**Esta publicación fue realizada por el periodista juarense Ricardo Cortez en 2016, tras varias semanas de investigación en Ciudad Juárez, que publicamos en Circuito Frontera con su autorización**
9 de julio 2016.- Sentada frente a un cuadro de san Juan Pablo II, Perla González recordó con angustia la tarde del 8 de septiembre de 2015, cuando al abrir la puerta de la oficina de la parroquia La Transfiguración del Señor en Ciudad Juárez vio al sacerdote Leopoldo Nevárez Erives, quien aguardaba para darle la confesión.
Sus pasos fueron lentos y con pesadez avanzó hasta el párroco, ya que apenas tenía fuerza para moverse tras una parálisis ocasionada por esclerosis múltiple, que la postró en cama un largo tiempo.
La mujer, de 28 años, aseguró que el padre Polo, como le dicen al cura de cariño, conocía bien su enfermedad, incluso, en una ocasión organizó a la comunidad para entre todos pagarle un tratamiento.
Pero aquel día, mientras ella enumeraba sus pecados, el presbítero le tomó la mano izquierda para mordisquearle el dedo anular donde portaba un anillo de castidad, pues su sueño era ser monja.
Un instante más tarde, el párroco, de 73 años, se abalanzó ávido sobre ella para hacerle tocamientos y besarle el cuello contra su voluntad, sin que lograra defenderse.
El caso de Perla González —nombre ficticio elegido por la víctima para preservar su integridad— es el primero documentado en la historia de Ciudad Juárez en el que se acusa como probable responsable de abuso sexual a un sacerdote católico, lo que sorprendió a la diócesis que, al no saber cómo actuar, prefirió esperar seis meses —hasta que concluyera la visita del papa Francisco— para entonces tomar cartas en el asunto.
Mientras tanto, el personal de la Fiscalía de Género ha ejercido presión para que la víctima guarde silencio, llegue a un acuerdo con su agresor e incluso desista en la demanda y así el hecho quede en la penumbra.
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Desde niña, Perla ha sido aquejada por la esclerosis múltiple y la han visto numerosos especialistas para tratarle la enfermedad, aseguró doña Martha, su madre, quien la ha acompañado paso a paso en su búsqueda de justicia.
En casa guardan montones de estudios médicos, los cuales indican, entre otras cosas, que la joven no debe experimentar emociones fuertes para prevenir complicaciones.
Martha relató que ocho años atrás conocieron al padre Polo cuando comenzaron a servir en ministerios del templo, ubicado en la calle Enebro, del Infonavit Ampliación Aeropuerto.
En ese entonces veían al cura como un representante de Cristo, comprometido con su vocación, por lo que se ganó la confianza de todos al punto de convertirse en el confesor de la familia.
Muchos secretos de las González, una familia de tres mujeres, fueron revelados a Leopoldo Nevárez, quien incluso conocía que Perla guardaba un voto de castidad; también sabía que la víctima tenía un anillo negro que le recordaba el deseo de consagrarse como religiosa aun con sus limitaciones físicas, aseguró Martha.
En 2013 un trastorno neurológico conocido como mielitis, que inflama la médula espinal, dejó paralítica a Perla.
Cuando la noticia llegó a oídos del padre Polo, éste se puso a su servicio, le brindó la ayuda espiritual necesaria, le administraba los sacramentos y organizó a toda la comunidad parroquial en una cruzada para pagar el tratamiento de la chica, con lo que ganó el cariño y fe ciega de la familia, detalló doña Martha.
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Cabizbaja, la afectada recuerda que logró superar la crisis un año más tarde; los médicos le dijeron que había sido un milagro, las posibilidades que tenía de volver a andar eran casi nulas. Aun así, lo logró, por eso, no perdió tiempo en retomar sus actividades como servidora en la parroquia La Transfiguración del Señor, donde se presentó un primer percance.
Durante la confesión un contacto la puso nerviosa, pero no supo cómo debería actuar, ya que el sacerdote comenzó a morder el dedo donde llevaba su anillo de castidad, para después, mirarla fijamente y decirle: “te amo, Perla”, platicó.
“Él sabía que yo quería ser monja. Sabía lo que significaba el anillo y precisamente en medio de la confesión mordió mi dedo; terminando, me dio la absolución, salí y me regresó para decirme ‘Lupita, te amo’. Luego, al darse cuenta que se había equivocado de nombre, se retractó: ‘No, no. Perla, te amo’”, explicó la mujer.
