Su primer sueño, como el de muchos niños, fue ser astronauta, pero su curiosidad insaciable por todo lo que lo rodeaba, lo llevó a un día convertirse en uno en la NASA.
Así comenzó la historia de Aaron López González, un astronauta análogo de 23 años nacido en Ciudad Juárez y que descubrió su pasión por el universo una tarde en que encendió la televisión y se encontró con el programa “Cosmos”. Desde ese momento, su interés por el espacio comenzó a crecer profundamente.
“En lugar de pedir juguetes para Navidad, pedía enciclopedias que aún conservo”, platicó.

Su pasión por el conocimiento lo llevó a enfocar su carrera hacia la Física y la Ingeniería Aeroespacial, especializándose también en Astronomía en la New Mexico State University en Las Cruces, luego de que en 2018 su familia tuvo la oportunidad de mudarse a Estados Unidos.
Sin embargo, aunque muchas personas creen que ser residente estadounidense es lo que le abrió las puertas, Aaron explicó que realmente todo comenzó en noviembre de 2023, cuando fue seleccionado para un programa de la NASA organizado por la empresa mexicana AEXA.
A través de la experiencia
Aaron contó que la experiencia en el campamento espacial fue una mezcla entre entrenamiento y competencia, pues los enseñan desde cómo manejar una avioneta hasta bucear a más de diez metros de profundidad.
También participaron en una competencia donde, junto con su equipo, desarrollaron un proyecto donde serían expuestos a condiciones espaciales extremas durante seis meses, con el fin de simular años de desgaste en la Tierra.
Señaló que el equipo que resultara ganador del primer lugar por esta competencia como premio sería enviado a la Estación Espacial Internacional.

Y así fue. El equipo de Aaron logró el primer lugar en la única categoría del concurso, reconociendo que cada uno de sus compañeros aportó algo, tanto ideas, creatividad o ingenio y que no lo habrían hecho posible si no trabajaban en equipo.
El mismo proyecto resultó ganador en una de las cinco categorías al participar en un concurso en Italia.
Gracias a este triunfo, el proyecto se lanzará al espacio a inicios del próximo año con apoyo de la empresa AEXA, dijo a Circuito Frontera.
Compartió que otros compañeros, pese a no haber ganado el primer lugar, lograron también enviar su proyecto al espacio.
“Obtuvieron el tercer lugar y no contaron con el mismo patrocinio, pero se movieron, consiguieron patrocinadores y ahora su proyecto se dirige a Houston para ser lanzado”, relató.
Respecto a la interacción cultural, Aaron contó que la mayoría de los participantes eran mexicanos, aunque también hubo representantes de la India y Paraguay.
Consideró que su experiencia fue en general positiva, aunque notó algunos estereotipos entre sus mismos compañeros mexicanos.

“Algunos me hacían bromas sobre mi acento del norte, pero todo fue ameno y enriquecedor”, aseguró.
Aunque platicó que los obstáculos para llegar a trabajar en la NASA persisten, pues, pese a que Aaron es residente en Estados Unidos, un requisito necesario es ser ciudadano. Debido a ello, planea a futuro comenzar con el trámite de naturalización para continuar su carrera dentro de la agencia.

Un paso más hacia el espacio
El astronauta juarense indicó que tiene la intención de continuar participando en misiones análogas dentro de la NASA, luego de tener su primera misión el pasado mayo en Polonia, donde vivió en aislamiento total junto a otros cuatro jóvenes de diferentes países.
“Estuvimos 15 días sin ver la luz del sol. Trabajando en experimentos con trajes espaciales en un ambiente que simulaba el terreno lunar”, explicó.
Dijo que como ingeniero de misión, supervisó los proyectos, verificó el nivel de recursos y monitoreó el uso de los 2 mil litros de agua disponibles que debían durar hasta el fin de su aislamiento.

