Alguna vez se habló de Tetolandia, aquel lugar paradisiaco e imaginario, lleno de bienestar y prosperidad en la mente y ego del fallecido Héctor Murguía Lardizábal, quien fue presidente municipal de Ciudad Juárez, de 2004 a 2007 y de 2010 a 2013…
Pero parece que dicha patología fue heredada de “Teto” a “Cruzito”, también electo como alcalde como dos periodos (2021-2024 y 2024-2027) y que vive en otra realidad muy lejana a la que el ciudadano de a pie experimenta diariamente.
La ambición, las malas prácticas administrativas que apuntan hacia posibles actos de corrupción de Cruz Pérez Cuéllar parecen tener una tonalidad distinta bajo su óptica, pues parece que ha tomado demasiado en serio que “el fin justifica los medios”.
Y es que en esta ambiciosa carrera hacia tomar posesión del Gobierno del Estado de Chihuahua “Don Cruzito” anda con todo.
Su informe de gobierno habla de una realidad distinta. También las redes sociales que cuestan millones del erario para promover su imagen personal, cada vez parece más perdido aquel hombre que, como buen político de antaño, brinda esa sensación de cercanía y sencillez.
Parece bien intencionado, utiliza el viejo recurso del orgullo de pertenecer a una comunidad y de luchar por ella, pero que no es más que una careta que para enriquecerse a sí mismo y su parentela.
Me dueles Ciudad Juárez. Tan lejos de la justicia social y tan cerca del crucismo, ese fenómeno social y político donde la tiranía se naturaliza.
Un estado de prepotencia y arrogancia con la que el alcalde responde a los familiares del joven Rafael y vecinos de la zona, donde sucedió una tragedia a fines de agosto.
Esto ante los reclamos de prevenir ese tipo de situaciones mediante el trabajo de Obras Públicas, como podría ser la construcción de un puente peatonal en una zona conocida por su peligrosidad ante inundaciones.
Todo esto mientras surgen “ocurrencias” como las dunas multicolores construidas a la entrada de la ciudad o el uso de más de 70 millones de pesos para la apertura del Museo Juan Gabriel, el cual dará ganancias a la fundación que dirige el también Consejero de Gobierno del Ipacult, Felipe Rojas Portillo.
Dicho museo ya ha dado a conocer al fin sus costos, los cuales oscilan entre los 160 y 370 pesos por persona.
Estas y otras cosas pasan en Cruzitolandia, la mina de oro de Pérez Cuéllar quien busca ampliar sus dominios, como cualquier monarca feudal en el medioevo.
Sólo que Cruzito lo hace donando ambulancias y equipos de bomberos a otros municipios, lo cual sería un acto de generosidad si esto se diera toda vez cubiertas las múltiples necesidades de Ciudad Juárez… pero no, sólo son las evidentes muestras de su hambre de poder.
Tragedias seguirán ocurriendo, ocurrencias seguirán brotando, pues parece que de las cosas más exitosas de las administraciones crucistas es crear un imaginario positivo gracias al derroche de gastos en las redes sociales en detrimento de la realización de las obras que urgen como es la pavimentación.
Y todo sigue igual. Los Mendoza siguen haciendo “su agosto” pintando espacios públicos como parques, sacando más dinero del erario pese a todas las acusaciones y señalamientos públicos y a través de las autoridades competentes (que parecen no ser tan competentes) por los manejos opacos en el Instituto de la Cultura del Municipio de Juárez y el conflicto de interés del involucramiento de Nómada Estudio Fronterizo en diversos proyectos.
Aunque habemos ciudadanos con buena memoria y que no quitaremos el dedo del renglón pese a las amenazas de las cuales hemos sido víctimas periodistas y activistas sociales, la lucha sigue porque nuestra terquedad no es un defecto que denote obstinación obsesivo-compulsiva, sino un atributo del compromiso social hacia el espacio y comunidades objeto de afecto.