“Yo también padre, en el amor de Cristo”, le respondió extrañada.
“No, Perla, te amo”, insistió, pero la joven prefirió por no hacer caso y retirarse sin darle mucha importancia a esas palabras.
Más tarde, también en 2014, sobrevino a Perla González otro brote de esclerosis múltiple que la volvió a postrar en cama y, como en la vez anterior, Leopoldo Nevárez Erives se aprontó en ayudarla hasta su nueva recuperación, por lo que, lo sucedido aquella vez en el confesionario quedó en el olvido.
EGO TE ABSOLVO
Pese a que Perla logró recuperarse en 2015, la familia González, integrada por mujeres de bajos recursos, atravesó nuevas adversidades, cuando el cáncer le arrebató la vida a su tía, con quien sostuvo una discusión en sus últimos días, así que para estar en paz consigo misma, la joven quiso ir a confesarse, comentó.
La víctima relató que la enfermedad la dejó sin fuerza, apenas con la necesaria para caminar y moverse con lentitud. De todas maneras le pidió a su madre que la acompañara a la parroquia. Ella no dudó en aceptar y ambas emprendieron el trayecto a pie, pues no cuentan con automóvil.
El padre Polo confesó ese día en la oficina de la parroquia, como suele hacerlo todos los sábados; no había nada raro en ello, analizó Perla. Por eso, Martha se quedó con la secretaria a platicar, mientras su hija cruzaba la puerta hacia “el confesionario”.
La feligresa recordó haber entrado, atravesó una estancia que al fondo tenía otra puerta, que era la entrada al despacho del presbítero, donde se encontraba Leopoldo Nevárez.
“Ave María purísima”, habló el cura para disponerse a escuchar las culpas que pesaban sobre la muchacha. Mientras se confesaba, la actitud del presbítero hacia la mujer cambió de forma abrupta.
Se colocó frente a ella para bloquearle el paso y se le echó encima para acariciarla al tiempo en que le susurraba: “síguete confesando”, narró Perla.
“No me pude salir porque me bloqueó la pasada. Me sentí impotente, no pude moverme, pararme o empujarlo. Me sentí perdida”, dijo sin dejar de mirar el suelo.
“Me jalaba hacia él, me ponía sobre su pecho, me besaba del cuello y otras partes; se restregaba el rostro en mis pechos; nunca dejó de acariciarme. Todo eso lo hizo dentro de la confesión y al final no me dejaba ir”.
Perla aseguró que durante el ataque entró en pánico, los gritos se ahogaron en su garganta, aunque le jaló de los cabellos, no podía quitarse de encima a su agresor, hasta que éste la dejó ponerse de pie.
“¡No te vayas, te va a dar miedo estar sola!”, le dijo el padre.
“Tengo que irme, voy a rezar un rosario”, respondió Perla como pretexto.
“¡No!”, le insistió para luego bloquearle el paso. “Mejor quédate atrás, ahí puedes descansar, es que vienes sola”.
“Padre, es que no vengo sola, vengo con mi mamá”.
Al escuchar esas palabras, contó la víctima, Leopoldo Nevárez Erives se hizo a un lado, pero cuando la mujer se retiraba, la retuvo del brazo, le pidió que se quedara, pero ella le prometió que volvería para poder librarse en ese momento. Al escucharla, le besó las manos y le dio la absolución de los pecados.
La chica reconoce que a pesar de que su madre la vio llorando al salir, no quiso comentar nada al respecto; pensaba que nadie le creería.
“Quería salir corriendo, pero mis piernas no me respondían. No le dije nada a mi mamá, porque ella tiene hipertensión y diabetes. Cuando te suceden esas cosas piensas que eres la culpable. Yo misma me cuestionaba cómo no pude defenderme”, dijo.
Martha, la madre de Perla, comentó que debido al estado de salud de su hija, aunque tiene 28 años, no tiene la fuerza de una mujer de esa edad, sino la de una niña, por eso no consiguió defenderse de un agresor cercano a cumplir 80.