Esta experiencia en el espacio simulado le planteó numerosos retos y aprendizajes, principalmente por la limitación de recursos como gestionar el agua, la electricidad y los desechos.
Según Aaron, las tareas eran rotativas, es decir, un día podían ser jefes de Control de Misión desde adentro de la estación y otro día salir al exterior en actividades extravehiculares, lo que les permitía a los participantes conocer diversas facetas operativas de una misión real.

Aunque una de las restricciones más importantes fue el acceso limitado a Internet, pues aun cuando podían usar dispositivos electrónicos para investigar materiales y documentar sus actividades, el contacto con el mundo exterior, como lo son las redes sociales o el estar al tanto de las noticias, estaba prohibido.
Aaron comentó que lo más difícil de vivir esta misión como astronauta análogo, además de la comida deshidratada y desabrida, fue la rutina y la monotonía, por lo que él y sus compañeros decidieron cambiar los horarios de sus actividades para que la mente no les jugará en contra.
“Modificamos el orden de nuestros ejercicios, cambiamos un poco las recetas de nuestros alimentos, pero al final de todo, fue un proceso de adaptación que valió la pena”, platicó.

Sobre el futuro, Aaron planea continuar con más misiones análogas, estudiar un doctorado en Astrofísica y, posiblemente, hacer una maestría en Arquitectura Espacial o Diseño de Misiones.
También mencionó que está evaluando opciones para aplicar en universidades en Estados Unidos, Alemania y Suiza, al ser los países con más experiencia en este campo.
El universo es el límite
En su camino, Aarón ha encontrado inspiración en las conexiones y oportunidades que ha visto en otros juarenses como él, quienes también han alcanzado logros importantes en la industria espacial.
Con su participación en congresos internacionales y talleres continúa promoviendo el desarrollo científico en México y alentando a otros jóvenes a perseguir sus sueños en el campo espacial, demostrando que, con esfuerzo y determinación, los límites están más cerca de lo que parece.

Para él, la fascinación por el espacio no se limita únicamente a los experimentos o la emoción de viajar más allá de la atmósfera terrestre, sino que es algo más profundo y filosófico.
Dicho en sus propias palabras, su pasión por el universo surge de una idea muy poderosa:
“Mientras más aumenta nuestro conocimiento, más nos damos cuenta de la vastedad de lo que aún desconocemos. Cada nuevo descubrimiento en el espacio, en el universo o en el estudio de la vida en general, revela una cantidad aún mayor de preguntas sin respuesta”.
A futuro, uno de sus sueños sería formar parte de una misión prolongada, como las de los astronautas y aunque sabe que la Estación Espacial Internacional pronto será descontinuada y que se avecinan nuevos proyectos en el ámbito de la investigación espacial.
Aaron contó que desea tener la oportunidad de ser parte de ellas, contribuir con experimentos y vivir de primera mano la experiencia de trabajar en gravedad cero.

Señaló que lo que le entusiasma es la oportunidad de no sólo observar el espacio, sino de sumergirse en él, siendo parte de un equipo que hace descubrimientos que impactan en cómo comprendemos el cosmos y nuestra existencia en él.
Además de su propio anhelo de explorar el espacio, siente un fuerte compromiso por abrir puertas para otros que compartan este sueño.
Reveló que ha tenido la suerte de ser apoyado por Dios, su familia y amigos, algo que considera fundamental, pues sabe que sin este respaldo hubiera sido difícil llegar hasta donde está.
Asimismo, indicó que a través de su trabajo y colaboraciones con los gobiernos municipal y estatal, además de otras instituciones, está desarrollando programas para que más jóvenes tengan acceso a oportunidades en ciencias y tecnología, esto incluye campamentos y talleres con el fin de nutrir una mentalidad científica y curiosa.

“No deben sentirse limitados por la situación económica, geográfica o por barreras culturales”, señaló Aaron.
Reconoció que él mismo es ejemplo de que estos sueños pueden alcanzarse con esfuerzo y constancia, y recalcó que México tiene un potencial enorme, especialmente en sus jóvenes, pero la clave está en la perseverancia, en tocar puertas, buscar oportunidades y rodearse de quienes creen en el proyecto personal de cada uno.