En su edición número 82 la revista digital delatripa narrativa y algo más inicia el periplo de sus excelentes colaboradores con un cuento de Estrella Gracia González cuyo título coincide con el otorgado a la edición “El verano de mi vida”.
En este cuento encontraremos la desazón y el desencuentro entre dos mujeres, la protagonista joven y su abuela, un desencuentro que fluctúa y culmina alrededor de la atracción sexual, el amor y la religiosidad más exaltada, lo cual resulta un cóctel ciertamente explosivo.
Luego, en dos narraciones tituladas la primera “Ni los gallos cantaron” y la siguiente “Pasilla” el autor Alejandro Zapata Espinosa nos asombra con el vértigo de su escritura, que se desliza a través de un anecdotario fluyente y rico, dejándonos o bien el sabor amargo de una derrota futbolística o bien la dispersa experiencia de un testigo del vaivén de los días que no obvia ni el destino de los palestinos ni la insistencia militante de los testigos de Jehová.
Enseguida José Trinidad Aranda en un texto ínfimo, pero gigante nos eleva y nos trae a tierra de nuevo de manera sorprendente, digamos que arremolinándonos.
Y así sigue la lectura, siempre enriquecedora, siempre renovada a través del periplo de los distintos autores con sus distinguibles estilos.
Voy a centrarme en cuatro de los autores que colaboraron con la revista y que llamaron preferentemente mi atención.
El primero de ellos ya lo mencioné, es Alejandro Zapata Espinosa. Podemos ver en sus textos un gran dominio del lenguaje, un vértigo en la escritura que explota en las manos del lector enjoyándolo con sensaciones y reflexiones ricas y entrecruzadas.
El poder metafórico se impone en los textos de Zapata Espinosa sobre cualquier intento de literalidad.
Basta mencionar “unas piernas arrecostadas, largas como barandales que suben a un concierto de melocotón” para comprender la fuerza expresiva que despliega el escritor.
Tanto “Ni los gallos cantaron” como “Pasilla” parecen llevarnos a situaciones cotidianas pero estas situaciones son sólo el pretexto para que Zapata Espinosa nos asombre con lo que podemos llamar una auténtica experiencia literaria.
El segundo texto que destaco es “Aneris sin Eme”, de Diego Yani. El relato nos conduce hacia una realidad no anunciada, pero intermitentemente presente a través de guiños sutiles que nos va dando el autor a medida que avanzamos en el relato.
Estos guiños del autor se condicen perfectamente con el tono juguetón del relato que convierte lo que parece ser una anécdota superficial en una sublimación presente de viejas historias.
Es notable el modo terso en que la escritura desplegada nos conduce hacia un final que no pretende ser impactante sino iluminador. Esta historia, “Aneris sin Eme”, es de las que se pueden leer en voz alta y contar en ronda junto a un fuego.
Destaco, a continuación, “El Bulto”, obra de Angélica Villegas, texto acerca del cual la autora nos aclara que estuvo y está destinado a presentar una de las tantas crudas realidades de Ciudad Juárez, en México.
En este relato, una situación que no debería siquiera existir es presentada como la cotidianeidad de un personaje cuya voz no nos impele a la conmiseración, sino que grita en el desconcierto y el desconocimiento de sí mismo.
Lo fundamental logrado aquí por la autora es la opresión misma de lo que no ofrece alternativa, algo que ya está presente en el peso del propio título, en la amorfidad con que se presenta una realidad cruel.
La conmoción no llega a través del sentimentalismo sino de una pluma que sabe trazar el mapa de lo inmisericorde.
Por último, quiero traer a la luz de esta reseña el texto “En la misma silla” de Ángel Domínguez Espinosa, que en la voz de una adivina que usa sus cartas para predecir el destino nos transporta desde una realidad dolida de seres que sufren la fatalidad al trasfondo mismo de la fatalidad en un giro final muy bien entregado por el autor.
No es posible establecer si se nos ha querido llevar del relato cotidiano al mágico, pero lo cierto es que con habilidad que puede celebrarse el autor nos deja el sabor de lo imposible a través de la anécdota aparentemente trivial.
Y hasta aquí este leve vistazo y esta intensa invitación a disfrutar de este número 82 de la Revista delatripa narrativa y algo más, que no deja enriquecer a través de sus apariciones el panorama literario latinoamericano, que puedes descargar aquí
Fernando Gutierrez Almeira
Nació en Montevideo el 28 de marzo de 1971. Se recibió de docente de Filosofía en 2001 y de docente de Matemática en 2003, en el Instituto de Profesores Artigas. A fines de 2021 se integró a un grupo literario pedrense llamado Desayunos Literarios, presidido por las escritoras María García Marichal y Sandra del Río. Desde su integración a dicho grupo ha autoeditado con su respectivo registro internacional tres libros de cuentos titulados “Un sueño dentro de un sueño” (2022), “Caja de sorpresas” (2022) y “Tenebridades” (2023).
**Este texto se publica como una colaboración con la revista literaria delatripa, una revista hecha en México dedicada al cuento, minificción y ensayo**