“Él sabía todo y se aprovechó de eso; es lo que me duele. Él sabía todo, sabía que ella no tiene la fuerza de una persona adulta, sino la de un niño”, acusó la progenitora. “Lo que más me duele es que yo la llevé ese día a confesión. Me dijo: ‘mamá, hace mucho que no me confieso, acompáñame’. Nos fuimos despacito. Me quedé en la antesala, con la secretaria, ella entró sola y a mí me duele no haberla podido defender. Estaba ahí, a unos pasos de ella, con la puerta cerrada. Como madre me siento muy mal”.
Pero el suplicio comenzó cuando ambas se dispusieron a buscar justicia, señaló.
Perla y su madre llegaron la noche del 10 de septiembre a la Fiscalía Especializada en Atención de Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género —conocida sólo como Fiscalía de Género— para interponer la denuncia contra Leopoldo Nevárez Erives.
No fue una decisión fácil, reconoce la afectada: cuando contó la situación a los servidores de la parroquia que consideraba sus amigos, éstos comenzaban a hostigarla para que no interpusiera una denuncia.
Uno a uno, le aconsejaban quedarse callada, pues no sólo iba a afectar a un sacerdote de 79 años, con influencia en cientos de fieles, sino que también dañaría la reputación de la iglesia local si un escándalo sacudía la diócesis cuando apenas se hablaba que el papa Francisco tenía la intención de visitar la frontera.
A pesar de las presiones de la comunidad, tras esperar cinco horas para poder acusar al presbítero en la Fiscalía de Género por fallas en el sistema, Perla logró poner la denuncia, la primera y única contra un sacerdote en la historia de Ciudad Juárez, contenida en la carpeta de investigación 25355-2015.
Así comenzó su búsqueda de justicia, se detuvo Perla a reflexionar, pero también quería que la iglesia actuara contra su presunto agresor, por lo que pidió la asesoría del sacerdote Ramiro Rochín, a quien vio en el Seminario Conciliar de Ciudad Juárez.
La mujer explicó que Rochín le indicó que debería hablar con el obispo José Guadalupe Torres Campos, por ello, acudió al obispado el 16 de septiembre de 2015.
Ahí, rememoró, fue recibida por la hermana Elba, quien se quedó con una copia de la denuncia penal, le pidió que disculpara al padre, aunque prometió dar aviso al obispo para que se pusiera en contacto cuanto antes.
Pasó un mes sin que la familia obtuviera una respuesta o cualquier tipo de acercamiento por parte de las autoridades eclesiales. Por eso, recurrió al sacerdote Benjamín Cadena, vicerrector del seminario, quien le consiguió una cita con José Guadalupe Torres Campos para el 21 de octubre, de acuerdo con Perla.
Llegó el día y la afectada sostuvo que en su reunión con el obispo, Torres Campos le dijo que había hablado con el sacerdote Leopoldo, pero negó las acusaciones y aseguró que se trataba de un malentendido.
Después, el clérigo le cuestionó una y otra vez si quería denunciar, como a la espera de que cambiara de opinión, pero no fue así, agregó la mujer.
Ese mismo día, dijo, el obispo mandó llamar al padre Julián Badillo, quien encabeza el Tribunal Eclesiástico en Ciudad Juárez para que tomara la denuncia en las oficinas de la diócesis, ya que para la joven era complicado trasladarse debido a sus limitaciones motoras.
Perla detalló que Badillo arribó al poco tiempo, escuchó la situación, más no tomó la denuncia porque no iba preparado con la documentación. Entonces, acordaron que lo haría el 30 de octubre en el domicilio de la víctima. Desde entonces no sabe qué ha sido de su caso.
ORA PRO NOBIS
Seis meses después de que presuntamente abusara sexualmente de Perla, Leopoldo Nevárez Erives continúa libre, sin dejar de confesar ni oficiar misa en la parroquia La Transfiguración del Señor, donde habrían ocurrido los hechos.
Desesperada, al considerar que su caso está estancado tanto en la vía eclesial, como en la penal, así como la nula información que ha recibido desde entonces, la afectada decidió contactar a quien escribe, en un intento por esclarecer la situación.
El lunes 14 de marzo se llevaría a cabo la primera audiencia de vinculación a proceso, la cual fue cancelada porque la agente del ministerio público que la defiende, Adriana Barraza, no asistió a los juzgados, por lo que se pospuso hasta el 27 de mayo.
“No llegó mi abogada, estuve un chorro de tiempo ahí esperando y nunca llegó, se canceló la audiencia. No la he podido encontrar por ningún lado. Quisiera cambiar de licenciada porque toma más en cuenta a mi agresor que a mí, ¿cómo me va a defender?”, señaló molesta.
