público y un desorden que sólo había visto los domingos cuando la Plaza del Periodista se convierte en estacionamiento y en la forzada manera en que estacionan autos en la plaza de la mexicanidad cuando hay ferias o eventos. La prioridad de la autoridad siempre es buscar espacio para los autos. Cumplir con reglamentos y el cuidado del espacio público nunca, nunca es prioritario… criterio, le llaman.
Llegamos al lugar de la cita, autos estacionados en la banqueta y guardias armados afuera de un local. ¿Por qué tantas armas? ¿Así de insegura es la ciudad? ¿Los armados cuidan o son un riesgo? Dejamos el carro con el valet, nos cobró cien pesos y sospecho que por usar el espacio público para estacionar el auto.
En la entrada, había un joven encargado de que sólo mayores de edad puedan acceder al antro y de que no se porten armas. Me da risa cuando me piden mi identificación. Protocolo, lo sé, me imagino que han de recibir la instrucción de que no importa que sea su abuela, a toda la gente le deben pedir identificación. Cuando me ponen restricciones para entrar a un lugar suelo enojarme e irme, no me interesa dejar mi dinero donde no saben si soy bienvenido… neurosis de viejo supongo.
Pero era un compromiso y prometí comportarme. Tomé la situación a broma y amablemente le pregunté al joven de cuántos años me veía. “¿Cuarenta y cinco?”, preguntó él a forma de respuesta. Respondí con otra pregunta: “¿Me estás coqueteando?”, continué, es una forma de coqueteo decirle a alguien que se ve más joven.
Sonrojado el joven se hizo a un lado para dejarnos pasar. Pero el protocolo es el protocolo y me dijo que tenía que revisar mi espalda. Brisa, espera, dije… el joven quiere tocarme la espalda. Al sentir las manos del joven me encorvé, solté una fingida risa nerviosa y le pedí que fuera amable, que nadie me toca así. El joven que era esbelto y no muy alto, termino por apenarse y dejarnos pasar.
Tenía mucho tiempo de no salir a un lugar así. Literal, ya no estoy para esos trotes. ¿Cómo compartir lo fascinado que estaba por tantas cosas? Trataré de ser puntual.
Mesas y una tarima que funcionaba como pista de baile, en la misma se ubicaba el puesto de dos jóvenes ¿DJ? Los que ponen la música y al fondo una pequeña cabina dónde otro joven manejaba las luces del lugar y la máquina de humo.
Hoy en día veo a la mayoría de la gente que atiende muy jóvenes. Sólo un calvo no muy alto se ponía en postura vigilante. Era parte del cuerpo de seguridad junto con otro joven alto, muy delgado y que batallaba para mantener el audífono en su oído, parecían pasearse por el lugar y de pronto poner pose de seguridad con brazos cruzados. Afuera del antro había guardias armados, cuidando qué o a quién no lo sé, adentro una seguridad solamente simulada.
Los meseros y meseras, jóvenes también, pero con una muy buena atención que superó mis expectativas, me sorprendió.
Brisa, además de hermosa, se ve muy joven. ¿Qué edad tiene tu novia? Siempre me preguntan, y bueno, no diré su edad, pero puedo decir que tal vez la diferencia no es tanta. La broma de que soy su “sugar”, se debe a mi diabetes, pero es molesta porque es tanto como invisibilizar su capacidad y autonomía.
Pensé que era el más viejo del lugar, pero llegó un rubio… tampoco alto, pareciera que el lugar era de gente no muy alta, por lo general suelo ver a personas más altas que yo en cualquier lado, pero este sitio era la excepción… decía, llegó un rubio no muy alto, más viejo que yo y acompañado de una joven que aparentaba estar en sus tempranos veintes. Hubo comentarios desagradables a su persona, yo no dije nada, pues como dije, soy viejo y Brisa joven… ¿Responsabilidad, negocio, explotación, abuso, claridad? No lo sé, el tema, ahí está… Supongo que la misma reacción al viejo rubio habré causado yo, pues no falto el vivales que le sugirió a mi pareja que me dejara, que yo estaba muy viejo para ella…oferta que ella rechazó tajantemente.
Otro aspecto que llamó mi atención, fue la apertura a expresiones homoeróticas en perreos intensos entre jóvenes varones. Por un momento pensé que tal vez estaba en un bar gay, pero al parecer no. Al verlo tan libre, me hace pensar que cuando era joven se vivía como una forma segregación, estaban los lugares heteros y los lugares gays. No sé si todos los lugares sean así, pero al parecer es algo que hemos superado… y me da mucho gusto.
Otra cosa que me sorprendió fue que la gente tomaba agua. Sí, se tomaban todo tipo de bebidas, desde champán hasta cerveza… pero agua también. No era alguien que pidiera un vaso con agua, pedían agua que llegaba en una botella estilizada con el logotipo del antro y que seguramente costaba… Parece bien que la gente se hidrate, pero tal vez yo siendo joven era tonto y nunca pensé en el agua para hidratarme, una cerveza siempre parecía más natural.
Es raro estar en lugares en los que uno no pertenece, pero muchas cosas saltan a la vista. No era lugar de hacer una observación, la verdad estaba más ocupado divirtiéndome con mi pareja… pero llegó la hora de regresar a casa.
El miedo regresó, ¿seguirán afuera las personas armadas? ¿La policía nos tratará de hacer daño en el trayecto de regreso? ¿Quién vigila a la gente que esta vigilando? Cada vez parece que en lugar de policías tenemos “dedos”, esos agentes de la película “V de Vendetta” que controlan y abusan en lugar de proteger.