Verónica Fernández ha dedicado su vida a enseñar, pero también a imaginar y, desde su aula en Ciudad Juárez, siembra en sus alumnos el gusto por la lectura y la curiosidad por contar historias.
Escritora, promotora cultural y formadora de lectores, Verónica transforma cada clase en una oportunidad para despertar la creatividad.
En este Día del Maestro, su historia merece ser contada, pues su labor ha dejado huella más allá de la escuela.

El inicio de su carrera
A los ocho años, escribió su primer poema sin saber nada de técnicas literarias, pero lo suficiente para ganar un concurso escolar.
Desde entonces, la lectura y la escritura se convirtieron en una forma de estar en el mundo, de soñar y de enseñar, por lo que actualmente, Verónica es maestra de primaria, promotora de lectura y escritora publicada.
Desde su salón de clases, en la escuela primaria 18 de Julio 2331, turno vespertino, ha cultivado generaciones de niños que la recuerdan más por los cuentos que compartió que por los exámenes.
Platicó en entrevista con Circuito Frontera que, a lo largo de los años, su amor por la literatura infantil se ha expandido más allá del aula: ha publicado cuentos, participado en antologías, ganado concursos y creado estrategias para que la lectura forme parte del día a día de sus estudiantes.
Miko: una historia de inclusión
Uno de los relatos más entrañables que ha escrito es “Miko”, la historia de un changuito sordo que demuestra que una discapacidad no define a nadie.
Miko no necesita dar grandes discursos: enseña con acciones y emociones. Fue concebido como una actividad escolar para trabajar lenguaje y arte, pero se convirtió en un cuento publicado, leído en voz alta a decenas de niños.

“Miko nació como tarea de maestría, pero también como una carta para mis nietos y mis alumnos”, contó Verónica. En ese changuito que valora la amistad por encima de lo material, ella volcó su sensibilidad como educadora y como madre.
La historia de “Miko” está disponible en la librería de la UACJ, pero también puede ser adquirido directamente con la autora.
Narrar lo real desde la ficción
Aunque Verónica prefiere escribir para niños, no se limita. Uno de sus cuentos más atrevidos es “En la madre”, incluido en la antología “Rosa Venus“, presentada en la Feria del Libro 2024.
La historia entrelaza dos tramas: la de unos sicarios en busca de su víctima y la de una pareja madura que busca reencontrarse. Todo ocurre en un motel.
“Está inspirada en ‘Amores Perros’. Ambas historias corren en paralelo hasta que chocan literalmente en el mismo lugar. No te cuento el final, porque justo ahí está la clave del título”, señaló.
Mencionó que con esta narrativa tensa, con humor negro y crítica social, muestra otra faceta de la escritora, la que explora lo incómodo y lo inesperado.

Aunque sus cuentos infantiles y su labor docente la definen, Verónica también admira a autoras como Amparo Dávila y Anabel Hernández, quienes abordan temas duros con profundidad.
“Yo no escribo sobre realidades tan crudas, pero me atraen. Hay algo magnético en esas voces femeninas que incomodan”, añadió.
Escritora entre platos y clases
Verónica no escribe en una cabaña aislada ni en cafés silenciosos, pues prefiere hacerlo mientras lava los trastes, espera a sus alumnos o prepara material de clase.
“La imaginación aparece cuando menos lo esperas”, aseguró. Así han nacido varios de sus cuentos, algunos de los cuales han sido seleccionados en convocatorias nacionales e internacionales.
Dijo que uno de ellos fue elegido por Elman Trevizo, un escritor referente en la literatura infantil, así como otro fue grabado como audio para su distribución en plataformas digitales.
“Son pequeñas victorias, pero importantes. Me animan a seguir escribiendo y puliendo mi estilo”, comentó.
En el aula, Verónica combina su vocación de maestra y su talento narrativo. Cada ciclo escolar, elige una novela para leer a sus alumnos por capítulos.
También que varios de sus estudiantes han ganado concursos literarios, como el certamen “El Quijote”, que se celebra a nivel zona, pero para Verónica, el mayor logro es cuando alguien le dice: “Usted me motivó a escribir”.
Contó que diseñar estrategias para acercar a los niños a la lectura no ha sido fácil, sobretodo en un entorno dominado por las redes sociales y los videos de consumo rápido, pues mantener la atención se vuelve un reto.
“Un video de TikTok dura un minuto. Un libro requiere tiempo, concentración y paciencia. Eso se está perdiendo”, lamentó.
Por eso, insiste en que leer no debe ser una obligación, sino una invitación. En su escuela organiza ferias del libro, jornadas de lectura familiar y actividades que fomentan la participación de los padres.
Una escritora que enseña con el corazón
Publicar en México no es tarea sencilla. Por eso, Verónica se unió a otros escritores juarenses para fundar “Acoso Textual“, una editorial independiente que diseña, edita y produce libros a bajo costo.
“Queríamos que más voces se leyeran. No todos pueden pagar un tiraje grande, así que optamos por lo justo”, explica.
Gracias a esa iniciativa, muchos cuentos escritos en Juárez han llegado a Amazon y a ferias del libro en otros estados, además han creado plaquettes, ediciones artesanales limitadas que circularon en encuentros literarios y que hoy son piezas de colección.

Uno de sus libros “El Mago“, nació a partir de una convocatoria del Instituto para la Cultura del Municipio.
Dijo que la idea era que cinco escritores transformaran en cuentos infantiles la vida de artistas locales, por lo que Verónica aceptó el reto y dio voz a uno de esos personajes fronterizos, acercando la cultura de Juárez a los más pequeños.
Verónica Fernández no separa su rol de escritora del de educadora, pues sabe que una historia leída a tiempo puede marcar la vida de un niño. Lo ha visto. Lo ha vivido.
Como cuando sus alumnos, que no querían leer, terminan pidiéndole que retrase el final de un capítulo para no perderse nada. También ha aprendido que las palabras, cuando son bien usadas, tienen un poder transformador.
“Cuando un alumno lee con su mamá por una tarea, algo se despierta. Aunque no lo noten, ya están entrando al mundo de los libros”, agregó.
Señala que, tal vez ese niño (sin saberlo) algún día escriba su propia historia. Y ese, para Verónica, sería el mejor cierre de un ciclo que empezó con un poema sin métrica… pero que hoy sigue escribiéndose.