El que Barraza no acudiera al juicio, aunque le decepcionó, no fue algo que la sorprendiera, pues señaló que su abogada la ha cuestionado con desdén e intentado, por varias maneras, hacerla guardar silencio.
Desde que interpuso la denuncia, Perla González acude hasta cuatro veces por semana a la Fiscalía de Género para conocer los avances de su caso, pero habitualmente regresa a casa sin nada.
Anteriormente su caso era atendido por el agente del Ministerio Público Jesús Colmenero, antes de dejar la corporación, quien junto con la actual abogada, Adriana Barraza, le ordenaron guardar silencio para encubrir el delito, al menos hasta que pasara la visita del papa a Juárez.
“Cuando estaba (Jesús) Colmenero, mi otro licenciado, él llevaba el caso, me dijeron los dos juntos: ‘¿sabes qué? No vayas a hablar nada’. Mi sicóloga de la Fiscalía me preguntaba por qué no decía nada a los medios, cuando ellos me pedían que no hablara”, comentó la víctima. “Me decía Colmenero: ‘no hables, porque si hablas él se va a ir. Fueron los licenciados, ningún sacerdote me presionó. Ellos me decían que no lo diera a conocer porque podría escapar”.
Perla señaló que la agente del ministerio público Adriana Barraza, su abogada, en vez de defenderla en el caso, ha sido una intercesora de la contraparte, pidiéndole que desista de la denuncia por medio de un acuerdo con su agresor, a lo que se ha negado rotundamente.
“Están preocupados por él, por el hecho de que es un sacerdote. Me han dicho que van a tomar actos y no han hecho nada; me dijeron que lo iban a tomar preso y no hicieron nada, que porque era un hombre de edad avanzada y sobre todo porque era sacerdote, que tenían que irse con cuidado.
“Dijeron que me iban a proteger, pero no me siento así; dijeron que lo iban a tomar preso por lo que hizo y no fue así. Él sigue libre y tengo temor de ir a cualquier lado y toparme cara a cara con él”, expresó la mujer.
Pasaron semanas y meses sin que la joven lograse contactar a Adriana Barraza, llamó a su oficina incontables ocasiones, sin éxito y, pese a que dejaba recado para que se comunicaran con ella, nunca existió esa retroalimentación; coincidió el día en que fue acompañada por este medio para que se comunicara para disculparse por no haber ido a la audiencia, detalló.
Se solicitó a la Fiscalía de Género una audiencia con la ministerio público Adriana Barraza para conocer su versión, pero por reglas de la corporación, solo el fiscal, Ernesto Jáuregui podía dar declaraciones al respecto.
Jáuregui, al enterarse que los ministerios públicos de la corporación que encabeza actuaron de esa forma, señaló que asuntos internos podría abrir una investigación contra ellos, aunque en este caso estaría implicada Adriana Barraza, ya que Jesús Colmenero abandonó la Fiscalía meses atrás.
“No es una actividad debida tal y cual como me lo plantea”, declaró Jáuregui. “Si así sucediera habría qué integrarse algún procedimiento en contra de los servidores públicos que hayan solicitado, fuera de la ley, el que llegue a un acuerdo con el imputado”.
Indicó que de comprobarse que la ministerio público incitó a la víctima de desistir de la denuncia, la sanción podría variar desde una amonestación hasta el cese de funciones.
Cecilia Espinoza, coordinadora de documentación de la Red Mesa de Mujeres, un colectivo de la sociedad civil que vela por los derechos de la mujer, apuntó que la Fiscalía de Género debería actuar de forma imparcial.
“La Fiscalía debe de actuar sin beneficiar a este sacerdote en su rol que tiene en la sociedad, sino investigar, proveer pruebas sobre el delito que ha sido denunciado concretamente, que debe ser sin discreción alguna sobre esta persona, que funge un rol dentro de su parroquia”, dijo.
Consideró que los agentes del ministerio público no deben guiarse por su criterio personal, sino cuidar de sus facultades para administrar la justicia.
“(El caso) puede generar también discrecionalidad de alguno de los funcionarios o funcionarias que están dentro de la Fiscalía y que esto pueda tener algún criterio personal que lo anteponga para dar su opinión, pero no está en el marco de sus facultades”, comentó. “Debe de haber mucho cuidado para traspasar cuáles son sus facultades y entonces anteponer su criterio personal. Eso es parte fundamental para quien administra la justicia”.
