Ataviado con un sombrero de paja, protegido con una faja y con machete en mano, Heriberto trabaja bajo el sol quemante de octubre en un sembradío de cempasúchil en el Valle de Juárez.
Corta cuidadosamente las plantas desde la base y hace montones que después enrollará para venderlas, pues las flores terminarán en altares o panteones el Día de Muertos.
Aunque su trabajo no es ocasional. Procedentes del Estado de México, Heriberto y su familia se han dedicado a la siembra y cosecha de cempasúchil desde hace años, una actividad que los mantiene ligados a la tierra, a la naturaleza y a las tradiciones que resaltan con colores naranjas y amarillos esta temporada.
Todo comienza en el primer cuatrimestre del año con la siembra de la semilla de cempasúchil. No requiere de un riego excesivo y, a decir de Heriberto, el cuidado de los cultivos es muy sencillo.
“En sí no tiene mucho cuidado, no más se planta la semilla… incluso en algunas partes de México que por sí sola crece, no requiere de cuidados”, dice el agricultor.
Aunque reconoce que el cambio climático de los últimos años ha afectado la cosecha de la flor.
“Antes todo esto estaba más tupido… decía mi abuelo que esto ya es evolución. Han cambiado en tamaño y lo tupido”, comenta.
En el continente americano se conocen más de 50 especies de cempasúchil, de las cuales 30 se encuentran en México.
Todas tienen como características principales su aroma y colores vistosos. Las flores no sólo se utilizan en la celebración del Día de Muertos sino también en la elaboración de platillos o tés.
El plantío de Heriberto se ubica a unos metros del muro que divide a México de Estados Unidos, en el poblado de Loma Blanca en el Valle de Juárez.
El cempasúchil, junto con la flor violeta conocida como mano de león, contrasta con el resto del paisaje desértico, la gran línea de asfalto y la arena que se cuela por todas partes.
Para el proceso, el hombre corta las matas y forma montones entre los surcos. Primero coloca las flores que no llegaron a madurar, las cuales fungen como protección para el resto, las más bonitas.
Después las enrolla y las sube a su camioneta para transportarlas al punto de venta sobre la carretera Juárez-Porvenir.
Todas las flores, independientemente de sus condiciones, se pueden utilizar en las ofrendas, señala el agricultor.
Y pese a las condiciones económicas adversas, los cambios en las tradiciones y cómo la sociedad aborda las celebraciones, Heriberto considera que la demanda de flor de cempasúchil no ha cambiado.
“Aún en la pandemia sí hubo venta, a pesar de que mucha gente no tenía trabajo o se quedó desempleada”, agrega.
Se le pregunta si cree que en algún momento se perderá el cultivo de cempasúchil, a lo que responde: “Si se dejara (el cultivo), esto ya no sería México”.
Agrega que estar “aquí” ya es ganancia, pues requiere mucho trabajo cortarlas. Sin embargo, las personas van a comprar esta flor para un ser querido y ahí reside la importancia de su labor.
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