Una gasolinera de la avenida Manuel J. Clouthier, mejor conocida como Jilotepec, es el refugio y “centro de trabajo” de Germán, un perrito mestizo de color café que se convirtió en la sensación de la zona.
En ese lugar, Germán convive con los comerciantes y con los clientes que llegan a cargar combustible para sus vehículos.
Ataviado con su camisola gris y los distintivos de Pemex, Germán se dedica a cuidar las bombas de gasolina, el área de los baños y la administrativa. Además, por la madrugada recibe a la pipa que surte a la estación de combustible.

La estación de servicio donde “trabaja” Germán se encuentra sobre la avenida Manuel J. Clouthier, frente a un supermercado, justo antes de llegar a la calle Jitomate de la colonia Ampliación Aeropuerto.
Su agudo sentido auditivo alerta al encargado cuando el gran camión arriba al lugar, así como los clientes quedan fascinados al ver al can uniformado.
El perrito de alrededor de 2 años prefiere el alimento en sobre, del cual puede consumir hasta seis por día, aunque también acepta los bocados que le ofrecen los despachadores de la estación.

Su peculiar historia comenzó hace unos seis meses, cuando el perro llegó a la estación de servicio en busca de alimento en medio de la transitada avenida.
La inocencia del can llevó a Germán González, uno de los despachadores, a darle cobijo. Desde entonces es un colaborador más de la gasolinera.
“Nos encariñamos con él y se quedó (…) Un compañero le puso las camisas para que no se lo llevaran y no se fue. Cada vez que me ponía a podar los árboles, a limpiar las jardineras, él se ponía a un lado y se cuadraba, no dejaba que nadie se me acercara en la noche”, cuenta el despachador.

El nombre de Germán surge porque fue el entrevistado quien recibió al perro por primera vez, aunque él no se lo puso, fueron sus compañeros, quienes también aprecian la compañía del perrito en sus jornadas de trabajo.
Aunque al principio hubo resistencia por parte de algunos de sus compañeros sobre la estancia del perro en la estación, finalmente aceptaron y acordaron seguir ciertas reglas de limpieza para evitar problemas con la empresa que administra la gasolinera.
Para el despachador, la llegada del perrito a la gasolinera se dio en un momento complicado para él, pues agobiado por problemas económicos y familiares, Germán renegaba de la situación en la que se encontraba, incluso llegó a dudar en seguir adelante.

Pero la presencia del perro en su centro de trabajo le ha dado un giro a su vida.
“Andamos igual, hermano, no te preocupes”, le decía al animalito. “Hay que aceptar todo lo que nos envía Dios y más si es un ser vivo. Hay que tener bondad en nuestros corazones. Yo le tiendo la mano a quien sea, en lo que puedo, verdad, porque yo también voy al día”, dice.

González invita a la comunidad a reflexionar sobre los escenarios que se presentan en la vida, pues cualquiera puede encontrarse en una mala situación, pero un “amigo” lo cambia todo.
“Es feo no tener casa, he sido militar, he sido migrante (…) He sabido lo que es no estar con la familia, sin entenderle a nadie. La soledad, la tristeza son malas, pero nunca he dejado de ayudar a nadie, a las personas, a los animalitos. Ser humilde te ayuda mucho”, concluye .