Con base en el Código Penal del Estado de Chihuahua, el delito de abuso sexual tiene una pena mínima de seis años en prisión, pero el imputado podría alcanzar una sentencia de 16 si existen agravantes, que podrían aplicar si el acusado tenía cierta relación con la víctima o si el abuso sexual lo cometió en el ejercicio de sus funciones.
“La ocupación, en ciertos delitos, ocasiona o permite llevar a cabo llevar a cabo determinadas acciones delictivas y se valen de los sujetos activos de esa ocupación; en ese caso, la ocupación del sujeto activo se toma en consideración para aplicar la sanción, trátese de quien se trate; sea un compañero de trabajo, un servidor público, cualquier ocupación que tenga”, dijo el fiscal.
EL SILENCIO DEL PADRE POLO
A las 9 de la mañana del 16 de marzo de 2016, el padre Polo recién había terminado de oficiar, cuando fue abordado por este reportero, quien se identificó ante él cuando estaba de pie en su oficina, frente a su secretaria.
“Buen día, padre ¿podemos hablar en privado?”
“Tengo una salida ¿por qué no vienes mejor a las 4:30 de la tarde?”, respondió apurado.
Era importante el derecho de réplica, por ello, el presbítero fue esperado afuera, en el estacionamiento.
Leopoldo Nevárez salió y se sorprendió al ver que el reportero no se había retirado a pesar de sus instrucciones, pese a la premura, no le quedó más que detenerse un momento.
“No voy a quitar mucho tiempo. Quiero hablar con usted sobre un asunto legal; acerca de una denuncia que tiene de abuso sexual”.
El padre Polo observó con detenimiento al periodista, a quien sujetó del hombro y, tras una breve pausa contestó: “Ahorita no tengo ninguna intención de hablar de ese asunto ¿de acuerdo?”
“Solamente quería saber si lo puede desmentir”, le dije.
“No, no. Nada. Cero”, respondió tajante para luego dirigirse a su automóvil y dejar el lugar.
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La gente que conoce al sacerdote Leopoldo Nevárez Erives le guarda estima; pero al consultar a la comunidad si alguna vez notó algún comportamiento inapropiado por parte del presbítero, se escucharon opiniones encontradas.
A José Morales —nombre ficticio—, quien ha servido en la parroquia durante más de una década y ha tenido trato directo con el cura, le sorprendió sobremanera que se le esté investigando.
“En tanto tiempo nunca vi nada inapropiado hacia las muchachas, desconozco. Si le preguntas a mis amigos, todos te dirían lo mismo; es algo difícil de creer, más no imposible”, declaró.
Aseguró que en lo personal nunca se dio cuenta que Nevárez le faltara al respeto a una mujer. Sin embargo, Laura, como pidió ser citada, señaló al cura de siempre buscar el contacto físico con jóvenes, incluso ella también tuvo un incidente en el confesionario.
“Había cosas de él que me daban desconfianza. El padre siempre buscaba contacto con las mujeres jóvenes, no las ancianas. A él lo veía como un representante de Cristo”, platicó. “Fui a confesarme, entonces, él me abrazó. No me pareció, pero no dije nada porque iban a pensar mal del padre. Tengo trato con otros sacerdotes y la actitud de ellos hacia mí es diferente. El padre Polo siempre está buscando contacto físico; me estaba confesando y era de acariciarme el brazo, agarrarme la mano. Llegó a besarme los nudillos, pero me quité, no está bien”.
HICIERON DENUNCIA A UN LADO POR VISITA PAPAL
José Guadalupe Torres Campos, obispo de la Diócesis de Ciudad Juárez, admitió que la iglesia conocía el caso, escuchó a la víctima y le tomó la denuncia; pero al no existir un antecedente y no saber el proceso para aplicar el canon, prefirió esperar a que concluyera la visita del papa Francisco a la frontera para atender la situación.
Perla comentó que desde hace seis meses, cuando el sacerdote Julián Badillo le tomó la declaración de los hechos, ninguna autoridad eclesial se ha puesto en contacto con ella para informarle si se tomó una resolución o cuándo se haría.
En cambio, aseguró que Badillo, quien encabeza el Tribunal Eclesial en Ciudad Juárez, le ofreció pagarle un neurólogo el día en que interpuso la denuncia, lo cual se negó a aceptar.
