El Río Bravo es esa línea divisoria que históricamente ha separado a México y Estados Unidos, pero que este sábado se transformó en el escenario de un emotivo encuentro, donde cientos de familias se unieron brevemente en un abrazo.
Esta es la historia de José Galavíz, un hombre originario de la ciudad de Chihuahua que viajó a la frontera de Ciudad Juárez y El Paso para reencontrarse con su hija Ana Laura, a quien la última vez que vio fue hace dos años en este mismo lugar.
Y es que desde el 2016, el Río Bravo ha sido la sede de un proyecto llamado “Hugs Not Walls” o bien “Abrazos No Muros”, donde miles de familias separadas por la frontera de México y Estados Unidos se han reencontrado por algunos momentos.
Este sábado 02 de noviembre se llevó a cabo la onceava edición, donde José, al igual que otros cientos de mexicanos, se preparaban con ansias para ver a sus seres queridos, a quien no han abrazado en mucho tiempo.
Dijo que aunque su familia vive en El Paso y que la última vez que se encontraron fue en un evento de estos, una iniciativa organizada por la Red Fronteriza por los Derechos Humanos (BNHR).
En esta edición se esperaba que más de 200 familias se buscaran en el límite entre Ciudad Juárez y El Paso, para que convivieran por breves minutos, tras enfrentarse a la distancia y la incertidumbre.
A partir de su primera edición en agosto de 2016, “Abrazos No Muros” ha permitido que miles de personas —algunas hasta con décadas sin verse— puedan abrazarse, por lo que este proyecto tiene como misión hacer visible el impacto humano de las políticas migratorias.
Fernando García, director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, encabeza la organización de este evento con la convicción de que la comunidad fronteriza merece ser escuchada.
Dijo que se trata de la onceava edición del evento, pero no habían pasado por momentos tan difíciles como hoy en día, pues a unos días de elecciones de Estados Unidos, muchos temas fronterizos no se están hablando como deberían.
Uno de estos temas es el número récord de migrantes que han fallecido este año al tratar de cruzar, de migrantes que vienen sólo a buscar una mejor vida, buscar protección, buscar ayuda y que encuentran la muerte en estos ríos, en estos desiertos.
“Son 176 migrantes (fallecidos) en un año en este sector de El Paso solamente. Cuando hace algunos años eran cinco o diez, las muertes de migrantes. Estamos hablando de una crisis real de migrantes. De niños, mujeres, hombres que se están muriendo”, señaló.
Para García, el evento no sólo reúne familias, sino que también pretende visibilizar la tragedia de la separación y el impacto que tiene en miles de personas.
“Estamos viendo una crisis dramática de separación de familias. Hoy vamos a ver niños que no están con sus padres, esposos que están separados y abuelitos que no pueden estar con sus seres queridos. La política de deportación y la política migratoria actual han desmembrado a muchas familias de manera intencional e injusta y esto sigue impactando profundamente a la comunidad”, señaló.
Expuso también que uno de los aspectos más desafiantes de esta edición de “Abrazos No Muros” ha sido lidiar con el incremento de seguridad y las barreras en la frontera, pues quienes habían participado en este evento desde 2016 encontraron muchos cambios.
“Esto estaba lleno de alambres de púas y se tuvo que abrir el alambre de púas para permitir que las familias pudiesen tener este evento. Eso sólo lo puede lograr una comunidad como El Paso y como Juárez”, comentó.
Por eso y a pesar de los desafíos, “Abrazos No Muros” se ha convertido en un símbolo de solidaridad y resistencia en el Río Bravo, un espacio donde familias migrantes pueden verse y tocarse, aun cuando las políticas y la distancia les han hecho difícil siquiera imaginarlo.
Las lágrimas, los abrazos y los susurros de amor no sólo representan reencuentros, sino también la lucha de quienes se niegan a aceptar la separación como algo definitivo, pues se trata de un abrazo que perdurará, aunque el evento termine y cada uno regrese a su lado de la frontera.
GALERÍA DE FOTOS