El panteón más antiguo de la frontera es el de la Misión de San José. El más grande es el Panteón San Rafel; pero ¿El más embrujado? Muchos aseguran que ese es el Panteón Senecú o mejor conocido como el Panteón de los Niños.
Ubicado a unos metros del bulevar Francisco Villareal Torres, en medio de la construcción de modernas casas, descansan los restos de un centenar de personas, de todas las edades, cuyas fechas de muerte, las más recientes, son de al menos dos décadas atrás, varias datan del siglo pasado.
Se trata de un terreno lleno de maleza, sin barda permimetral ni ningún letrero que lo indentifique como lo que es.
Un incauto podría perderse y sólo darse cuenta en dónde está hasta el momento de topar con algún sepulcro.
Muchos de las tumbas aparentan ser sólo tumultos de tierra, con cruces cuyos nombres ya fueron borrados por el tiempo.
Sin embargo, de entre las lápidas, sobresalen en su mayoría aquellas en las que se leen las fechas de nacimiento y muerte de bebés, niños y adolescentes.
Si alguna tumba tiene flores u ornamentas de algún tipo, éstas parecen hacer sido colocadas hace mucho tiempo.
En algunos sitios, incluso, pueden encontrarse animales muertos, restos de veladora y otros indicios de que este sitio ha sido utilizado por practicantes de artes oscuras, pues la falta de vigilancia o protección lo hacen un lugar idóneo para eso.
Se dice que el panteón inició labores momentos antes de que comenzara el periodo de la Revolución Mexicana, la gente empezó a utilizarlo para darle cristiana sepultura a sus seres queridos, como una alternativa a los camposantos administrados por el gobierno.
El mote de embrujado no sólo se lo han dado los visitantes clandestinos que a la luz de la luna se han aventurado a explorarlo, sino también, por parte de residentes del sector, quienes aseguran que por la noche cuando nada se oye, en ese sitio se escuchan risas y juegos de niños.
En internet abundan diversas historias, como de gente que ha visto niños fantasmdas deambulando por las calles aledañas.
Un juego propuesto por la comunidad amante de lo paranormal, es acudir a altas horas de la noche, acudir en coche y dejarle ahí unas horas, y al regresar al mismo le encontrarás con huellas pequeñas echas con lodo.
Esta sería la seña de que los infantes que ahí moran estuvieron buscándote para jugar contigo, y demostrarte que aunque no lo parezca, en este lugar nunca estas solo.