Julián Badillo rechazó que el ofrecimiento haya sido para hacerla guardar silencio, sino más bien, una recomendación de un médico que lo había tratado.
“Lo que le ofrecí a ella es porque fui con el neurólogo. Tengo problemas de temblorina y ella me estaba platicando su situación personal, cómo se movía y que no tenía los medios para ir a encontrar el doctor; entonces, le sugerí. A mí me cayó muy bien un doctor y se me hizo acertado su diagnóstico, entonces dije: ‘le va a servir a esta muchacha’, y le mandé un mensaje. Lo comparto, en ese sentido, pero no con la idea de decir: ‘te pago esto, pero no hagas lo otro’”, refutó.
La joven señaló que el día en que recibió la notificación de la primera audiencia, el sacerdote Jorge Iglesias, de la parroquia Dios Padre, le ofreció boletos para ver al papa en el estadio Olímpico Benito Juárez, que tampoco aceptó.
Incluso, el 14 de febrero, tres días antes de la llegada del pontífice, a las 7:33 de la tarde, el mismo presbítero envió el siguiente mensaje al teléfono celular de Perla:
“Hola, Perla, la llamada que te hice fue por tres cosas… para invitarte a apoyar CV… la segunda por si tenías la inquietud de la vida religiosa y la tercera es para platicar contigo un asunto que me preocupa un poco”, dijo en el texto.
La joven no respondió, así que un día después, a la 1:05 de la tarde, volvió a escribir: “Hola Perla… cuándo me pudieras recibir”, pero de nuevo, no obtuvo contestación.
El obispo rechazó que la diócesis tratara de frenar a la víctima por medio de ofrecimientos, ya que no obstaculizará ni se opondrá a que continúe la demanda.
“Si alguien a título personal lo ha hecho, desconozco, como iglesia, no. Tanto que la escuché, el caso va en proceso, hemos hecho nuestro trabajo y vamos a dar nuestra sentencia”, apuntó el purpurado.
Leopoldo Nevárez Erives está informado de su proceso canónico, pero ahora toca al obispo dar una sentencia cautelar, que se ha retrasado por la visita del papa, dijo Torres Campos.
“No es justificación, vino el papa, nos enfocó de una manera muy fuerte y apenas estamos dando cauce a tomar el caso, pero estamos abiertos para continuarlo; lo más pronto posible vamos a ponernos en contacto con ella”, recalcó.
El obispo pidió disculpas por lo sucedido. Para él fue doloroso lo acontecido, pero no se interpondrá en la denuncia penal que pesa sobre el padre Polo.
“En relación a lo civil, le dije al padre: ‘aquí está tu caso. No voy a hacer nada, como es mi deber; tienes una demanda civil, atiéndela’”, añadió.
“DENUNCIA ANIMARÁ A MÁS VÍCTIMAS A DENUNCIAR”: IRMA CASAS
Irma Casas Franco, directora del Centro de Justicia para las Mujeres, analizó que después de esta primera denuncia contra un sacerdote más víctimas de abuso sexual podrían romper el silencio y salir a denunciar.
“No dudo que lo haya hecho a otras mujeres que se han quedado calladas porque finalmente él representa una autoridad y tiene poder; por eso hace esto. Al momento en que ella comente o se haga público, lo que puedo ver es que más mujeres levanten la voz”, opinó.
Casas comentó que el año pasado se promediaron 30 casos mensuales de abuso sexual en Ciudad Juárez, los cuales, ocurrieron en su mayoría dentro de los hogares de las víctimas, pero también puede suscitarse en otros lugares.
“La mayoría de los casos de abuso sexual se dan dentro de las casas, pero eso no quita que se dé en otros espacios, como en las instituciones o en la iglesia. Efectivamente es el primer caso que conocemos (contra un sacerdote) que sea denunciado y que se está documentando”, detalló.
Explicó que en los casos de abuso sexual, los agresores siempre buscan víctimas que puedan someter y controlar con facilidad, para que le implique un riesgo mínimo de denuncia.
EXPULSARÍAN AL PADRE POLO
Patricio Pelayo, vicario general de la Diócesis de Ciudad Juárez, reconoció que al ser un caso sin precedentes, le ha faltado a la iglesia aplicar el conocimiento para aplicar la ley y llegar a una sentencia.
“Se está tratando como un caso especial, esto mismo nos hace tratar con una situación nueva, de no tener una respuesta porque no tenemos experiencia (en estos casos). Hay conocimiento, pero falta irlo aplicando. Este caso nuevo nos toma por sorpresa; no hay una sentencia porque no hay un caso semejante”, explicó.
Comentó que el proceso está en curso porque el delito está catalogado como grave.
“Si es un abuso, ciertamente es inmoral, algo contra el ministerio, que afecta al mismo sacerdote y si ese contexto hace del conocimiento de limitación de una persona, conociendo todo lo que había, es lo tenemos qué ir ponderando para obrar con justicia”, añadió.
Julián Badillo, director del Tribunal Eclesiástico de Ciudad Juárez adelantó que el padre Polo podría ser expulsado del estado clerical.
“El proceso canónico implica, en este caso, el cese de sus funciones como sacerdote (…) el caso de esta muchachita no se ha abandonado; sigue presente. Nosotros pensamos que iba a salir poquito antes de pascua, creo que a lo mejor, entre los primeros 15 días de abril”, explicó.
Detalló que el caso ya se encuentra documentado en el Vaticano, donde están al tanto de la situación.
Con base en el derecho canónico, el delito de abuso sexual puede llegar a castigarse con la expulsión del estado clerical, según el artículo 1395. Pero al aplicar esta sanción, la iglesia estaría obligada de proveer sustento al sentenciado si se encuentra en estado de indigencia por razón de esa pena, establece el artículo 1350.
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El 20 de marzo, luego de celebrar la misa dominical, el sacerdote Leopoldo Nevárez Erives, se despidió de los feligreses, lo que causó revuelo en la comunidad al recibir la noticia de manera abrupta, ya que la mayoría desconoce que el clérigo enfrenta una denuncia por abuso sexual.
No dio detalles a dónde iría, pero el padre Polo dejó claro que solo estaría una semana más como párroco de La Transfiguración del Señor. Personas cercanas al presbítero aseguraron que sería retirado a un monasterio.
El obispo, José Guadalupe Torres Campos, indicó que no podía dar detalles acerca del nuevo paradero del sacerdote, ya que era información clasificada de la iglesia.
Pasaron dos meses y una semana para que el padre Polo se presentara, esta vez lo hizo el pasado 27 de mayo, decaído físicamente, acompañado de su abogado en una audiencia en un Tribunal de Garantía.
Ahí, contó Perla, el acusado presentó ante el juez Séptimo de Distrito, Emiliano López Pedraza, un amparo para enfrentar el proceso en libertad por causa de su edad avanzada y padecimientos físicos.
“Le dijeron que debe comprobar qué enfermedades tiene, por qué camina de esa forma, para que no lo arresten, porque mi abogada le metió la denuncia para el arresto, pero él argumentó que estaba enfermo y era una persona mayor, que nada más va a ir a firmar”, comentó la presunta víctima.
Perla declaró que no acudió al citatorio por motivos de salud, por lo que envió a familiares para que fueran en su representación.
El 2 de junio Leopoldo Nevárez Erives fue vinculado a proceso por el presunto abuso sexual en contra de Perla, quien teme se favorezca al sacerdote, pero aun así no desistirá hasta que se le haga justicia.
“Se resuelva o no se resuelva el caso, no voy a quitar el dedo del renglón, quiero que se haga justicia”, señaló.
**NOTA AL LECTOR**
El 15 de diciembre del 2016, el magistrado César Ramírez revocó el auto de vinculación a proceso dictado en contra del párroco Leopoldo Nevárez Erives y levantó la única medida cautelar que le había sido impuesta.
Originalmente, el juez Adalberto Contreras Payán lo vinculó a proceso el 2 de junio de 2016 por presunto abuso sexual a una persona con discapacidad que se confesaba con él.
La acusación del Ministerio Público señalaba que Nevárez realizó tocamientos inapropiados a una mujer con esclerosis múltiple el 8 de septiembre de 2015, en donde la víctima declaró que Nevárez la tocó y observó su anillo de castidad.
Tras una apelación del caso, el 15 de diciembre de 2016 revocó la vinculación a proceso, permitiendo al MP investigar nuevamente, quien en ese momento al interior del clero estaba impedido para oficiar misa por esta investigación.
Sin embargo, desde el 2020 estaba oficiando misa en el monasterio de Las Clarisas Capuchinas.